A propósito de «Raymundo», de Virna Molina y Ernesto Ardito

El director Raymundo Gleyzer (1941 -[?]) fue uno de los principales referentes del cine combativo y militante, pero resultó desaparecido durante el primer año de la dictadura militar de 1976. Los realizadores argentinos Virna Molina y Ernesto Ardito le dedicaron un documental en el año 2003 sobre el que se afirma que es uno de los filmes que fueron más premiados y mostrados en su género por los distintos festivales de cine a nivel mundial.
«Raymundo» es una película dominada totalmente por su trasfondo dramático, en la que escuchamos la voz de Diego Gleyzer, mientras se incorporan distintos fragmentos de material de archivo y los testimonios de diferentes entrevistados, así como algo de animación fílmica y fotomontajes.
En esencia, nos encontramos ante una historia que fue minuciosamente investigada por estos dos documentalistas, al tiempo que ya definitivamente construida en la sala de montaje.
Desde sus estudios cuando era joven y recibía clases en lengua yiddish por las tardes, y pasando por la implicación de Gleyzer para con la revolución socialista del siglo pasado, su preocupación por el hambre y la pobreza en un mundo tremendamente desigual, la realización de un documental en Malvinas que terminó mal para él, o su acercamiento fílmico a la matanza de Tlatelolco en Ciudad de México, «Raymundo» es un trabajo cinematográfico de gran categoría que sus realizadores llevaron hasta el límite de todas las posibilidades, es decir, que a través de él conocemos todos los datos y detalles de que se disponen para hacernos una idea de esta figura indispensable, no sólo del cine sino que también de la comunicación, porque el cine es también una manera de comunicar.
Enlazando con una proyección del documental a la que seguirá un debate este 15 de mayo dentro de la muestra RDI 10 años + 10 películas de Buenos Aires, Virna Molina reponde algunas preguntas para Cinestel:
– ¿Por qué el cine militante era y puede ser hoy un buen instrumento de difusión?

Virna Molina
El cine es una herramienta de transmisión de ideas. Es un disparador de conceptos, puede ser también un instrumento muy poderoso de propaganda y adoctrinamiento. Y cuando pensamos en esto no nos referimos específicamente al cine militante (denominación dada a aquel cine que expresa ideas directas desde una perspectiva de izquierda e invita al espectador a ser partícipe activo de la realidad que le toca vivir) sino al cine en general.
Hollywood tiene la particularidad de adoctrinar al espectador, a través de la espectacularidad de sus producciones y la manipulación de las emociones. Hollywood es absolutamente clasista y combativo en sus conceptos (ya que instala la ideología de una clase y declara abiertamente la guerra a todo pensamiento opuesto) y de hecho debería ser considerado el cine más militante existente hasta el momento, así que en ese sentido podemos decir que el cine militante es un buen instrumento de difusión porque ha sido durante todo el Siglo XX la herramienta de propaganda más poderosa que ha tenido el imperialismo estadounidense.
– ¿Se dan cuenta de que su documental «Raymundo» sigue estando vigente, pese al tiempo que ha pasado, y que cobra vitalidad al volver a verlo?
En gran medida es porque, al igual que el cine de Gleyzer, plantea conflictos que siguen inalterables en el tiempo, no se han resuelto aún. Entonces los conflictos que allí se plantean, no nos resultan ajenos a nuestra vida ni a nuestra cotidianeidad. Por el contrario, nos afectan directamente, desatan nuestras emociones más profundas y nos dimensionan la raíz histórica de los problemas que padecemos como pueblos sometidos y explotados.
– Es una pena que determinado cine de ficción haya tratado de tergiversar en esta década lo que fue la matanza de Tlatelolco. ¿Dónde están hoy en día las fotos que Raymundo Gleyzer hizo allá? ¿Se puede recuperar algo del resto de material confiscado por las autoridades mexicanas?
Raymundo no fotografió la matanza de Tlatelolco. Él realizó su documental «México, La Revolución Congelada», en el año 1970, posterior a la masacre. Lo que él afirma es que durante la investigación que hizo sobre Tlatelolco para su película, se encontró solamente con fotografías (que copió en su momento, no podríamos determinar las fuentes, quizás su esposa Juana Sapire pueda recordarlo) ya que el material fílmico había sido confiscado por la CIA y el gobierno mexicano (esto lo supo a través de los testimonios directos de quienes filmaron la masacre).
– ¿Consideran ustedes que Perón fue un revolucionario?
En lo personal la opinión nuestra no creemos que tenga verdadera relevancia, ya que somos dos individuos aislados. En última instancia debería ser el pueblo en su conjunto y a través de la Historia el que haga esa evaluación. Pero podemos afirmar que estamos más convencidos en las acciones colectivas que en las individuales. Y si bien Marx, Lenin o el Che Guervara (por nombrar algunos) pueden haber sido personas de avanzada, con cualidades magníficas de lucidez, inteligencia, entrega y valor, son en última instancia los pueblos, es decir los colectivos, aquellos que determinan la victoria o el fracaso de un proceso revolucionario. Es decir el ser humano en estado colectivo debería más que el individuo, recibir ese rótulo.
©José Luis García/Cinestel.com