«La Memoria de los Huesos», de Facundo Beraudi; y sin resolver…
Estreno en Buenos Aires
Manuel Coley Robles, nacido en Barcelona, fue detenido y hecho desaparecer por la dictadura argentina en 1976. Sus restos fueron hallados 30 años después en un cementerio de las afueras de la ciudad de Buenos Aires.
El realizador argentino Facundo Beraudi ha desarrollado una parte de su carrera en Catalunya y cuando le fue encargado un documental en torno al catalán brutalmente desaparecido, comenzó a tener noticia del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y con su director, Luis Fondebrider.
Aquel trabajo finalizó y en Beraudi se avivó la llama de la curiosidad por saber más acerca de estos profesionales que analizan las fosas de cadáveres de personas que fueron víctimas de todas aquellas desapariciones forzadas. De vuelta a Buenos Aires, comenzó a investigar e indagar acerca de las tareas de este grupo de profesionales que son la esperanza más poderosa para cientos de familias perjudicadas.
Imágenes aéreas captadas con un dron, secuencias de algunos juicios a genocidas, el cementerio de Merlo y las impresiones de algunos chicos sobre la identidad son tenidas muy en cuenta en este documental que sin duda aboga por tratar de cerrar las heridas abiertas. Hubo también alguna búsqueda previa de rayos de esperanza en casos similares de El Salvador por parte de EAAF y del equipo de filmación, para reafirmar el abasto internacional del problema.
Facundo Beraudi, director de «La Memoria de los Huesos», responde las preguntas de Cinestel:
– El origen de tu relación con esta historia está en Barcelona. ¿Por qué decidiste ampliarla?
Soy hijo del exilio, crecí en España rodeado de exilados y escuchando historias en primera persona de las terribles cosas que sucedían en esos años en Argentina. Así que como una búsqueda personal, siempre me interesó conocer y saber lo que ocurrió durante aquellos oscuros años como una búsqueda de respuestas a mi propia historia. Pero la chispa que encendió la idea de la película ocurrió hace unos años cuando nos encargaron desde Barcelona la investigación para un reportaje documental sobre los desaparecidos catalanes durante la dictadura militar Argentina.
Esta investigación nos llevó tras la pista de Manuel Coley Robles, un obrero barcelonés que había desaparecido en octubre de 1976. Sus restos fueron encontrados 30 años después en el cementerio de General Villegas. Manuel se convirtió en el primer español desaparecido durante la dictadura Argentina en ser identificado. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) había hecho el trabajo de exhumación e identificación de los restos. Siguiendo esta historia fue que nos pusimos en contacto por primera vez con Luis Fondebrider, el director del EAAF.
Nuestro trabajo para la producción catalana terminó, pero en nosotros seguía latente la impresión que había dejado el encuentro con el equipo y con su historia, y no pasó mucho tiempo hasta que la necesidad de contar con más detalle la historia que habíamos conocido nos llevó a plantearnos la posibilidad de hacer una película documental. Nos volvimos a reunir con Luis y le comentamos nuestro deseo de hacer un documental con ellos, con su historia y con el trasfondo de la historia de los familiares de las víctimas.
– ¿Se tiene alguna hipótesis acerca de por qué hay algunos cadáveres que están incompletos?
No me atrevería a dar ninguna hipótesis sobre esto ya que yo no soy el especialista, habría que preguntarlo a los antropólogos. Yo puedo contar que en el caso que nosotros rodamos en El Salvador, los cuerpos no estaban completos porque les había alcanzado una bomba arrojada por un avión y el estallido los sorprendió y los mató. Luego, en medio de la noche alguien arrastró los cuerpos y los enterró apresuradamente por allí cerca. Es probable que parte de sus restos se perdieran en ese pequeño traslado o al explosionar la bomba.
Y en cuanto al caso del centro clandestino de detención de El Banco en Buenos Aires, donde también rodamos, lo que ocurría es que los cuerpos habían sido quemados y lo que se encontró fueron restos muy carbonizados y pequeños.
– ¿Son lentos los avances de estos temas en general?
Los avances en estos temas pueden ser muy lentos, incluso llevar años o no llegar a ningún resultado. Como en el caso de Rosa, que aparece en la película, los restos de su hermana nunca aparecieron. O como en el caso de David, que es otra de la historias que aparecen en el film, a su padre lo habían encontrado en una fosa común, en el cementerio de Avellaneda junto con 13 cuerpos más. Pero recién lo pudieron identificar hace 3 años a partir de que David fue al banco de sangre a dar su muestra.
Muchos de los familiares lamentablemente nunca encontrarán los restos de sus desaparecidos y ésa es una triste realidad que había que retratar de alguna manera. La historia de Rosa Valenzi representa eso, Rosa lleva toda su vida dedicada a esa búsqueda, su vida y la de su familia ha estado marcada por esta búsqueda. Y después de tantos años sigue sin encontrar, sin saber la verdad, sin poder reunirse con su sobrina, sin saber si está viva o muerta. A nivel personal, me impacta cada vez que la pienso, me duele que lleve toda su vida buscando sin rendirse, me duele la posibilidad de que quizás nunca encuentre. Es muy triste lo que Rosa representa, porque ella representa el dolor de todos esos familiares que no han encontrado los restos de sus seres queridos, representa el cansancio de tantos años buscando la verdad sin poder encontrarla.
Lo que sí vimos es que es algo de lo que la gente está dispuesta a hablar por más doloroso que sea para ellos, y lo hacen por una cuestión de conservar la memoria, de que se sepa exactamente lo que sucedió, que no se olvide. Eso es lo que nos agradece la gente cuando ve la película.
– Por último, ¿Tuviste que trabajar mucho la elección de los casos que aparecen en el documental ante el gran número de ellos que debe de haber?
La elección de los personajes y de las historias fue un proceso largo y poco ortodoxo en el sentido en que no acudimos a asociaciones de familiares de desaparecidos, sino que optamos por aprovechar los contactos, la gente y las historias que íbamos conociendo conforme nos adentrábamos en la investigación y en las primeras grabaciones. Este camino fue un proceso más largo pero nos llevó a los personajes y a las historias que nos interesaba contar de una manera más orgánica, más natural. A medida que conocíamos gente, esa gente nos contactaba con otros o nos proponía historias de personas conocidas. Fuimos dejando que el azar jugara también su papel. Así fue por ejemplo con el caso de David, que lo conocimos el día que el EAAF celebraba sus 30 años, se nos aproximó para interesarse por lo que estábamos haciendo. Fue a partir de ahí que conocimos su historia y el momento por el que estaba transitando, la restitución de los restos de su padre.
Hay que decir también que debido a lo delicado del tema, el EAAF nos avisó desde un primer momento que ellos no podían ponernos en contacto con ninguno de los familiares por cuestiones de confidencialidad y respeto. El acercamiento teníamos que hacerlo nosotros por otro camino, cosa que nos pareció siempre comprensible y respetable.
Tuvimos que dejar algunas historias de lado y sobre todo tuvimos que quitar muchas secuencias del montaje final. En un primer momento nuestra idea era contar con una historia que, al igual que la de El Salvador, transcurriera fuera de Argentina y del marco de la última dictadura. Esto finalmente no pudo ser, primero porque no en todos los lugares en los que el EAAF trabaja nosotros teníamos posibilidades de filmar, por cuestiones de permisos o por cuestiones de seguridad. Pero en segundo lugar nos empezamos a dar cuenta que en el relato final nos iba a faltar espacio para incluir este tercer país.
©José Luis García/Cinestel.com