La filmografía de Federico Robles centrada en la Memoria Histórica
26 Festival l’Alternativa
A partir de un corto que se exhibió este año en el Festival de cine independiente de Barcelona, L’Alternativa, es posible descubrir cómo un realizador de cine va enlazando temas en su filmografía que se asemejan.
El director Federico Robles estuvo en esta muestra de cinefilia llegado desde Córdoba (Argentina), para presentar su cortometraje “4664”, un montaje de tan sólo un minuto y cuarenta segundos de duración total sobre los juicios de lesa humanidad que tuvieron lugar en esa ciudad con el propósito de que se hiciera justicia frente a los represores de la dictadura.
La escasa duración de ese corto es una especie de respuesta al largo tiempo que se tomó la justicia argentina para comenzar a juzgar a los torturadores, aunque Robles también hizo dos largometrajes que están relacionados con la Memoria Histórica.
Uno de ellos es “El hijo del cazador” (2018), donde por primera vez habla el hijo real de un torturador que con 15 años tuvo que soportar a su padre delincuente del Estado en casa. El otro es “Apuntes para una herencia” (2019), una historia alrededor de su propio abuelo, quien tras haber sido un soldado franquista durante la Guerra Civil española y teniendo trabajo como Guardia Civil, decide abruptamente trasladarse a vivir a Argentina con su familia.
“4664” muestra imágenes del proceso final de un juicio, donde Robles solamente tuvo acceso a los alegatos finales. En concreto es el Jefe del tercer cuerpo de ejército, en aquel entonces la segunda unidad más importante del país, Benjamín Menéndez, quien aparece hablando y expresando los mismos argumentos por los que otros antiguos militares ya habían sido condenados en distintos lugares de la Argentina. Han pasado 40 años desde que los hechos sucedieron y muchos de ellos murieron. Hubo un primer juicio nada más acabar la dictadura, y luego se reabrieron los procesos a mitad de la primera década de este siglo.
Estas tres películas tienen en común que están apoyadas por material de archivo. El de “El hijo del cazador” fue especialmente difícil de conseguir, pero es indispensable para contar esa historia, mientras que en el caso de “Apuntes para una herencia”, se trata de imágenes surgidas a partir de los archivos familiares.
Federico Robles, quien ha vivido mucho tiempo en España, responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Cómo pudo Menéndez decir que ellos vencieron militarmente? ¿Cuál era el otro ejército?
A mí para este corto en particular que hemos presentado en L’Alternativa, lo que me pasó es que tuve una especie de choque o hartazgo personal de escuchar ese discurso público que se repite y traspasa el ámbito de un juicio. Es un argumento de la derecha que dice que había una guerra y que había que combatirla. Y si bien es una tesis que parece que tuviera una lógica filosófica, es tan evidente la prueba en contra de eso y tan fácil argumentar lo contrario con hechos y datos concretos que a mí me parece que, al escuchar ese discurso nuevamente una vez más en el juicio, un ámbito público en una sala judicial, era necesario que yo hiciera algo al respecto con un juego de contrastes, como una forma de anular esa supuesta lógica de ese discurso porque, como dices tú, no había otro ejército. Había organizaciones políticas que usaban la violencia armada, pero comparándolas con la fuerza y el poder del Estado, eran insignificantes.
– De este mismo juicio tú muestras algunas imágenes más en el largometraje “El hijo del cazador”, donde se producen idénticas burlas de los ex-represores hacia los familiares de torturados y asesinados que están en la sala, en clara semejanza a lo que ocurrió en otros procesos similares.
Sí, porque al fin y al cabo yo sostengo que están convencidos de que ellos hicieron una guerra y de que fueron unos soldados que lucharon contra, dicho en sus propias palabras, “un enemigo extranjero que vino a trastocar los valores de nuestra Nación”, el cual era el marxismo internacional, y debido a ello piensan que ellos salvaron a la patria.
Creo yo que ellos lo siguen viviendo como una lucha ideológica, donde hay enemigos del otro lado que más tarde tomaron el poder, por lo cual circunstancialmente les tocó ahora en el juicio “librar una batalla más” por aquella época. Dice Menéndez textualmente: “La guerra la ganamos militarmente, pero no políticamente”, y con eso se refiere a que aquellos a los que ganaron ahora están en el poder.
Según esa idea, el kirchnerismo es sólo una expresión de esas vanguardias de izquierdas de los años 70, lo cual es bastante discutible.
– ¿Y no crees que hubo un intento por parte de ellos de agarrarse a la existencia de Montoneros como si fuera algo que provocó todo aquello?
Sí, claro.
– Pero no todo el mundo era montonero. Era un grupo minoritario y había infinidad de organizaciones políticas de la izquierda democrática y no violenta.
Así es. Ese fue el gran argumento de la derecha, decir que hubo una organización que era violenta y que como utilizaba métodos de guerrilla armada para alzarse con el poder, lo que ellos hicieron era justificativo. Es decir que, como aquellos ponían bombas, ellos podían torturar, hacer desaparecer y robar hijos desde el Estado. Entonces sigue habiendo esas chicanas políticas donde se esgrime ese tipo de explicaciones sobre la base de Montoneros.
Lo que sí hay muchas veces es una especie de discusión de café, en un ignorancia un poco grande sobre la cuestión jurídica que permite estos juicios, porque no es una cuestión solamente política. Todo ello dio paso a que se reabrieran los juicios, se juzguen a los implicados, y que esos procesos tengan todas las garantías constitucionales y de derecho internacional que tienen que tener. Lo que pasa es que para el sector más conservador y de derechas, no deja de coincidir ese momento de los juicios con el momento en que gobernaba el kirchnerismo en Argentina, por lo cual asocian directamente una cosa con la otra.
Muchas veces nosotros en la Argentina no nos damos cuenta, pero ha sido un proceso hasta estudiado internacionalmente, al haber ido muy a fondo en esas cuestiones de Memoria. En Latinoamérica ese proceso, salvo Uruguay, no lo ha hecho ningún otro país y ahora vemos en Chile las consecuencias de no haber revisado ese pasado. Y lo mismo en Bolivia, Perú o aquí mismo en España.
– En otra de tus películas, “El hijo de un cazador” muestras el trastorno que ha causado un padre fascista y represor a su descendiente directo, y se da el caso de que muchas veces las familias no conocían nada.
El proceso de Memoria hasta hace poco tiempo consistió en recuperar la memoria de las víctimas y la historia de casos concretos de gente que había desaparecido y muerto, hacer justicia y recuperar el testimonio de los familiares. Pero el testimonio desde el lado de los militares nunca había aparecido. Primero porque había un pacto de silencio que es inquebrantable. Yo creo que el único militar que habló desde que empezaron los juicios, allá por el 83, fue Scilingo que se arrepintió y fue a declarar porque no aguantaba más. Creo que fue el único que se quebró.
A partir de ahí, ningún militar, ningún acusado, ningún testigo que haya ido a juicio formando parte de los grupos de tarea y demás, nunca nadie habló, porque hubo un pacto de silencio muy rígido. Entonces no se sabe absolutamente nada sobre lo que hicieron a nivel de tarea política los militares que tenían responsabilidades de gobierno o lo mismo dentro de las Fuerzas Armadas, ni qué pensaban y cómo vivían en sus familias o en la intimidad.
Hace poco empezaron a aparecer algunos hijos de militares que se han interesado por revisar su propia historia familiar, e inclusive algunos se han manifestado públicamente en contra de los ideales de sus antepasados a nivel personal. Y hay otros como Luis, que es el protagonista de nuestra película, que padece una situación que es ambigua, pues en algún punto está medio enojado con su familia por cómo lo trataban y por las cosas que le hizo vivir su padre con la edad que tenía, y él quiere que eso se sepa, pero al mismo tiempo es alguien que no ha hecho un proceso de deconstrucción, tampoco a nivel ideológico. Sigue siendo un tipo que apoya la mano dura y los gobiernos autoritarios, y eso le hace bastante ambivalente. Ése es un fenómeno de estos últimos años.
– Luis ha tenido problemas con una transmisión familiar de bienes y en tu otra película “Apuntes para una herencia” hablas de un tipo distinto de legados dentro de tu propia familia. ¿Pudiste incluir a todos los familiares que quisiste en el film?
Claro que no. En la película está explícito que yo quise hace un proceso de reconsideración de la historia familiar que nos habían contado, y ver qué sabíamos de la historia de mi propio abuelo que estuvo en la Guerra Civil del lado de los franquistas y en la Guardia Civil. La situación fue un poco conflictiva, hubo barreras que me fue imposible flanquear, familiares que no quisieron más hablar del tema e incluso otros que ya ni siquiera quieren hablar conmigo.
Pero es difícil construir esos relatos y yo también entiendo los motivos, porque siendo un familiar directo como un padre o un hijo, a veces es difícil ponerse en un lugar de objetividad y tener la frialdad para analizarlo en otros términos. En “Apuntes para una herencia” mi papá me dice claramente que él no iba a hablar de esto porque se trataba de su padre, aunque él tenía una postura clara y en la película de alguna manera se puede interpretar. Hay que tener en cuenta que son temas muy dolorosos.
– Y lo que está claro es que también hay en esas personas familiares que aparecen una necesidad de olvidar, incluido el caso de Luis que se va a Bielorrusia, ¿no es así?
Sí, e incluso lo pienso en el caso de mis tíos eso. Osea, yo planteo esta temática y no se trata de una película señaladora ni juzgadora, porque no era su estilo, pero el mero hecho de hablar del tema hace que ellos anulen la discusión y no quieran ni siquiera formar parte de la charla y mucho menos de la película. Eso es una manera de obturar la discusión y las posibilidades de revisión, o de querer olvidar.
Lo poco que sé de mi abuelo es que para él los recuerdos de la guerra eran muy dolorosos, por lo tanto no lo sacaba a cada rato, pero si alguien le consultaba y le preguntaba, tampoco es que lo escondía. Tuvieron que ser situaciones muy densas a nivel emocional porque por ejemplo, en su pueblo, las veces que he ido, nadie recuerda que hubiera contado demasiadas cosas, y no se habló más del tema.
También creo que tuvo que ver con un proceso político posterior, pues aquí ganó el franquismo, ellos vivían en el país y no había necesidad entonces de revisar aquel pasado porque era el discurso legitimado, ganador, el cual era el discurso oficial. Pero sí que se da esa situación del olvido. Aunque Luis claramente cuando se va, se escapa, en una forma no sé si de olvidar, pero sí de escaparse.
©José Luis García/Cinestel.com