«Camino de Campaña»; el costo de reingresar al oscuro pasado
Estreno en BAMA CINE Buenos Aires 25/02
Con el honor de haber visto distinguida su primera película «La Carrera del Animal» como Mejor Película Nacional en el BAFICI, el argentino Nicolás Grosso aborda en su segundo filme un drama similar y se pasa a los detalles del color, pero suavizados con un ambiente de iluminación ligera o tenue que refuerza las condiciones por las que Agustín (Agustín Rittano) vuelve a su pueblo natal, luego de seis años de ausencia, para asistir al proceso legal donde será juzgado por el presunto asesinato de sus padres. «Camino de Campaña» aborda un proceso de reencuentro del protagonista con su oscuro pasado, una llegada que primero se presenta como algo tediosa tras la gravedad de lo ocurrido, pero que a medida que coincide con viejos amigos y se suceden inesperados actos violentos, el relato va tomando cada vez mas visos de tensión y de alerta, aunque una enigmática e imprevisible joven le mostrará otros modos de vivir el aislamiento.
Con Valeria Blanc, Alexis Cesán, Paula Ituriza, Juan Barberini y Alfredo Zenobi completando el elenco, estamos ante una película sobre el miembro de una familia que un día desaparece sin explicar a nadie los motivos, pero que al mismo tiempo tiene algunos componentes de su familia que ejercen algún tipo de violencia, con lo cual ese desarraigo tiene que ver con su núcleo familiar. Por otro lado, Leila también llega desde la ciudad bajo un aura de misterio. Filmada en la sierra de Córdoba, en un ambiente rural, casi se puede afirmar que en cierta forma es un espejo del anterior filme del realizador.
Nicolás Grosso responde las preguntas de Cinestel.
– En sus películas se percibe una fascinación por la intriga de las ausencias. ¿Sus guiones de cine se envuelven de esa no presencia?
Ciertamente, hay una idea de trabajo sobre lo que no existe, o sobre lo que en algún momento ha dejado de existir, o sobre lo que no se sabe -en el caso de “Camino de Campaña”-, que es más o menos lo mismo.
Esa idea “oscurantista”, muchas veces catalogada de ese modo en el sentido más didáctico y peyorativo, es el motor que a mí me ha permitido aprender a vincular la comprensión del cine como espectador con el desarrollo más profundo de la subjetividad. Siento que el acceso a cierto tipo de relatos, muchas veces elusivos, es lo que nos permite entrenar una mirada para luego entender la vida y a las personas que tenemos alrededor. De esa manera, siento que esa mirada sobre el cine, en mi caso, se asemeja por completo a cierta mirada sobre las personas y las cosas. Siendo mis primeros pasos como cineasta, siento que esto es un primer paso dentro del aprendizaje del oficio de narrar, pero con claridad tuve la necesidad de empezar por ahí y no por otro lado.
– En esta película hay una implicación de acontecimientos del pasado y los costos de reingresar en él. ¿Sus personajes encuentran ahí poco respiro y también muchas tensiones?
En esta película hay una vuelta forzada al pasado. Imagínese los costos que puede tener reingresar en él, que tuve que diseñar un proceso judicial para que el personaje tenga la obligación impostergable de adentrarse en ese pueblo natal luego de años de ausencia; siempre con la idea de chocar de frente con esa experiencia. Otra historia podría haber sido la vuelta para un fin noble o agradable, y luego así descubrir el “infierno grande” tras notar cómo eran realmente las cosas en ese pueblo luego de algún tiempo. Preferí que el impacto cruce al personaje de entrada, aun siendo que el relato dosifica esa información para el espectador, quien sabrá con el correr de la película en lo que realmente está metido ese hombre.
La idea de tensión permanente atraviesa toda la película, y eso se instala como constante. Nunca pareciera plantearse la idea de redención, dado que es inviable pensar en trastocar los matices que ese pasado fue cimentando. En ese sentido no me ha interesado trabajar con una parábola de personaje, sino más bien con la pura reacción de un contexto ante la llegada de agentes conflictivos. Es por eso también que me permito darle volumen al artificio y deconstruir tanto el espacio como el tiempo lineal del relato.
– Creo que no repite con ningún actor o actriz de su anterior película. ¿Prefiere buscar los que mejor se pueden adaptar a los personajes?
Si bien sólo se repite un actor (quien ahora es “Matías”, el antiguo jardinero de la casa familiar que lo recibe hoy en su propia morada, fue en “La Carrera del Animal” un empleado de la fábrica un poco border que atosiga al protagonista tratando de venderle todo tipo de baratijas), mi idea no es sólo buscar quiénes mejor se adapten a cada personaje, sino también disfrutar de la amplia gama de talento actoral que da nuestro país. En un registro de actuación tan acotado, cada matiz y cada gesto hace la diferencia, por eso trato de ser específico a la hora de convocarlos.
– ¿Cómo ha sido la experiencia de pasarse al color tras haber rodado en blanco y negro el anterior film?
La experiencia de filmar en color fue realmente gratificante. Con el notable trabajo de fotografía de Federico Sande Novo, la película creció en factura estética y se permitió subir la vara ante una estructura de producción acotada. Creo que el blanco y negro es siempre rendidor, pero en este caso necesitaba una mayor cuota de realismo que en la película anterior, por eso fue inevitable afrontar el desafío, y sin dudas lo fotográfico terminó siendo uno de los pilares del relato en “Camino de Campaña”.
©José Luis García/Cinestel.com