Entrevista a Gustavo Postiglione sobre su filme «Brisas Heladas»
Estreno en Buenos Aires el 12 de noviembre
Tras «Días de Mayo» (2009), el santafecino Gustavo Postiglione estuvo volcado a la dirección de teatro, y entre sus obras se encuentra «Brisas Heladas», un relato que muta desde un registro dramático con toques de comedia hacia una historia típica del género policial, atravesada por condimentos que la acercan a una tragedia clásica. Es necesario subrayar la importancia de que haya sido el propio autor original del texto teatral quien lo ha adaptado al cine, porque tal vez sea el sistema más seguro de los posibles para no alterar demasiado la naturaleza de aquello que desde un inicio se pretendía contar, procurando introducir los ajustes que requiere una adaptación al cine.
La película es básicamente una historia de amor filial y de locura de un par de personas que viven al límite. Dos hermanos, interpretados por María Celia Ferrero y Juan Nemirovsky, llevan vidas problemáticas y se encuentran en la noche menos indicada.
Norman Briski y Gastón Pauls figuran en el reparto de este filme rodado en Rosario que busca referencias cinéfilas y cuyo realizador está inclusive implicado en primera persona en el acompañamiento musical. Gustavo Postiglione responde las preguntas de Cinestel:
– Los gestos y expresiones de los actores son muy parecidos a los del teatro. ¿Hiciste algunos cambios importantes para el cine?
El teatro que yo trabajo es un teatro de corte realista en donde busco la naturalidad en las actuaciones, casi como en el cine. Pienso el teatro con un concepto que llamamos junto con mi equipo teatro cinematográfico justamente porque trato de evitar cargar de gestos o acciones innecesarias a los personajes. Lo que sí sucede en esta película es que los estados de ánimo van cambiando a lo largo del film y esto hace que la gestualidad de los actores vaya mutando también a lo largo de la historia. Los cambios en cuanto a la obra en relación a la película fueron en dirección a que la propuesta no fuera pensada como una traslación directa del teatro al cine sino agregarle los condimentos necesarios para que la película tuviera una impronta que pueda ser leída desde el lenguaje cinematográfico con herramientas propias del cine.
– ¿Y los planos secuencia serían equiparables a un fisgoneo de la cámara por ese mismo escenario teatral?
Necesitaba escaparme de la obra de teatro y evitar las comparaciones. El lugar común diría que para que no se parezca al teatro debo recurrir a la variedad de planos, al primer plano, al detalle, al montaje con el que obligo al espectador a mirar hacia donde yo le indico, la partición en planos me permitiría una puesta cinematográfica-no teatral. El teatro en cambio sería como un gran plano secuencia. Sin embargo no seguí esas indicaciones o especulaciones y me lancé a filmar no solo en largos planos secuencia sino también en encuadres bien abiertos en donde el ojo ve todo o casi todo lo que hay delante de la cámara, casi como en el teatro. Pero no hago teatro, hago cine pero desafiando lo que podría llamarse una concepción teatral. Y la clave de esto está en la utilización del espacio. Al teatro podríamos llamarlo también como un cine en tres dimensiones reales que se puede ver sin anteojos. Nadie duda de la tridimensionalidad del espacio teatral, pero hay algo que hace que cuando nos sentamos frente a una obra de teatro por momentos tengamos la sensación de bi-dimensionalidad. Sensación dada muchas veces por los elementos escenográficos, la luz y el propio espacio donde se desarrolla la obra.
En la película de «Brisas Heladas» trabajé un concepto tridimensional en dos dimensiones a partir de los lentes utilizados que me permitieron establecer la profundidad y la composición del plano conjugando un estilo cuasi documental con un planteo estético cuidado en el encuadre y la fotografía. Pero todo esto lo veo ahora, ya que en el proceso lo que arremete es la inconsciencia consciente y la premeditación casual. Tengo por práctica también filmar las escenas en planos secuencia pero que en el montaje dejen de serlo para poder aplicar cortes. Filmo varias veces la misma escena con alteraciones en los valores de planos y poniendo el punto de vista preferentemente en un actor distinto en cada toma. Esto permite que el actor pueda desarrollar toda la escena tal cual lo haría en el teatro, descargando toda su energía en escena sin que el corte lo interrumpa. Y aquí no me importa si en algún momento puede haber un salto o una falta en la continuidad de las acciones, ya que la propia intensidad de la acción deja en un segundo plano cualquier detalle menor. La acción y el dramatismo puesto al servicio de una buena situación o un buen guión tiene ventaja sobre el calculo detallista de un guión técnico con muchas precisiones.
– En «Brisas Heladas» hay en simultáneo angustia y calma. ¿De ahí le viene el título?
El título formaba parte de un texto que estaba en el guión original pero que al ensayarlo me parecía que era muy forzado ponerlo en boca de los personajes, pero hay una idea alrededor del clima que atraviesa la película que está directamente relacionado con las Brisas Heladas. Quizás sea lo que decís vos sobre la angustia y la calma, sobre la violencia y el amor, sobre los opuestos que te acarician como una brisa en un momento pero te congelan el cuerpo al pasar.
– Me pareció que el personaje de Norman Briski es un ‘devorador’ que está casi siempre sentado junto a una mesa de bar, y el de Gastón Pauls sería un ‘equilibrador’. ¿Era esa tu idea al escribir el guion?
Los personajes de Norman y de Gastón son típicos del cine negro o film noir, el mafioso que es traicionado y el investigador que trata de encontrar una verdad que tiene más de una puerta de entrada o de salida. Quizás Norman sea un actor devorador porque su energía con la que da vida a su personaje tiene algo de eso. Norman es un amigo al que conozco de hace más de 25 años y al que cada vez que me imagino un personaje que le puede caer bien, no dudo en llamarlo y él no duda en sumarse al proyecto. Y su intensidad quizás lo coloque en el rol de devorador. Con respecto a Gastón es un actor que maneja otro sistema y que esa actitud de equilibrador (como decís) está directamente vinculada a la manera de apropiarse del personaje.
Cuando escribo un guión imagino rostros y muchas veces esos rostros o esos cuerpos son los de actrices y actores que tienen nombre y apellido y otras veces imagino alternativas entre actores que pueden hacer el mismo personaje y eso también modifica parte de la escritura porque debo acomodarme a lo que ese actor/personaje necesita. Cada actor tiene una formación y un entrenamiento que lo acerca a determinados roles en donde puede jugar de manera más cómoda y eficaz, al igual que un jugador de fútbol que juega de 9 no puedo hacerlo jugar de marcador central o que el arquero sea el más habilidoso del equipo. Hay pocos jugadores de toda la cancha y lo mismo sucede con los actores, esto hace que busquemos para cada rol al mejor en su puesto o al menos al que en ese momento creemos que puede ser el mejor. Y esto está directamente relacionado con los roles que les tocan en la historia.
– ¿Los actores y actrices que participan en la película fueron los mismos que los de la obra de teatro?
Juan Nemirovsky y María Celia Ferrero son los mismos actores de la obra de teatro, los otros fueron incorporados a la película, y solo un par de personajes estaban en la obra aparte de Celia y Juan, pero estaban interpretados por otros actores.
©José Luis García/Cinestel.com