Entrevista a Arturo Ripstein: «El Estado tiene que apoyarnos porque sino perdemos todo lo que tenemos»
La Mostra de Lleida lo exhibió por primera vez en España en el año 2007. «El Carnaval de Sodoma» es una historia muy encerrada, sobre gente que va a un burdel y la sublimación de cada uno de ellos en torno a otro personaje que aparece allí, una mujer a la que llaman «Princesa de Jade». Transcurre en Dominicana y habla sobre la relación de estos cinco personajes en torno a una fantasía, una quimera. La actriz española María Barranco tiene un papel destacado en el elenco.
En un burdel de mala muerte desfilan sus frustraciones un poeta que nunca ha publicado, un revolucionario que llegó tarde a la historia, un ángel provocador, un burócrata con delirios de bailarín, un chico avaricioso y su timorata esposa, una prostituta con baja estima profesional, una caterva de hetairas de dudosa sensualidad y, por último, un cura con hedor a santidad. Pero aparece esa forastera con aires de princesa y trastoca el equilibrio del establecimiento.
Entrevista con Arturo Ripstein
«Estaba yo en un festival de cine en Dominicana y en algún momento nos llevaron a la librería. Yo de literatura escrita en ese país conocía poquísimo; solamente había leído cosas muy antiguas. Entonces me puse a leer títulos y vi éste que me pareció muy notable, de Pedro Antonio Valdez. Compré la novela, la leí y me gustó mucho. Le pedí los derechos, nos los dió y se hizo la película. Fue así de complicado».
– En la película encontramos un mosaico de personas frustradas y derrotadas. Fue usted mismo quien la definió en su momento como «una caja china en la que los personajes se desnudan en todos los sentidos del término».
«Es una historia de desilusiones y desencantos, porque este burdel reune a una serie de desencantados que tienen ese espacio para compartir y ser dichosos en el rato que les corresponde».
– Y el personaje de la Princesa de Jade es el vertebrador de esta historia.
Sí, es lo que uno a las varias historia que se relatan, porque son varias ópticas desde los mismos dos días en el burdel, esos últimos momentos antes de que clausuren el local».
– Se llegó a publicar que su estructura dramática de esta película es parecida a «El Callejón de los Milagros», película de Jorge Fons del Toro.
«No, más bien «El Callejón de los Milagros» la tomaron prestada de «La Mujer del Puerto», película unos cuantos años anterior. Es decir, la primera está directamente robada de la segunda en la estructura y un poco inspirada en una serie de cosas de Mahfuz, pero «La Mujer del Puerto» es bastante anterior a «El Callejón de los Milagros», y de ella los escritores sacaron esa estructura, que no es la primera vez que se usaba, de varias ópticas pues ya encontramos referencias literarias en obras incluso del siglo XVIII.
Entonces «El Carnaval de Sodoma» no es que se haya basado en «El Callejón de los Milagros», película que a mí no me interesa en absoluto. Es más bien al revés, me robaron a mí».
– Se ha publicado que usted reniega de sus películas y que jamás las ve, ¿es cierto?
«Sí, es verdad. A mí me tocó la buenísima fortuna de hacerlas pero cuando Dios te otorga un don que es poder filmar, también te otorga un castigo lateral que es tener que verlas. Eso es durísimo y entonces prefiero no verlas».
– Usted presenció de joven la filmación de «El Ángel Exterminador», de Luis Buñuel, y este año se conmemora el 25 aniversario de su fallecimiento. ¿Qué recuerdos tiene de aquel entonces y qué influencias tuvo en su filmografía?
«Buñuel fue mi importante para mí. No fue mi maestro, ni muchísimo menos, como se ha dicho por ahí. Yo cuando aprendí cine no había escuela en México entonces se aprendía asistiendo al cine a ver películas, se aprendía de ellas aunque yo tenía la fortuna de ser hijo del productor y podía entrar a las filmaciones.
Con el que más estuve fue con Chano Urueta, un asombroso director mexicano y con Buñuel una sola vez que me permitió estar ahí en un rincón. Si con otros directores aprendí técnica, con Buñuel lo que aprendí es una actitud ética frente al trabajo que era la entrega, el respeto y la seriedad».
– Se prevé que con la revolución digital el cine esté transitando por una senda de cambios importantes. ¿Cómo lo ve usted?
«Yo creo que sin la menor duda porque el cine que nosotros hacíamos, concebíamos y teníamos pensado antes, se acabó. Ahora las salas de exhibición sirven para las grandes producciones, muy poco para las pequeñas, ¡vaya! lo que no es Hollywood, y entonces el cine digital tendrá la opción de ser una nueva plataforma en todos los sentidos. Habrá que buscar una nueva ética, una nueva estética y, por supuesto, una vez hechas las películas, una vez democratizado este asunto, tendremos que ver cómo hacemos para lograr la salida, osea, la distribución y la exhibición en otras formas alternas».
– ¿Esto posibilitará que muchas más personas puedan llegar a presentar más trabajos?
«A hacerlos, presentarlos es un poco más complicado, pero a hacerlos sí, sin la menor duda. Las plataformas indiscutiblemente democratizan las opciones de hacer películas. Eso no quiere decir que sean buenas, igual que cualquiera puede sentarse a escribir un soneto, pero no todo el mundo lo haría bien. Con un papel y un lápiz sería todo; cualquiera puede hacer un cuadro con un lienzo, unos pinceles y unas pinturas pero no cualquiera lo va a hacer bien.
El cine ya cualquiera lo va a hacer, pero eso no garantiza de ninguna manera que vaya a ser bueno. Yo calculo que en la democratización sale toda la mierda que está acumulada y, detrás de todo eso, aparecerán las pequeñas joyas y los grandes momentos, pero la basura será tumultuosa».
– Fox dijo cuando era presidente que no pensaba ver cine mexicano, ¿cómo ve ahora el tema de los apoyos e incentivos al cine por parte de las autoridades nacionales?
«Yo espero que se apoye y he insistido en muchas tribunas que es importante que para las películas que tienen una cierta ambición, que no están pensadas para ser únicamente lucrativas o para ser comerciales, que el Estado tiene que transformarse en mecenas y apoyarlas. Que eso ocurra es complejo y difícil, pero esa es mi propuesta: el Estado tiene que apoyarnos porque sino perdemos todo lo que tenemos».
– Actualmente hay mucha preocupación por la violencia en el país y eso se vio recientemente en el Festival de Morelia también. ¿Qué piensa sobre este tema?
«No tengo la menor idea. A mí me toca hacer cine. De pronto uno es hijo de su tiempo y de sus circunstancias y las violencias son parte de nuestras circustancias, aunque es un tema que da para buenas películas. Ahora que, cómo se resuelve es un problema que yo calculo que ciertamente es competencia de otros».
– Usted ha pasado también, y no hace mucho, por el terreno del documental. ¿Ahora tiene pensado hacer algún tipo de trabajo en este terreno?
«Yo estoy haciendo en estos momentos unas serie de retratos de personajes importantes de la cultura nacional, que son personas que han ganado el premio fundamental de este país que es el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Entonces estoy haciendo unos pequeños esbozos de algunos ganadores de este premio que son gente muy interesante».
– ¿Y en ficción veremos algún nuevo trabajo suyo?
«Sí, estoy pidiendo ahora los apoyos para hacer una película el año próximo».
©Carlos Bermúdez/Cinestel.com 27/10/2008