Felix Moeller estrenará el documental «Informe del taller: films de propaganda nazi vistos hoy»
Actor, guionista y director de cine y documentales alemán, Felix Moeller estuvo en Barcelona con motivo del ciclo de cine y propaganda nazi desarrollado en la Filmoteca de Catalunya y tanto presentó su film de 2008 «Harlan, a la sombra del judío Suss» como un avance exclusivo de 60 minutos de su documental de próximo estreno en Alemania titulado «Informe del taller: films de propaganda nazi vistos hoy» en el que entre otras cosas descubre las sensaciones y sentimientos encontrados de jóvenes actuales con ascendientes involucrados en el holocausto nazi.
«Harlan, a la sombra del judío Suss» es un retrato minucioso sobre uno de los cineastas alemanes que más colaboraron con el régimen nazi y que tiene en su triste haber la realización de la película más perversa, maligna y tóxica de la que se tiene noticia en la que falseaba datos históricos presentando como codicioso corruptor a un consejero de confesión judía del décimo primer duque de Wüttemberg, Carlos Alejandro. Tanto Veit Harlan como Leni Riefenstahl fueron los únicos cineastas que comparecieron en los juicios posteriores a la II Guerra Mundial por genocidio.
Por su parte, el documental próximo a su edición final y que previsiblemente será estrenado en la Berlinale 2014, analiza por un lado cómo manejan los descendientes de Harlan, nietos o bisnietos, el hecho de que su antepasado participara de aquel sistema y por otro, las reacciones del público de diferentes lugares del mundo, incluido Alemania, frente a la difusión controlada y contextualizada de estas películas de propaganda y su opinión respecto a si se debe mantener su exhibición con restricciones o si se debería abrir a la libre distribución.
Una de las abuelas de Felix Moeller también fue proclive y participativa con aquel régimen, él es hijo de la gran actriz y directora Margarethe von Trotta e hijastro del cineasta Volker Schlöndorff, y nos habla acerca de sus puntos de vista en diálogo con Cinestel:
– ¿Cómo nació su interés en el cine producido durante el Tercer Reich?
Mi interés empezó cuando era estudiante de Historia y como tema para mi doctorado escogí los diarios de Joseph Goebbels, el ministro de propaganda, especialmente en su papel como ministro de cinematografía en Alemania, porque él llegó a controlar realmente toda la industria cinematográfica alemana. Como cineasta fue un tema que también me interesó y que volví a retomar.
– «El judío Süss» no es fiel a la biografía del consejero judío Oppenheimer y, sin embargo, no se tiene información de que alguien en aquel momento notara esas notables diferencias. ¿Fue así?
Sí, puede que algún espectador lo notara. Al fin y al cabo existía también la famosa novela de Lion Feuchtwanger que quizá alguno hubiera leído, pero sin duda el efecto de «El judío Süss» como película propagandística fue muy fuerte y seguramente se dirigió también a capas de la sociedad que quizá no fueran cultivadas como para conocer los acontecimientos históricos reales.
– ¿Estaría en lo cierto si digo que la película muestra rasgos diabólicos del judío Süss?
Bueno, muestra una idea deformada del judío, una imagen deformada que se comprendió muy bien en el Tercer Reich porque se situaba en el contexto de la restante propaganda nacionalsocialista. Así pues, todas las características del judío tópico que aunque va cambiando de cara siempre es el mismo en el fondo, por mucho que se afeite la barba o salga del gueto y vaya a la ciudad, y todo ese punto del judío financiero encajaba perfectamente en la propaganda de los nazis en 1940.
– Se ha mencionado que hubo un final alternativo de esta película. ¿Se conocen las razones por las que se hicieron dos finales?
Sí, se cambió la banda sonora del final, osea, la escena de la ejecución era la misma y no se transformó visualmente pero en un principio Süss Oppenheimer por lo visto maldijo a Alemania desde la jaula y Goebbels dijo que no, esto no iba bien porque lo que quería es que el judío estuviera suplicando ante la perspectiva de la muerte, que rogara y suplicara por favor que lo saquen y que lo salven. Y ese fue el cambio que se produjo.
– El cineasta Vait Harlan hizo dos películas por año y es de suponer que su pretensión era llegar a las emociones y transmitir el diseño particular que también él tenía del mundo. ¿Más o menos fue así?
Sí, Harlan siempre jugaba mucho con las emociones y apostaba por ellas. Desgraciadamente puso todo su buen hacer en estas películas propagandísticas por mucho que él afirmó que quiso negarse a hacer esta película, pero claro, uno se plantea la cuestión de que si realmente no quieres hacer una película, por qué pones lo mejor de ti en esa obra, y Harlan era un maestro de lo emocional dentro del cine propagandístico, osea, tenía estas películas de superación que trabajaban mucho con lo melodramático y transmitía los mensajes políticos por esta vía.
– Se dice que era bastante áspero de carácter y que su primera esposa era judía; ¿El hecho de su divorcio de ella pudo haber influido de alguna manera en su odio antisemita?
Ese es un tema que incluso en la misma familia se discute. Su nieta Jessica Jacobi que es judía opina que sí, piensa que esta mujer judía abandonó a Harlan y que eso le produjo a él una ofensa y lo llevó a prejuicios antisemitas. Sin embargo, su hijo Thomas que es un crítico de su padre y que rompió su relación con él, dijo que no, que eso no tenía nada que ver. Según él, el padre no era antisemita y tanto peor le parece por tanto que alguien que ni siquiera comparte estas convicciones antisemitas acabe trabajando de una manera tan extremadamente oportunista y realizando una película antisemita tan buena como esta.
– En los juicios a que fue sometido tras la guerra, Harlan dijo que obedecía órdenes pero después parece que siguió haciendo películas en las cuales se dejaba entrever esa idea que él tenía del mundo. ¿Cree que ese factor refuta lo que había dicho ante el tribunal?
Sí, pienso que sí. Él tenía una debilidad para ciertos temas. Se ve también en películas como «La ciudad dorada» o «Immensee» (El lago Immen), en las que se percibe este romanticismo tardío de la naturaleza, una especie de sublimación de los sentimientos y se nota que todo eso es su manera de hacer cine, y después continuó con esa línea pero ya no con los grandes medios y presupuestos que le había proporcionado Goebbels pero sí que él fue fiel a esta visión de las cosas. Thomas Harlan lo llamó «falsos sentimientos», osea sentimientos artesanales, pero Harlan nunca abandonó esta variante del romanticismo tardío. Por ejemplo hizo películas sobre obras de Billinger y también allí se nota esta visión.
– Usted que conoce el cine que se hizo durante el Tercer Reich coincidirá en que la estética y la técnica cinematográfica de estos films que se han presentado en la Filmoteca solía estar bien elaborada, pero no sé si algunas otras obras fueron rechazadas por mala calidad.
Sí, así es, porque hoy en día lo que todos conocemos son un poco las puntas de la producción. Se llegaron a rodar 1.200 películas en esos doce años y esa es una cantidad enorme. Naturalmente, muchas de esas películas son malas o no han tenido ninguna influencia. Aun así, es esta producción masiva lo que importa porque si en diez películas por muy mediocres que sean vemos una y otra vez el mismo mensaje, siguen teniendo una influencia innegable. Se trataba de las dos cosas, de la masa y también de la calidad, de la clase, porque se hacían más de cien películas al año y una pequeña parte de estas películas eran propagandísticas. La mayor parte eran sobre todo melodramas y películas de entretenimiento.
– ¿Cree usted interesante que en las escuelas actuales se les enseñe a los chicos qué es lo que ocurrió, cómo se distorsionó la realidad en aquel momento y que sepan cuales fueron las terribles consecuencias de todo eso para que esto no se pueda repetir en un futuro?
Sí, por supuesto. Pienso que estas películas aún hoy deberían ser examinadas, visualizadas, para conocer los mecanismos y los efectos de la propaganda. Me doy cuenta de que cuando los jóvenes ven estas películas ahora, establecen enseguida vinculaciones a otras películas propagandísticas de hoy, por ejemplo esta serie americana «24 horas» que muchos han visto como la legitimación de la tortura, con el malvado terrorista musulmán, osea, todas estas películas también tienen elementos propagandísticos en nuestros días. Por eso pienso que es muy interesante analizar muy bien cómo funcionan, qué mecanismos tienen estas películas propagandísticas del tercer Reich. Aunque en un primer vistazo nos puedan parecer pasadas de moda y superadas, si uno las examina bien, acaba detectando mecanismos y mensajes muy sutiles y hábilmente colocados.
– Si se habla del poder de la imagen, también algunos videojuegos tienen ese componente de banalización del mal con el empleo de armas de fuego, por ejemplo. ¿Cree que igual se debería de advertir algo respecto a este tema?
Esta discusión es de gran actualidad. Se habla mucho de estos juegos de violencia y videojuegos. La pregunta es si esto realmente entra en una dimensión de propaganda política o si es simplemente una incitación hacia la violencia, hacia la brutalidad con consecuencias que quizá no son tanto políticas sino más bien cierto apoyo de la propia violencia o criminalidad. Naturalmente hay veces en que también se venden prototipos como el del terrorista árabe pero yo tendría cuidado y no sería partidario de colocarlo al mismo nivel que la propaganda surgida en los regímenes totalitarios.
©José Luis García/Cinestel.com
(traducción simultánea durante esta entrevista de Rosa Sala Rose, gracias al Goethe Institut de Barcelona)