«Palestinos Go Home», documental que representa un clamor popular

Estreno en Buenos Aires el jueves 12 de mayo
América Latina siempre ha sido un lugar de acogida de emigrantes, algunos de ellos buscando una salida siquiera provisional para una situación desesperante desde cualquier punto de vista: económico, político o identitario. Es sabido que Chile tuvo a bien recibir e instalar en su país a un enorme número de palestinos que comenzaron a huir en una diáspora tras la imposibilidad de regresar a los territorios ocupados por el Estado de Israel.
«Palestinos Go Home» (el porqué del título se explica al final del documental), es una película que no intenta arrojar claves en torno a las controversias desatadas tras lo que pasó a partir de 1948, sino que en sí mismo es el exponente de un clamor popular que tiene la voluntad de ser inequívoco y unitario, y que entre los temas que lo articulan hay dos que son fundamentales: la no violencia y esa necesidad tan humana de poder regresar algún día a un territorio en el que reine la paz a nivel político e institucional.
Maia Gattás Vargas es una joven argentina que descubre que su abuela paterna es palestina. A partir de ahí inicia una intensa búsqueda sobre esa rama familiar y conoce a la presidenta de la Federación de Entidades argentino-palestinas, Tina Rabi, una mujer admirada y querida por la comunidad de palestinos, en especial la mayoritaria chilena. Ella es aquí una muy buena interlocutora, aunque el filme también se detiene en Uruguay, donde igualmente viven otros inmigrantes procedentes de Palestina.
Con «Palestinos Go Home» es seguro que el espectador va a poder entresacar temas o matices interesantes para el debate o la reflexión. Uno de ellos, que se repite por sistema en cualquier parte del mundo sea de donde sea el implicado, podría ser la incomprensión con la que fueron recibidos algunos de ellos en Chile en 1982, contrastada con lo que le pasa a los descendientes cuando ahora acuden a Palestina y les dicen que «usted no es palestino».
Silvia Maturana y Pablo Navarro Espejo son los realizadores del documental y responden las preguntas de Cinestel.
– ¿Fue la intención de mostrar variedad lo que les motivó a utilizar este formato tipo entrevistas?

Pablo Espejo
Espejo: Nosotros trabajamos siempre con multiplicidad de voces y de puntos de vista. No pensamos las escenas como “entrevistas”. Nuestras cámaras pretenden romper la relación cineasta y personaje filmado, para inmiscuirse en momentos íntimos e inesperados para los propios personajes.
Silvia: Contamos desde varios lugares, de antiguos resistentes que sufrieron la expulsión de sus tierras en 1948, jóvenes descendientes de aquellos que ven en la causa del retorno un sentido a sus vidas; desde el fútbol, desde la historia, desde la distancia.
– ¿Cómo llegaron hasta Tilda Rabi y Maia Gattás Vargas?
Silvia: A los documentalistas nos pasan esas cosas: estábamos escribiendo el guión y nos encontramos con la historia de Maia, que además conocía a amigos nuestros. A Tilda la conocemos de años, de luchas comunes, y la elegimos como asesora del proyecto.
Espejo: Ambas estaban colaborando con el proyecto pero juraban que no saldrían en cámara. Hasta pensamos en utilizar actrices que contaran su historia. La magia del cine las llevó de a poco, y se adueñaron del protagonismo.
– ¿Creen que los jóvenes judíos argentinos que salen le proporcionan al documental un mayor ímpetu en la lucha por la paz?

Silvia Maturana
Silvia: Sí, fue fantástico encontrarlos porque nos aportaron algo que no teníamos: quien debería sostener un discurso fue modificado por la realidad… Y por una realidad que nosotros no podíamos ir a conocer. Fue así como esa realidad nos modificó a nosotros.
Espejo: La paz está cerca, todos los interesados deben respetar las resoluciones de Naciones Unidas, es decir, respetar las fronteras del año 1967.
– ¿Identidad, política, conflicto, represión, resistencia y soberanía serían los temas que ustedes pretendieron tratar o me dejo alguno?
Silvia: Están casi todos, quitaría conflicto y agregaría nostalgia, tristeza, esperanza, lucha…
– ¿Ustedes creen que el concepto «importar el conflicto» ayudaría a clarificar el tema?
Espejo: Sohad en la película lo explica: los palestinos de la diáspora no importan nada, son víctimas de la ocupación, fueron expulsados, fueron errantes sin patria hasta que encontraron lugares para vivir. Eso no los hace “conflictivos”, pero no renuncian a su derecho al retorno.
– La esperanza de armonía y conciliación es lo último que se pierde. ¿Piensan que en general hay un divorcio entre la política interna e internacional y los seguros deseos de la gente de Palestina de que los permitan vivir sus vidas en paz?
Silvia: Sin dudas, en ese pequeño territorio se juegan muchos intereses. Pero a nivel de los pueblos, de las personas que quieren vivir en un mundo vivible, hay un deseo de que los palestinos puedan ser autónomos, tener un país libre de toda opresión.
Pablo: Nosotros colaboramos haciendo cine, al igual que otros colegas. Para eso contamos las historias de las luchas de otros. Y que también son nuestras porque formamos parte de una misma película.
©José Luis García/Cinestel.com