Entrevista a Laura Amelia Guzmán: «Trabajar con Geraldine Chaplin ha sido un regalo y un placer»
Estrenan en Buenos Aires «Dólares de Arena» el 23 de julio 2015. BAMA Cinearte.
Desde que dirigieran «Cochochi», su primer largo, Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán han evolucionado en el cine, siendo bastante lo recorrido en un periodo de 10 años durante los cuales han tenido tiempo de producir un par de filmes y rodar ellos algunos otros como «Jean Gentil», «Carmita» y «Dólares de Arena», este último con la participación de Geraldine Chaplin. La película es la historia de una joven dominicana que cada tarde acude a las playas de las Terrenas junto a su pareja para ganar algo de dinero ofreciendo su compañía a alguno de los turistas que rodean el lugar, siendo Anne (Chaplin) una de las más asiduas con la que mantiene una relación de conveniencia que está unida a sentimientos contradictorios y ambiguos. Sobre esta película y toda la trayectoria de ambos, Guzmán responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Cómo os llegaron referencias del texto literario que adaptáis en «Dólares de Arena»?
Es una adaptación libre de una novela de un escritor francés que pasó mucho tiempo en Samaná, Las Terrenas, en el norte de la República Dominicana, que es una región que yo conozco muy bien. Es un pueblo que he visto desarrollarse de ser un lugar pesquero en los años ’80 donde habían 300 habitantes y algunas casas de gente de la ciudad que iban de vacaciones. Ahora es uno de los pueblos turísticos más importantes del país que ha seguido una línea un poco diferente al resto de la isla, donde todo se ha vuelto un poco más programado con esa fórmula hotelera que llaman ‘todo incluido’.
Esta es una zona más natural por un crecimiento más desorganizado, y a ese señor le gustó mucho el lugar, se quería quedar ahí y tenía un amante, un chico dominicano joven, que a su vez hacía de motoconcho (mototaxi), y me llamó mucho la atención la manera en que este autor abordaba su historia autobiográfica porque me hizo descubrir que ese mundo al que le pueden llamar prostitución o turismo sexual, podía tener muchas capas diversas y muchos matices.
Cuando uno se adentra en esta historia, puede descubrir que esa palabra tan fuerte vista a través de los ojos de ellos puedes entenderla de otra manera, no verla como personas que tienen necesidades afectivas y por otro lado económicas, sino como una manera de salir del país y buscar un mejor futuro. Muchas chicas hacen familia con extranjeros, tienen hijos y salen generaciones de ahí. Entonces, todo creo que va mucho más allá que el simple término prostitución o turismo sexual.
– En ambos personajes, la mujer y la chica, hay una idealización de aquello que está lejos de lo que ha sido o está siendo su mundo cotidiano como algo salvador o sanador. En las dos protagonistas, lo que está lejos de sus angustias cotidianas es algo positivo.
Sí. Por un lado está el personaje de Anne que un poco está en búsqueda del paraíso, de pasarla bien en sus últimos años que le quedan, y encuentra en esta chica un afecto que no ha recibido en mucho tiempo. Y por el otro está Noelí, que tiene pareja pero también el sueño de emigrar así como lo hizo su madre años atrás, pues ella sueña con ir a Europa en búsqueda de algo mejor. No sabe a lo que va, pero es un sueño, y a través de Anne piensa que puede conseguirlo, ya sea manteniendo la relación con ella en el viejo continente o separándose cuando vaya.
– En vuestras películas con frecuencia nos encontramos con personajes que tienen cierta incoherencia porque se han dejado cosas por hacer que les gustaría haber hecho, sobre todo en Carmita. ¿Los buscáis así expresamente para vuestra filmografía?
Fíjate que ha sido involuntario. Siento que no es algo que estemos buscando, pero no sé si provendrá de algún reflejo personal o algo así que haga que siempre salga un poco, pero no fue premeditado.
– En el caso concreto de «Carmita» tuviste que involucrarte personalmente. ¿Eso fue necesario para llevar a buen fin la película?
El caso de Carmita es muy particular porque el material que formó la película no estaba previsto que fuera la película. Queríamos hacerla con esa señora, ella de alguna manera nos pidió que hiciésemos una película con ella, y pasamos tres semanas en su casa haciendo una investigación mientras escribíamos el guion, pasando tiempo con ella. Yo la ayudaba a sanear un poco el espacio que estaba muy sucio, y mientras tanto escuchaba sus historias al tiempo que le ayudaba y le lavaba el pelo. Mientras tanto Israel estaba con la cámara grabando y haciendo un estudio de los espacios, para luego filmar una película con un actor que vendría de la República Dominicana y se incorporaría a una ficción como si fuera un sobrino cubano que lograba salir de Cuba, pasaba por la República Dominicana y por México, para llegar a los Estados Unidos.
La idea era filmarla con pocos recursos porque no necesitábamos de tanto una vez teniendo a Carmita y al actor en ese espacio tan fabuloso que es su casa. Pensábamos trabajar así de una manera muy íntima. Pero a este chico nunca le dieron la visa y nos quedamos con ese material que filmamos con Carmita y conmigo. La relación se fue profundizando, Israel siguió grabando mientras nuestra relación se complicaba un poco, y al cabo de unos meses después que nos fuimos de la casa, revisamos el material para ver si seguíamos insistiendo con otro actor o si buscábamos por otro lado para lo de la visa.
Empezamos a ver el material y algunos amigos se animaron a editarlo porque les parecía buenísimo y que no había que dejarlo perder. Y así siguió vivo el proyecto, pasó de mano en mano entre quienes querían editarlo. Nosotros seguíamos recibiendo cartas de Carmita contándonos un poco más de su vida y lo que ella imaginaba que podría ser la película o le gustaría que tuviese la película, anécdotas que ella consideraba importantes que no se perdieran, y en eso duramos unos 6 años. Terminamos «Cochochi», luego hicimos un viaje, terminamos «Jean Gentil», y seguíamos haciendo viajes y allá donde estuviéramos íbamos recibiendo cartas de Carmita. Al final optamos por aplicar a un fondo de posproducciones en México, el cual fue concedido y así terminamos la película.
– Carmita puede que sea reconocida por ciertas personas que son mayores de edad que quizá la conocieron en su momento de auge. En el caso de «Dólares de Arena», Geraldine Chaplin es mucho más reconocida, pero no siempre habéis trabajado con actores famosos. En este caso, ¿habéis notado diferencia en el público en cuanto a la recepción de la película por el hecho de haber incorporado a una actriz de la talla de Geraldine?
Sí, totalmente. El haber trabajado con Geraldine fue una decisión desde un principio que tomamos con delicadeza y con cierto miedo, la verdad, porque nunca habíamos trabajado con actores profesionales y mucho menos con alguien del tamaño de Geraldine, pero al ver su entusiasmo cuando le propusimos trabajar con nosotros, percibimos que era cierto lo que habíamos escuchado acerca de que ella había visto «Jean Gentil» y que le había gustado bastante, hablaba mucho de esa película haciendo entrevistas y la mencionaba.
Eso nos dio valor para escribirle y proponerle un papel secundario en el guion inspirado en la novela de «Dólares de Arena» que era una historia entre dos hombres, uno que se quiere ir a Europa y el otro que se quiere quedar en República Dominicana por lo que no se lo lleva al chico, entonces el joven busca una alternativa con una turista italiana y ese papel se lo propusimos a Geraldine, pero al ver su entusiasmo en trabajar con nosotros optamos por dejar de seguir buscando un actor francés y convertirla a ella en la turista francesa y en vez de que fuera un señor y un chico, pues que fuera una señora y una chica.
Hicimos el ejercicio del guion y en ese momento sentimos como que nos apoderamos de la historia y todo empezó a fluir mejor. Seguimos ese camino, y trabajar con Geraldine ha sido un verdadero regalo y un placer. Es una persona sumamente generosa, no sólo con nosotros, también con los actores noveles con quien trabajó a su lado. Eran dos chicos que nunca habían estado frente a cámara: Noelí, interpretada por Janet Mojica que es una bailarina del pueblo donde filmamos, y en la visita de Geraldine para conocernos todavía no teníamos confirmado ese rol. Habíamos hecho casting con muchas chicas de la ciudad y del campo, pero ninguna nos convencía.
Estando con Geraldine una noche en una discoteca viendo a la gente bailar, porque en su papel se supone que a ella le gusta el baile, vimos a esta chica muy graciosa que bailaba, me acerqué con ella y le pregunté si quería hacer un casting para una película. Al día siguiente se presentó con una amiga e hizo una prueba totalmente sin miedo. Ella no conocía quién era Geraldine y no hubo manera de sacárnosla de la cabeza, osea, nos daba miedo trabajar con una persona que no tenía una estructura que pudiera desencantarse fácilmente después de lo duro que es trabajar en una película en donde hay que levantarse muchas veces a las 5 de la mañana, pero al final tomamos el riesgo y fue un acierto. Geraldine le ayudó muchísimo también.
El novio de ella, Jeremy (Ricardo Ariel Toribio) tocaba allí y es un músico de Santo Domingo que también es muy joven, tendría en ese momento 20 años, igual que la chica. Él conoce el rigor de las disciplinas artísticas y eso lo trasladó al cine muy bien. Haber trabajado con Geraldine creo que nos abrió a nuestro público. Hay mucha gente que la sigue y que la quiere y pienso que ése es uno de los factores que ha hecho que la película se venda en distintos territorios (Argentina, Francia, México, Estados Unidos y Alemania) Estamos un poco sorprendidos también.
– En todos estos años de trabajo intenso en cine, también os ha dado tiempo de hacer producción de películas de otros directores. ¿Vais a continuar también en esa línea de producir trabajos de otros?
Nos gustaría hacer de todo; en Dominicana hay un cine creciente, jóvenes realizadores, y dos líneas que se están desarrollando, una es un cine más comercial, de industria, con una ley de cine que está apoyando el cine local, y hay unos pocos jóvenes también produciendo más al estilo de nosotros, producciones pequeñas con ayuda internacional, íntimas, y este tipo de películas nos interesa mucho apoyarlas. Pero al mismo tiempo quisiéramos hacer un siguiente proyecto y como tenemos ya tantas responsabilidades porque hemos crecido como familia… (Cuando «Cochochi» éramos Israel y yo solos). Ahora han pasado diez años, tenemos dos hijos pequeños y nos ha costado volver después de «Dólares de Arena» a escribir y sacar tiempo. Entonces estamos un poquito enfocados en lo nuestro; sí ayudamos en algunas producciones pero no tan de lleno como «Cumbres» que la levantamos desde cero y fuimos hasta el final. Tanto «Cumbres» como «Ocaso» son trabajos de amigos muy cercanos con quienes habíamos estudiado y a quienes veíamos su talento y queríamos ver nosotros una película hecha por ellos. De cierta manera conocían el camino que habíamos recorrido con «Cochochi» y «Jean Gentil», y por eso nos involucramos en esas producciones.
– Aparte de con Dominicana, tenéis mucha relación con México y os quería preguntar cómo veis la situación del cine mexicano, las ayudas al cine.
México nos ha dado muchísimo a nosotros. Hicimos nuestra ópera prima en México, en Dominicana hubiera sido imposible en ese momento, y hemos recibido mucho apoyo del país para las cuatro películas que también son coproducciones. Siento que hay muchísimo talento pero es una nación enorme, entonces se hacen tantísimas películas que por más incentivos fiscales que haya pues no alcanza, pero siento que tanto en México como en Dominicana se están haciendo más películas de las que podemos exhibir. El verdadero problema no está tanto en la producción sino en la distribución, en la exhibición. Se hacen más filmes que las salas que hay para mostrarlos, entonces sugeriría enfocar la energía en eso ahora.
Lo mismo nosotros tenemos ahora en Santo Domingo una pequeña salita en donde la gente puede ir a disfrutar el tipo de cine que hacemos.
©José Luis García/Cinestel.com