Entrevista a Martín Farina sobre la película «El Hombre Depaso Piedra»

Estrenada en Buenos Aires cine Gaumont
Martín Farina es un estrecho colaborador en los filmes de Marco Berger, con quien inclusive codirigió, entre otras, sus conocidas historias «Fullboy» y «Taekwondo».
«El Hombre Depaso Piedra» es la primera película en la que funge como director en solitario. Trata acerca de un hombre mayor que vive en la localidad rionegrense de Choele Choel y se dedica a hornear ladrillos en su chacra. Mariano es un hombre ermitaño que prefiere vivir en su casa sin conexión a la electricidad ni al gas. Y solamente asoma por el pueblo cercano cuando necesita hacer compras.
Farina comienza esta historia mostrando a ese horneador de ladrillos en soledad en todo ese lugar en el que trabaja con su materia prima. La película contiene una curva ascendente que transforma su contenido narrativo, suscitando en el espectador una interesante reflexión final.
El otro protagonista del filme es el propio director, quien acompaña al anciano en casi todo el metraje, quedándose incluso a dormir en la casa para mostrarnos toda la rutina habitual del personaje principal y, claro, desdibujando también las líneas que separan el documental de la ficción.
Es posible que ellos dos puedan tener algunos puntos en común, pero Farina juega muy bien su papel de intentar acercarnos a la idiosincrasia de Mariano, inclusive en algunas escenas en las que la gestualidad propia del viejo hombre nos cuenta más cosas que las simples palabras.
Martín Farina responde las preguntas de Cinestel:
– Mariano es una persona que eligió él mismo vivir su vida en soledad. ¿Buscaste los porqués de esa actitud? ¿No será que se sentía desengañado?

Martín Farina
Así es. Desde el comienzo de la película, donde recorro con un extenso travelling, una distancia que intenta dar cuenta de un espacio casi inverosímil, el texto en off marca una determinación de final de camino y a la vez da algunas pistas que podrían ser las causas: una vida que acaeció con la muerte de los padres. La falta de amor, de pareja, de un otro. El desengaño, esa vida escéptica tiene muchas razones que yo trato de mostrar con mi propio escepticismo. Es decir, yo creo que él se siente desengañado, pero las razones que esgrime son tan difíciles de asir, que llevan la cuestión a un plano más general, existencial por decirlo de algún modo, en el cual yo decido plantar mi relato.
– Me llamó la atención que la música va adquiriendo cada vez más protagonismo en esta película, yendo de menos a más. ¿Empleaste esta progresión también por la importancia que tienen las letras de esos temas en lo que estuviste tratando en el filme?
Totalmente. Y porque la pregunta hacia afuera, mi pregunta hacia Mariano, también se vuelve hacia adentro, hacia la experiencia más cercana al horizonte desde el que se observa. Quiero decir, la música con su carácter omnipresente, cuando aparece se apodera de la imagen. Entonces me parecía interesante quitarle esa carga costumbrista, folclórica que tiene de por sí el retrato de un personaje agreste, y ponerlo en una perspectiva más ligada a la experiencia sensorial de una generación muy distinta a la que pertenece Mariano. Creo que en esa perspectiva se inscribe el punto de vista de la película.
– ¿Los comercios que se divisan en unas secuencias rodadas dentro de la población más cercana simbolizarían cómo veía Mariano ese lugar?
Así es. El extrañamiento y la invisibilidad con la que Mariano se mostraba en sociedad era ostensible. En ese sentido, me pareció interesante buscar una forma de reflejo, una especie de imagen «espontáneamente fundida», digamos, sin intervención ni pos-producción, en donde el adentro y el afuera forman parte de una misma complejidad indivisible.
– Pasaron muchos años desde que comenzaste a tomar escenas allá. ¿La idea inicial al grabar las primeras imágenes era la de hacer una película?
Pasaron más de 7 años desde el comienzo hasta que encontré la forma definitiva. La idea original surge de otro trabajo documental que realicé en la provincia de Río Negro, a partir de un programa de alfabetización, del cual solo sobrevivieron en esta película las imágenes que aparecen en el televisor y que muestran, justamente, la dificultad que tiene ese tipo de aprendizaje a una edad adulta. La película fue tomando forma cuando conocí a Mariano y profundicé en la singularidad de sus conflictos.
– La canción final dice: «No es tan claro entender cómo somos ahora». ¿Sería así como vos te sentís tras haber hecho «El Hombre Depaso Piedra»?
Absolutamente. Ayer, justamente volví a ver la película después de un largo tiempo de no hacerlo, y puedo notar la actualidad de esos conflictos, quizás algo más desplegados, aunque con el mismo grado de incertidumbre y confusión. Esa frase de la canción es y será eterna. Porque no quiere decir que no sabemos cómo somos, sino que «no es tan claro», por eso, la película podría pensarse como un esbozo de explicación de esa frase. Pienso que se juegan muchas cosas si pensamos profundamente que no es tan claro cómo somos. Y me parece que esa pregunta está presente desde siempre, y en todas las expresiones artísticas.
©José Luis García/Cinestel.com