Álex de la Iglesia presenta el rodaje de «Mi Gran Noche», protagonizada por Raphael y Mario Casas

Con la presencia de Enrique Cerezo y de representantes de otras empresas productoras, se presentó en Madrid el rodaje de «Mi Gran Noche», la nueva película de Álex de la Iglesia cuyo título está inspirado en una de las canciones más conocidas del cantante Raphael, quien también protagoniza la cinta junto al actor Mario Casas y Pepón Nieto, Blanca Suárez, Luis Callejo, Carlos Areces, Jaime Ordóñez, Enrique Villén, Carmen Machi, Santiago Segura, Carolina Bang, Hugo Silva, Terele Pávez, Marta Guerras y Marta Castellote. Raphael interpreta a un cantante mítico de nombre artístico Alphonso que lleva 40 años siendo la estrella del firmamento musical al haber creado un personaje que ha terminado por devorar su propia personalidad.
Este veterano artista tiene un punto de crueldad en su trato diario que en el filme será contrarrestado por otro cantante joven y de gran éxito, -Mario Casas-, que admira a Alphonso porque era el favorito de su madre, y a quien la fama le alcanzó muy joven y su vida ha sido desde entonces una sucesión de éxitos y de fans entregadas y deseosas de llevarse como trofeo un selfie, o quizás algo mas…
Con Jose, -Pepón Nieto-, arranca la película, un tipo nomal de treinta y tantos años al que una empresa de empleo temporal lo llama para los trabajos más variopintos. La suerte ha querido que esa noche su contrato consista en asistir como falso protagonista a una fiesta falsa; la grabación de un programa de televisión de Nochevieja que se va a hacer en la plena calor del mes de agosto en el hemisferio boreal. El contexto general de lo que sucede a continuación es posible imaginarlo como la reunión de un grupo de desconocidos encerrados para fingir una falsa felicidad, bebiendo bebidas falsas, simulando estar acabando el año, riendo y aplaudiendo a las órdenes del regidor.
De la Iglesia reivindicaba en la presentación del rodaje su predilección por la comedia antes que el drama, olvidándose de que también el humor contiene o esconde la mayoría de las veces algún trasfondo dramático: «La vida que llamamos ‘real’ nos estrangula poco a poco con sus tristes miserias, -detallaba el realizador-, depositando un espeso fango en lo más profundo del espíritu, malherido por el ataque constante de esos que se califican a sí mismos como ‘realistas’, proponiendo un falso racionalismo que no nos purifica con su deficiente ‘catarsis’. Y no están en posesión de la verdad. Su realidad es impostada, cruel, y sobre todo, engañosa, falsa, hipócrita».
El cineasta asegura sentir aversión por lo serio: «Nos mienten, porque las cosas, en su ser más profundo, no son serias. La seriedad es una trampa para controlarnos. La risa nos despega de las cosas y nos permite juzgarlas con distancia. Gracias a la risa podemos observar lo que ocurre desde un punto de vista excéntrico, obteniendo una visión de conjunto que la ‘realidad seria’, inmersa en el sistema, no es capaz de ofrecernos».
La clave, según él, estaría en que el humor es mucho más abarcativo: «A través de la comedia podemos generar ‘un mundo’, una realidad alternativa que, siempre desde de un punto de vista ficticio, que no científico, nos muestre una imagen de nosotros mismos para observarnos con mayor detenimiento, es decir, con mayor libertad». A esto De la Iglesia añade que la comedia es objetiva en su mentira ya que en ningún momento pretende mostrarnos la verdad ‘per se’, y la define como «un reflejo ‘desde fuera’ sin ensuciarse con subjetividades».
«Mi Gran Noche» es una película rodada en un sólo espacio en el que se mueven sus personajes: «Se trata de un espejo que deforma la realidad, -cuenta el director-, alterándola para así hacerla reconocible. En lo grotesco encontramos esa distancia necesaria para vernos en conjunto, dibujados con trazos gruesos que nos separan del fondo, de manera clara y distinta. (…) Después de presenciar el espectáculo grotesco de la comedia, (el público) se entiende mejor a sí mismo, pero repito, nadie le obliga a cambiar sus decisiones, sólo a reírse de ellas».
La puesta en escena que quería para la película, la definía así el director: «La cuestión es conseguir el máximo ritmo, la mayor velocidad posible en el ametrallamiento de los diálogos, para lograr esa sensación de inabarcabilidad que pesa sobre este mundo grotesco y sobrecogido.
Como en la vida, no habrá tiempo de detenerse un segundo para pensar, y la sensación que provocará a la audiencia será siempre de agotamiento o extenuación».
(fmr/jlg) ©fotos, DYP