«El salvavidas», de Maite Alberdi; diversidad sobre la arena playera

La realizadora chilena construyó un documental en el que una playa cualquiera en uno de los países con más costa del mundo sirve como escenario para acciones cotidianas que nos revelan cómo somos y pensamos. La película fue premiada en la sección Nuevo Talento del Festival DocsBarcelona por mostrar con intensidad la idiosincrasia de la sociedad chilena. Igualmente fijamos nuestra atención en «Bajarí», último trabajo Eva Vila.
La cinta recrea diferentes formas de concebir el mundo tanto desde el plano profesional como el personal. Maite Alberdi excede los límites clásicos de la manipulación en el documental para ofrecernos un cúmulo de historias y situaciones cuya mayor parte han sido previamente preparadas e incluso ficcionadas. De ello nos damos cuenta a partir de uno de los planos en picado iniciales en los que se ve al protagonista del film corrigiendo una falta de ortografía en su diario de trabajo.
No obstante, uno de los logros de la directora ha sido saber retratar con acierto la personalidad de los personajes que aparecen en «El salvavidas». Mauricio, el socorrista principal, se declara como un defensor del orden y las buenas costumbres y piensa que su trabajo consiste en prevenir a los bañistas de los riesgos que pueden comportar ciertas negligencias antes que tener que lanzarse al agua cada vez que aparece alguien en apuros.
Como contraposición, aparece en el film el salvavidas de otra torre cercana que piensa que su labor se circunscribe exclusivamente a rescatar en el agua a personas a quienes las corrientes marítimas les impidan retornar a la orilla o se estén ahogando y se muestra pasivo frente a todo lo demás. El filme muestra también conversaciones de los bañistas sobre temas muy diversos y la mirada de admiración de un niño hacia el trabajo y la forma de ser de Mauricio.
«BAJARÍ» DE EVA VILA
El Jurado de DocsBarcelona presidido por la directora Judith Colell otorgó una Mención Especial al nuevo film de Eva Vila, «Bajarí» que es el nombre por el que los gitanos catalanes llaman a la ciudad de Barcelona en su idioma caló. En el documental, Juanito está orgulloso de que su tío Coco le vaya a ayudar a conseguir unas botas rojas que le convertirán en bailaor de flamenco.
La realizadora contaba que «Bajarí indaga en esta Barcelona que, pese a estar oculta, siempre ha existido, y reflexiona sobre el sentido universal de pertenencia a un lugar. Karime Amaya, sobrina nieta de Carmen Amaya, dejó su vida en México para descubrir el gen artístico que la ha convertido en lo que es hoy: una bailarina de gran prestigio internacional. Toda su vida -y la de su familia- ha girado en torno al peso del apellido de su abuela, Amaya, y aquí en la ciudad de Barcelona, muy cerca de sus raíces, adquiere un significado aún más poderoso».
«El caso de Juanito Manzano, de cinco años de edad, es lo contrario. Su viaje comienza con su deseo rebelled -¿no son todos los deseos una forma de rebeldía? – de ser un bailarín reconocido dentro de la comunidad gitana donde nació. Los de Karime y Juanito representan dos viajes de descubrimiento personal que suceden dentro del panorama del flamenco y del mundo de la rumba en Barcelona».
«Probablemente no hay otra forma de arte en la que sea tan importante ser «el hijo de» y transmitir quién eres a través de la expresión más natural de su cultura, su arte, su herencia. Bajarí canta la alegría de vivir, esa alegría que nace de saber que eres parte de algo, de estar tan cerca de estos orígenes que ahora empañada por nuestra sociedad moderna.» *Eva Vila
(jlg/rbc)