Crisis de pareja y fracaso social en «El lenguaje de los Machetes» de Kyzza Terrazas

Ray y Ramona son una pareja joven que rondan los 30 años. Odian la injusticia del contexto social del que son parte. Cada uno desde su nicho, ella la música y él el activismo, quiere luchar por un mundo más justo. Entregado al autosabotaje, Ray fracasa en su rebeldía y arrastra a Ramona en una espiral descendente y mientras ella anhela una maternidad él se opone.
Con ese umbral que habla del tan temido fracaso de la vida en pareja, «El lenguaje de los machetes» nos lleva a uno de los aspectos más controvertidos dentro del panorama de nuestras sociedades actuales: la relación con los ideales políticos de unos personajes treintañeros y el desencanto con esos ideales después de haberse aferrado a ellos y creer en las utopías.
Ese deseo de transformar la realidad fue lo que llevó a Kyzza Terrazas a comenzar a escribir el guión cuando en el año 2003 observó en las noticias desde Nueva York que había estallado el conflicto de San Salvador Atenco cuando el gobierno federal intentaba construir un aeropuerto en tierras comunales. Precisamente su título alude a la forma de protesta que adoptaron en ese momento los miembros del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra en México.
Poco antes, a su llegada a la ciudad norteamericana, pudo vivir el momento de los sucesos del 11-S en las torres gemelas, lo que le llevó a ejercer una amplia reflexión acerca de cómo es mejor canalizar las rebeldías de la juventud para intentar mejorar las políticas de Estado.
En la película de Terrazas subyace una atmósfera de desgana total, abundando primeros planos muy cercanos y con cámara en mano, y vemos de qué forma va encerrando a sus personajes hasta el punto de que éstos van preparando su propia inmolación, porque cuando no encuentran la manera de cambiar el mundo hacen todo lo posible para representar la necesidad que sienten de acabar con todo para que quizá alguien lo vuelva a construir.
Aunque tiene ciertos paralelismos con lo vivido por el realizador, ésta no puede considerarse una película autobiográfica. El director afirma que la construcción del guión ha estado al margen de los acontecimientos posteriores causados por el narcotráfico en el país, que tuvieron lugar más adelante en el tiempo.
En Morelia gustaron mucho las actuaciones de los protagonistas Andrés Almeida y la cantante Jessy Bulbo, quien también firma la banda sonora de la película con una música muy apropiada para esa atmósfera de fiesta desenfrenada, uso de drogas y navegación sin rumbo por la vida.
Querer ser otro y saber que nunca vas a llegar a serlo y fracasar en las convicciones propias es la piedra angular sobre la que se maneja está película de una manera bastante realista y creíble.