Entrevista a Sami Mermer, que en “Xalco” regresa a su lugar de origen

13ª Mostra de Cinema Àrab i Mediterrani
Sin acceso al mar, el Kurdistán en un territorio que está repartido entre varios Estados, y en la Anatolia turca hay muchos pueblos habitados exclusivamente por kurdos.
El director turco-canadiense Sami Mermer tiene un especial interés en reflejar en sus películas distintas facetas que tienen que ver con sus antepasados pertenecientes a ese mismo pueblo que, como se sabe, no está asentado en una sola nación.
La Mostra de cine Árabe y Mediterraneo de Barcelona no es la primera vez que acoge un filme de este director tan sensible a temas como la familia, la amistad y el amor propio en un contexto tan duro como es el de las diásporas que inevitablemente se producen en muchas partes del mundo.
“Xalco” es su más reciente película y ha sido rodada en una pequeña localidad kurda donde vive una parte de la familia del cineasta.
Dirigido conjuntamente con su pareja, la marroquí Hind Benchekroun, el filme se centra en ese pueblo perteneciente a la Anatolia de Turquía, donde habitan un buen número de mujeres cuyos maridos tuvieron que emigrar a países lejanos y no han vuelto. Las consecuencias de ese éxodo masivo quedan patentes en cada una de las escenas de esta obra fílmica que, sin embargo, no renuncia a algunos espacios de comicidad, contención y esperanza.
Sami Mermer responde las preguntas de Cinestel durante su estancia en la Mostra:
– Usted que nació en ese lugar en concreto, ¿cómo describiría ese contexto de ser kurdo en Turquía?
Yo nací en Xalco, hice los estudios de secundaria en una localidad cercana llamada Konya que no es un pueblo kurdo, y emigré a la edad de 17 años. Los kurdos están en esa zona de Turquía desde hace unos 100 años, al tener que refugiarse por ser expulsados de otros lugares. Hay 100 pueblos de mayoría kurda en ese país, donde se mantiene nuestra cultura y tradición, aun cuando son sitios que no están muy desarrollados, ni económica ni culturalmente; y yo creo que ese es el fruto de una política del gobierno turco para que eso sea así, de manera que no podamos desarrollarnos y nos vayamos diluyendo. Ése es el motivo por el cual hay tanta emigración, sobre todo de hombres, aunque cada vez más se han ido marchando mujeres hacia Europa para encontrar una nueva vida.
No hay una guerra allí, pero sí que existe esa política de asimilación que lo que hace es tratarnos como si fuéramos extranjeros en nuestra propia tierra. Y de hecho, Xalco quiere decir «extranjero», aunque también viene del nombre de una tribu y hay en total cuatro pueblos que se llaman así.
– En la película se ve cómo los habitantes del lugar subsisten con ganado de ovejas y otros animales, lo cual nos puede dar una idea de que en aquella zona tal vez podría haber una salida económica y que quizá son otras las razones que motivan la salida hacia el exterior, ¿no es así?
Eso es verdad. Antes de la emigración la economía estaba basada en la ganadería, las ovejas, las vacas y también la tierra, porque era una región rica en maíz ya que es un terreno árido en el que no hay montañas al ser todo una gran planicie. Seguramente esa tradición la llevaron los kurdos después de haber sido nómadas durante largo tiempo.
Poco a poco la emigración al extranjero ha ido reemplazando esa economía ganadera que también ahora, al igual que pasa con la agricultura, se ve amenazada por el cambio climático. Por lo tanto, es una región que ha dejado de ser tan fértil como antes. Como ejemplo, los pastores que se ven en la película tienen a sus hermanos en Europa y para que ellos puedan comprar y engrandecer el ganado, los desplazados les envían el dinero que necesitan. De este modo, hay veces en que el pastor acaba siendo más rico que sus hermanos.
Antes de la guerra entre Irán e Iraq, todo el mundo tenía un camión y hacía comercio con el petroleo entre Turquía y el Iraq. Mi padre trabajaba haciendo eso. Con el enfrentamiento entre los dos países este tema se paró y justo fue en ese momento cuando comenzó a producirse la emigración masiva que dura desde el año 2000 hasta más o menos el año 2010. Ahora mismo son los jóvenes que no tienen estudios quienes emigran hacia el continente europeo porque buscan un bienestar que en el pueblo no tienen y también porque se sienten extranjeros en Turquía. Inclusive encuentran más mujeres kurdas para casarse con ellas en Europa que no en su lugar de origen, y el regreso a su pueblo únicamente es para reencontrarse con la familia y comprar una casa donde estar de vacaciones, para después volver a Europa a trabajar como esclavos.
– Creo que una parte de los personajes que salen son familia suya. Hay una tragedia familiar evidente, pero también hay partes de la película con una especie de humor irónico. ¿Eso lo hizo para compensar un poco la pena por las constantes separaciones familiares?
No exactamente. El pueblo kurdo es cómico y siempre se ríe de sí mismo, así que gracias a esta comedia ha podido soportar y mantenerse después de tanta guerra y de tanta violencia.
La gente cuando llega al pueblo lo primero que hace es reírse de momentos que habían vivido previamente, de personas que han conocido,… y así se pasan los primeros días. También hay personas en el pueblo, como un primo mío, que tienen un poco este papel de humoristas, y dentro de la comunidad la comedia y la literatura de series la encuentran en las historias de ellos mismos, convirtiéndose en una especie de círculo cerrado que de este modo intenta salir adelante.
Nosotros tenemos algunas diferencias con el pueblo árabe. Por ejemplo, para ellos la religión está más presente y hay toda una seriedad que en cambio en el pueblo kurdo no existe. Los kurdos siempre están buscando el motivo para reírse del que tienen al lado y es normal que se vayan provocando el uno al otro por temas como la forma de llevar los pantalones o el corte de pelo.
Fíjate en Bahman Ghobadi, que siendo un cineasta kurdo con unas películas muy trágicas, porque hablan de situaciones de violencia, de guerra, de opresión,… siempre introduce cuestiones de humor y de ironía, y son tragicomedias porque al mismo tiempo, la situación política que vive este pueblo es tragicómica. Pero estoy seguro de que sin comedia no habríamos podido tirar adelante.
Y el hecho de que no sea un pueblo tan devoto de la religión tiene que ver con la influencia del PKK que, a través de la estancia de sus miembros en Europa, trajo una cierta modernidad y apertura. La religión está más presente en los pueblos turcos que en la zona de los pueblos de mayoría kurda. Y eso que Konya, que está muy cerca y a tres horas de Ankara, es la ciudad sufí por excelencia, pero nosotros no somos de esa congregación. Tampoco estamos en el territorio propio del Kurdistán y por eso la mía es una de las pocas películas kurdas que no habla de la guerra.
– He visto que otra de sus películas fue rodada con los sintecho de los Estados Unidos, que normalmente son gente que o no tienen familia o no tienen contacto con sus familiares. ¿Para usted la familia es un tema tan importante en el desarrollo de su filmografía?
Rotundamente sí. Te agradezco que me lo comentes porque para mí la familia es muy importante y eso yo lo he entendido y lo he descubierto con la emigración. Yo ya hace 20 años que estoy viviendo fuera de Turquía y más o menos 30 que me fui de Xalco, un pueblo que ahora es un poco fantasma por la escasez de gente en algunos momentos del año.
La familia es con quienes aprendemos las primeras cosas de nuestra vida y por eso es tan importante. Pero en los Estados Unidos y después en el Canadá es donde he aprendido mucho más porque veo que hay gente que tal vez tiene a los familiares solo a 10 kilómetros, pero en cambio se ven solamente una vez al año. Y sin embargo yo, que tengo la familia muy lejos y repartida por medio mundo, mantengo una relación de una manera o de otra y siento esa necesidad. Ahí sí que me comencé a hacer preguntas porque no lo acababa de entender, ya que para mí los familiares son con quienes comienzas a descubrir las cosas que tiene la vida.
En “The Box of Lanzo” (2009) reflejé un grupo de americanos sin casa, que no son migrantes y la mayor parte de ellos son negros, alcohólicos,… y eso me impresionó muchísimo. Yo estuve varios años viviendo en los Estados Unidos y me encontraba muy solo sin la familia y no entendía cómo esta gente que no eran migrantes y que estaban en su propio país podían estar viviendo prácticamente sin nada. Inclusive estas personas que son negras han perdido la memoria de sus orígenes, un poco lo mismo que nos pasa a los kurdos, pero nosotros aún mantenemos más la conexión con ese pasado a través de la familia. Para nosotros el Kurdistán se ha acabado y no hablamos demasiado de ello porque mantenemos la conciencia de ser kurdos dentro de Turquía.
Otra de mis películas, “Callshop Istambul” (2016), también está relacionada con todos estos temas, porque trata de la emigración que va hacia Europa, pero hace primero una parada en Istambul, donde mantienen contacto con sus seres queridos. En el tercer mundo es donde la familia es más fuerte. Occidente, no sé si es por culpa del dinero, se ha vuelto más individualista y se ha sustituido la familia por otras cosas. Nosotros no podemos vivir sin el contacto con nuestros familiares. A mí me preocupa esa soledad que noté en los Estados Unidos y el Canadá y que a alguna gente la lleva incluso al suicidio.
– Volviendo a “Xalco”, la co-directora es marroquí y tal vez le a aportado a la película una mirada distinta. ¿Fue así?
El papel de Hind en esta película es muy importante, para empezar porque ella es una mujer y aun cuando no se entendía demasiado con las mujeres de mi familia, el hecho de que ella estuviera ya les daba a las otras mujeres más confianza, aunque se trate de mis tías y otros familiares.
En realidad yo no quería hacer una película sobre mi pueblo porque creo que no tiene nada de especial, pero fue Hind quien me animó a hacerlo. Visto desde la distancia, en ese lugar pasaban cosas muy interesantes y Hind es mucho más migrante que yo. Ella es mi pareja y marchó en 1991 de Marruecos para vivir en Canadá cuando tenía 17 años. Así que también ha padecido cosas como la inmigración o el racismo. Nuestra hija tenía 3 o 4 años cuando comenzamos el proyecto y para Hind era muy importante ir a conocer mi lugar de origen. Además, aquí yo parezco el hombre más feminista porque es una película mayoritariamente rodada con mujeres, y eso lo tengo que decir porque yo crecí entre todas ellas cuando era niño.
– Y usted que ahora vive en el Quebec, ¿cree que en esta región de Canadá hay una mejor predisposición a apoyar proyectos que hablan de pueblos sin un Estado propio?
Es posible. En el Quebec hay un fuerte apoyo por el cine documental que viene de lejos y hay toda una tradición que viene de los años 50. De hecho, el cine canadiense nació con el documental y sobre todo, en la parte francófona. Hay diversas instituciones que ayudan a los proyectos como los Consejos de la Artes del Canadá y el Quebec y otras, las cuales tienen un sistema de concurso de selección de filmes a los que ellos ayudan, pero eso no quiere decir que al siguiente proyecto lo ayuden igualmente, sino que habrá de pasar otra vez por todo ese proceso.
Lo que he visto es que hay un interés para financiar proyectos a personas migrantes que viven en el Canadá, pero que hablen de sus países de origen. Creo que es también una manera de que los canadienses aprendan algo acerca de los lugares originarios de las personas que viven en estos momentos en el país.
Aquellos inmigrantes que llegan de otro país pueden conseguir ayudas para hacer cine fácilmente, aunque algunos de ellos cuando llegan al Canadá consiguen los papeles y luego se marchan, y eso las autoridades no lo quieren ver. Pero en general si eres un buen cineasta, tienes estos apoyos, aun cuando por ejemplo Hind ha intentado desarrollar un proyecto fílmico en el Japón, y es entonces cuando nos preguntamos si ella que es marroquí ha de hacer solamente películas sobre sus orígenes. Quizá soy desconfiado, pero ya lo veremos.
En la ficción canadiense hay algunas películas que están rodadas por inmigrantes, pero no son buenas. En las instituciones de cultura hay mucha gente que sabe de cine, son muy capaces en su trabajo, pero las condiciones que les ponen, como por ejemplo que la mitad deba ser rodada en el Canadá aunque la historia se desarrolle en Beirut o cualquier otro lugar y el hecho de que se metan tan adentro pidiéndoles tanta veces que reescriban el guion, hace que haya tanta intervención por parte de las instituciones y tanta manipulación que al final acaba siendo una película al gusto de ellos, de quien paga, y no del cineasta. Entonces se encuentran los directores que han perdido 5 años para tirar adelante su proyecto, y que la película que les acaba saliendo no es la que ellos habrían deseado, sino una historia que de alguna manera satisface al poder.
Y yo también me pregunto si realmente hay un cine kurdo cuando realmente estas películas las financia el Canadá, Noruega u otro país y cada uno hace sus películas en función de las políticas culturales o de financiamiento cinematográfico que hay en cada Estado en el que nosotros vivimos. ¿Eso al final hará que nuestro cine como kurdos en la diáspora se encuentre en algún momento? Ahí está la pregunta clave.
©José Luis García/Cinestel.com