«La encrucijada de Ángel Sanz Briz»; enormes gestos que dignifican
Abrió el Festival de Cine Judío de Barcelona.
La publicación del libro del notable periodista Diego Carcedo, Un español frente al Holocausto (Ediciones Balbo, 2005), nos dio a conocer la existencia del diplomático aragonés Ángel Sanz Briz, un profesional que estuvo destinado en la Embajada de España en Budapest durante el avance del ejército nazi en la primera mitad de la década de los 40 del siglo XX, y que tuvo la valentía y la dignidad de desafiar aquella grave situación ayudando a salvar la vida de más de 5.000 judíos que se hallaban en peligro de ser trasladados a los campos de concentración en Austria y Alemania.
Sin temor a ser represaliado por la España franquista de la época, Sanz Briz expidió en aquel terrible año para Hungría de 1944, unos 200 salvoconductos que en principio deberían de haber ayudado solamente a doscientos judíos sefardíes, pero que como en esos documentos no figuraba el nombre concreto de la persona, el certificado sirvió para salvar a dos centenares de familias que consiguió multiplicar indefinidamente mientras le fue posible hacerlo.
Además, el diplomático español, que actuaba por sus propias convicciones morales y éticas y nunca por indicación de España, habilitó los domicilios de los judíos a los que salvó como si fueran parte de la legación diplomática, es decir, territorio español. También consiguió cambiar dinero propio en el mercado negro, multiplicándolo por cinco para conseguir comprar alimentos con los que ayudar a abastecer de comida a los judíos que protegía, pues el hambre era otro de los instrumentos macabros que empleaban los nazis en su acción para aplicar el exterminio.
Tras el traslado de Ángel Sanz Briz a Suiza en noviembre de 1944, Jorge Perlasca, ex-fascista italiano arrepentido cuando comprobó las dimensiones de la locura nazi, se hizo pasar por cónsul de España para continuar la labor emprendida por el embajador. No le fue difícil puesto que ya había acompañado al diplomático durante un tiempo en sus gestiones. A los dos les fue concedida la distinción Justo entre las Naciones por el Museo del Holocausto Yad Vashem de Israel.
«La encrucijada de Ángel Sanz Briz» es un documental dirigido por el aragonés José Alejandro González que complementa con testimonios reales el largometraje televisivo de ficción que Televisión Española produjo en 2011 bajo el título de «El Ángel de Budapest», dirigido por Luis Oliveros y protagonizado por Francis Lorenzo. Ambos trabajos están basados en la investigación publicada por Diego Carcedo. El director del filme presentado en el 17 Festival de Cine Judío de Barcelona nos contaba la génesis del proyecto:
«Para la idea de este documental prácticamente nos tenemos que remontar a cuando Steven Spielberg gana el Oscar por «La Lista de Schindler». A mí siempre me ha interesado muchísimo la Historia, y ver esa película me motivó para investigar quién era este señor. Corroboro un poco qué es lo que había hecho Spielberg y entonces encuentro que había un español que había hecho una labor parecida, y cuando averiguo más, descubro que esta persona era de Zaragoza. A partir de ello, sigo ampliando mis conocimientos del tema, conozco a Diego Carcedo que había escrito el libro Un español frente al Holocausto, y le pido autorización para ver si podíamos trabajar para el documental con los datos que él proporciona.
En un principio, la sorpresa mía fue cuando Carcedo, además de autorizar a contar la historia de Ángel Sanz Briz a partir de su libro, me comentó que siempre había pensado que un documental de este tipo se tenía que hacer desde Aragón, su tierra natal. Posteriormente, me presenta al hijo del diplomático, Juan Carlos Sanz Briz, porque para mí también era muy importante que la familia estuviera de acuerdo y a favor del filme.
– ¿La clave de todo lo que cuentas estaría en cómo gestionamos las personas nuestros miedos?
Si nos ponemos en situación, durante los 10 meses trágicos en Budapest que cuenta el superviviente Jaime Vándor, el miedo fue una de las claves fundamentales por parte del régimen nazi para imponer su autoridad. Ellos sabían perfectamente que si inculcaban miedo entre la población civil, y sobre todo entre la población judía, tenían todas las de ganar y de hecho, no solamente en Budapest sino en cualquier otro sitio en donde estaba el ejército nazi ese factor siempre influía.
– ¿A qué crees que es debido el desconocimiento que se tenía en España sobre la figura de Ángel Sanz Briz?
Creo que pueden haber sido varias las razones. La principal son las relaciones diplomáticas que hay desde que la España de Franco se debe abrir al mundo y desde los años ’60 entramos en relaciones con los países árabes, sobre todo los productores de petróleo que es un producto que ha estado y sigue moviendo el mundo. A España le interesaban esas relaciones y sabemos que árabes y judíos no se llevaban muy bien.
A Ángel Sanz Briz le recomendaron que no aceptara el título de Justo entre las Naciones (en el año 1966) por las relaciones con los árabes que tenían en esos momentos, y luego el tema cayó todo prácticamente en el olvido total. En 1980 muere Sanz Briz y trasciende su muerte como el embajador español, pero no como el salvador de 5.500 judíos. Una cosa deriva a la otra y el tiempo se lo ha comido todo, ocultándolo por diferentes razones sociopolíticas que ha estado viviendo este país, hasta que en 1982 España establece relaciones con Israel y una de las primeras acciones que ellos les proponen a los responsables españoles fue que acepten el título de Justo entre las Naciones.
En ese momento, el gobierno de Felipe González lo acepta de buena voluntad y a partir de ese instante es cuando muy tímidamente se empieza a conocer que tuvimos un embajador español que salvó a tantos judíos. No solamente fue él. Había otros cuerpos diplomáticos de países europeos que también ayudaron e hicieron labores para la salvación de las víctimas del Holocausto, y poco a poco hemos ido descubriendo quién era este embajador español, sorprendiéndonos 70 años más tarde.
– En el momento en que ocurrieron los hechos, parece que España aunque estaba informada directamente por Ángel Sanz Briz, tampoco hizo demasiado por ayudarlo en sus tareas.
Con respecto a fondos económicos que España podría haber enviado hacia la Embajada en Budapest, hay que decir que nunca mandaron nada. Todo el dinero con el cual Sanz Briz estuvo haciendo las acciones como diplomático, como podía ser la compra de provisiones, víveres, medicamentos y artículos de primera necesidad, primero surgió del dinero de caja que obviamente disponía la legación española, pero esa economía se acaba y como España no suministra más, el embajador pone su propia cuenta personal a disposición para seguir comprando este tipo de artículos en el mercado negro.
Además, se dan también las circunstancias de que cuando Ángel Sanz Briz a mitad de diciembre tiene que salir hacia Berna (Suiza), deja todo el dinero que le quedaba en su cuenta personal directamente en la legación para que sigan haciendo las labores porque él no sabía cuándo iba a acabar la guerra, aunque suponía que no dudaría mucho puesto que ya las tropas soviéticas estaban entrando en Budapest y la liberación de la ciudad por parte del ejército rojo era inminente, aunque la resistencia por parte del ejército alemán y de las fuerzas cruzflechistas estaba siendo bastante seria.
– ¿Existe algún programa para que los estudiantes de enseñanza secundaria puedan ver y hacer actividades entorno a documentales como el tuyo?
Eso es clave. Yo creo que además esta postura comenzó en Yad Vashem en Israel y poco a poco se está generalizando. Ellos han realizado hasta el momento una labor de no olvido para que no se ignoren los hechos del Holocausto. Se han apoyado en los supervivientes de diferentes campos de concentración que han estado siempre prestando testimonio, pero poco a poco van quedando menos porque van falleciendo por la edad. Este año 2015 es el 70 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial y comentaban los supervivientes que van al campo de Auschwitz entre ellos al reunirse, que igual era la última vez que se veían.
La labor que yo personalmente creo que es fundamental es la educación, educar en que los jóvenes conozcan lo que pasó en el Holocausto para que no se olvide. Con este documental tenemos la suerte de que desde el Gobierno de Aragón lo han visto con muy buenos ojos y desde el Departamento de Educación lo quieren incluir dentro de los programas de estudio de los Institutos en la parte en la que se habla de la Segunda Guerra Mundial, acompañándolo de fichas didácticas para que surja el debate entre los chicos. Además tenemos la gran ventaja de que la juventud actual está mucho más asociada a la imagen, con lo cual les puede servir mucho más para el entendimiento del tema, empleando el estudio a través de imágenes como las de este documental antes que partiendo primero de un libro de texto, aunque también sea muy importante y tal vez nuestro trabajo venga a complementarlo para conseguir que estos hechos no puedan volver a ocurrir.
– ¿Todas las instituciones de Aragón te apoyaron en el documental?
Nos apoyó la Diputación provincial de Zaragoza, la Diputación General de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza, porque también Ángel Sanz Briz es hijo predilecto de la ciudad y para la institución municipal era como una obligación apoyarlo. La televisión pública aragonesa, Aragón Televisión, coprodujo la película. Luego también cabe destacar que, al margen del tema económico que es muy importante para poder realizar el documental, sobre todo ha habido el apoyo de otras instituciones vinculadas al ámbito nacional como son el Centro Sefarad Israel, la Federación de Comunidades Judías de España, la Embajada de Israel en Madrid y la de España en Hungría, el Instituto Cervantes y la Agencia Española de Cooperación Internacional. La figura de Ángel Sanz Briz despierta simpatías -y da igual el color político-, por los hechos que realizó acerca de los cuales en la actualidad se tiene un magnífico respeto en el Ministerio de Asuntos Exteriores español y en todos los entes que dependen de él, en consonancia con su repercusión a nivel internacional.
©José Luis García/Cinestel.com