«Hotel de la Amistad», de Pablo Doudchitzky; el reencuentro vital

Estreno en Buenos Aires
De vez en cuando, resulta sumamente interesante intentar recuperar algunas conexiones con nuestra infancia. El escritor y guionista Yuri Doudchitzky es el responsable del guion del documental «Hotel de la Amistad», filme dirigido por su hermano Pablo.
La película tiene altos vínculos con su pasado familiar, pues cuando ambos eran niños, su padre, un revolucionario comunista, decidió llevar a la familia a vivir a Pekín en un largo viaje. Esta es la crónica de su estadía en plena revolución cultural.
El film cuenta como epicentro con el «Ioipinwang», que se traduce como «Hotel de la Amistad», lugar donde residieron hasta la interrupción del trabajo como profesor de la universidad de su progenitor, cuando su amigo y jefe del departamento de Español, Mong Futi, fue detenido por capricho de los «guardias rojos».
Medio siglo después de aquello, los dos hermanos regresan para reencontrarse con aquel pasado. Uno de ellos es co-protagonista del documental y el otro es el director y camarógrafo. Los motivos están muy ligados a las emociones, porque se trata de un intento de conocer mejor aquella sociedad. También de averiguar lo que le pasó al mejor y único amigo chino de su padre, en un país que ha vivido cambios radicales en muy poco espacio de tiempo.
El realizador Pablo Doudchitzky responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Se impresionaron por los cambios habidos en Pekín durante estas décadas desde que ustedes eran chicos?

Pablo Doudchitzky
Sí, obviamente que sí, la transformación ha sido enorme. Ya estábamos advertidos de eso y mi hermano Yuri había hecho un viaje unos años antes a Pekín y regresó muy sorprendido por esto. De todo modos nuestros recuerdos infantiles son muy endebles y muy circunscriptos al Hotel, la escuela, los juegos en el patio. Pero claramente China es otra y contrariamente a lo que siempre fue, hoy parece estar más cerca de su futuro que de su pasado.
– ¿Su padre fue consciente de lo que fue una gran hipocresía política? Doy por hecho que el documental se lo dedican a él.
Sin duda es un homenaje a su arrojo y su romanticismo. Mi padre era un excelente persona, muy cariñoso, muy buen amigo de sus amigos y muy considerado con todo el mundo. También y por estos mismos motivos, y porque casi carecía de malicia, es que se vio de algún modo decepcionado y violentado por este episodio en donde se pusieron a flor de piel lo peor de las miseria humanas.
– ¿Y el caso de que un señor anciano ubique en el film a Argentina al lado de Canadá pudiera ser otro síntoma de que aquella no fue una sociedad tan completa como entonces parece que la pintaban?
Yo creo que si le preguntas a un argentino medio donde está China es muy probable que se la imagine muy lejos pero sin poder precisar mucho más que eso. En Canadá ha habido una gran migración de chinos y probablemente este hombre “medio” no tenga mucho más idea sobre el mundo que lo que ha venido escuchando de parientes y amigos. De todos modos yo creo que el gran logro de la revolución es haber incorporado de alguna manera a millones de chinos a la vida tal como hoy la conocen, donde comen, estudian y trabajan. Es cierto, las condiciones no son precisamente envidiables pero antes de la revolución morían como moscas por pestes, hambrunas, etc.
– ¿Aunar partes íntimas de su vida personal en China con otras realidades sociales y políticas fue lo más difícil para hacer la película?
Yo creo que nuestra historia personal sin ese contexto hubiera carecido de todo atractivo. En el imaginario mundial la revolución cultural fue algo así como un momento de esplendor de la cultura y por el contrario fue un momento nefasto para los pensamientos y las artes. Se trató más que nada de un contragolpe de Mao en connivencia con el ejército y los jóvenes ultras para hacerse del poder total. De este modo las libertades en vez de florecer, marchitaron y la cultura fue sobrepasada por el miedo y el fanatismo.
©José Luis García/Cinestel.com