«Las Enfermeras de Evita»; entrevista a Marcelo Goyeneche
Aunque queda mucho camino por recorrer y, entre otras cosas, la equiparación salarial entre hombres y mujeres por hacer el mismo trabajo todavía hoy no está resuelta en muchas partes del mundo, es indudable que en el año 1948 una mujer activa en el mundo laboral era vista por la población de entonces de una manera muy distinta a como por fortuna lo vemos en la actualidad. «Las Enfermeras de Evita» es un documental-musical sobre una institución modélica auspiciada por quien fuera la primera dama de Argentina, Eva Perón. La Escuela de Enfermería de su Fundación fue, sin dudas, una herramienta de cambio para las mujeres de todo el país. Todo iba bien, hasta que la caída del peronismo se produjo, con el infierno de la persecución y la humillación al acecho.
En esta película tenemos los testimonios de algunas de las protagonistas reales, así como la actuación de actrices y cantantes que recrean aquella época. Incluye también el testimonio conmovedor de la última enfermera que asistió a Evita en sus últimas horas de vida.
Marcelo Goyeneche, cineasta muy comprometido con las causas sociales y de justicia, atiende las preguntas de Cinestel y nos habla sobre el contexto en el que está concebido este documental:
«Es una película que trata sobre un tema muy delicado que es el de las mujeres, su formación política a partir de un momento particular de la realidad de Argentina que está íntimamente ligado a lo que fuera la Ley 13.010 del voto obligatorio, y a partir de ahí todas las actividades que se desarrollan con la Fundación de Eva Perón. No deja de ser una película que marca, porque estamos hablando en la actualidad y hay muchas partes donde las protagonistas están en el ahora contando sus historias, en un momento en que la salud está mucho más complicada que lo que estaba hace 60 años.
– Estas mujeres está claro que tuvieron que luchar contra una filosofía muy distinta a la que tenemos actualmente.
Imagínate que en esa época, muy poquito tiempo antes, a comienzo de los años ’40, la Sociedad de Beneficencia era la encargada de tener los lugares de salud pública, por ejemplo en la ciudad de Buenos Aires. Aquella sociedad era un organismo conformado por mujeres fundamentalmente de la clase alta porteña que, a través de la beneficencia y de la caridad, mantenían los hospitales y los centros de salud que en ese momento en su gran mayoría estaban manejados por las monjas y por la Iglesia católica.
Hay un cambio de paradigma sustancial a partir del año 46-47, cuando ese modelo inicial cambia por este otro modelo donde las enfermeras tienden a ser profesionales y donde la salud pública se pone al servicio del pueblo. De hecho, se empiezan a construir una cantidad increíble de policlínicos, de salas de atención de primeros auxilios, empiezan a erradicarse las enfermedades endémicas en varios puntos del país, y hay un cambio drástico en donde la mujer tiene un papel importantísimo.
– Para redondear un poco la visión de cómo era aquella situación, has recurrido en la película al musical de ficción. ¿Por qué motivo lo quisiste incorporar?
La idea de utilizar el musical ya estuvo desde el comienzo, cuando yo iba conociendo a las protagonistas, entrevistándolas, y viendo que sus recuerdos con el paso de tantos años se convirtieron en lugares comunes muy idealizados, hasta casi fantásticos. Hay un poco esta mitología del peronismo, donde era todo maravilloso y funcionaba todo bien y que luego, caído ese periodo fue todo un desastre, y me parece que la música tiende a idealizar un poco las construcciones narrativas, a generar esto de que está todo bien, y me parece que esos recuerdos los potenciaba de una manera muy interesante el género musical y los convertía en momentos mucho más emotivos.
– Otro factor que influye en el documental es el papel de Evita como ‘Jefa espiritual de la nación’ y la importancia que para estas mujeres tuvo el haber tenido un contacto bastante estrecho con ella.
Es así, todo el tiempo estaba en la Escuela y tenían un contacto directo. De hecho cuando venían de un viaje de ayuda humanitaria a Ecuador y sufren el accidente, después del terremoto de Ambato, Eva Perón se presenta en el hospital donde estaban las enfermeras hospitalizadas que estaban al cuidado de otras enfermeras de la Fundación, y allí tuvo un vínculo muy estrecho con Lucy, una de las protagonistas. También está en la película el relato de María Eugenia Álvarez, quien fue la encargada de la Escuela de la Fundación desde el año 52 hasta su cierre, y que además trabajó como enfermera personal de Evita y la asistió todo el tiempo en su último mes de vida, siendo la última persona que la escuchó hablar.
– Estas mujeres forman parte ahora de una Asociación que rememora aquella interesante institución. ¿Hubo algunas de ellas que no quisieron aparecer en el documental?
Me sucedió algo muy bueno para mí en la investigación: que las conocí a las cuatro de una manera bastante rápida, aunque fue a través del Museo de Eva Perón que me dieron el contacto de María Eugenia y a partir de ella conocí a María Luisa y después supe de Lucy por una nota en un periódico que había salido por lo del terremoto de Ambatos. Más tarde conocí a Dolores porque es la madre de un amigo mío. No he conocido a otras enfermeras. Sí he visto a algunas en presentaciones que he hecho de la película a lo largo del último año por Argentina, y no se me ha dado esa situación. Lo que sí yo me encontré fue con mujeres que tenían muchas ganas de contar esta historia que es poco conocida.
– Dentro de la película tiene un espacio destacado las consecuencias de la represión de 1955. ¿Crees que ese hecho tan terrible se ha tratado poco en Argentina?
No sé si es que se ha tratado poco. Me parece que no se le ha dado la importancia que tiene, porque dos meses antes de la caída del peronismo las fuerzas armadas provocan un intento de golpe, dejando más de 400 muertos en la Plaza de Mayo. A través del bombardeo con el intento de matar a Perón, hacen una masacre matando al pueblo que estaba ahí en la plaza un día jueves al mediodía en una ciudad abierta con una rutina normal como siempre; y de repente aparecieron 29 aviones de las fuerzas armadas y empezaron a bombardear.
La caída del peronismo implicó también una represión muy grande al pueblo trabajador y por ese binomio peronismo-antiperonismo que es muy fuerte en la Argentina, me parece que no se ha analizado muy profundamente lo que sucedió.
En sintonía con esto está la Escuela de Enfermería que cierra en el ’55, dejando a un montón de estudiantes de enfermería casi preparadas, algunas se estaban por recibir, listas para ir a trabajar a los distintos policlínicos, y eso va más allá de las ideas políticas y de que uno pueda suscribir o no lo que fue el peronismo como ideología, pero el tema es que se hizo mucho daño sobre todo a la gente más humilde.
– ¿De dónde salieron las imágenes de archivo que se ven en el documental?
La gran mayoría de las imágenes son del Archivo General de la Nación. A mí me encanta pasar horas en ese lugar porque hay un material increíble. Por suerte ahora se ha digitalizado casi todo y está en muy buen estado. Para mí, el archivo no es un elemento más dentro del documental, sino que es uno de los más importantes y tiene el mismo nivel de importancia, por ejemplo en esta película, que las entrevistas, las comedias musicales y las canciones que hicimos. Creo que el Archivo tiene una vida propia si se lo sabe utilizar con cariño y con un propósito. Por eso, a mí me gusta mucho la fusión que se puede lograr entre la dramatización de algunas cosas, las recreaciones, y la búsqueda de este material de archivo que es tan vasto y que puede contar por sí mismo muchísimas cosas.
– Las épocas van configurando diferentes simbolismos, pero en la película se subraya que en aquella Escuela imperaban los valores de Dignidad, Honestidad y Honradez. ¿Crees que ahora todo eso se ve de otra manera?
Siguen existiendo esos valores porque no creo que solamente puedan estar vinculados a una época ya que siempre están presentes en el ser humano. Lo que ellas hacían en la Escuela era una búsqueda de acercarse al prójimo, tratando de cortar con esto que te contaba antes de las sociedades de beneficencia y su papel de acercarse a los más humildes mediante la caridad. Esa búsqueda de ellas por supuesto que es mucho más honrada, más digna que la otra, y creo que había un compromiso social y político por la justicia social, y esos valores estaban presentes. Ahora bien, no creo que hayan muerto con la Escuela ni que hayan sido solamente sinónimo de una época. Me parece que sino, estaríamos mal. Los valores están siempre presentes.
Marcelo Goyeneche lleva muchos años trabajando el documental desde la perspectiva de la Historia y la política, y está ahora trabajando en los preparativos de otro nuevo sobre la obra de un escultor, Antonio Pujia, un maestro de la escultura argentina que tiene como amigo al esposo de una de las protagonistas de «Las Enfermeras de Evita», el marido de Lucy, Bernardo Arias, un director de cine de los años ’40 y ’50 del siglo pasado.
©José Luis García/Cinestel.com