Víctor Ugalde: «Regresan los mismos personajes que enterraron al cine mexicano en 1992»
Víctor Ugalde es el presidente de la Sociedad de gestión colectiva de derechos de autor que aglutina a un buen número de directores de cine mexicano y que viene desarrollando un papel equiparable a las formadas en otros países.
Uno de sus últimos logros ha sido conseguir tras un largo litigio en los tribunales que la televisión de los Azcárraga, Televisa, haya procedido a abonar los derechos de autor de las películas que emite, como ya hacían las salas y con la venta de DVD’s. En diálogo con Cinestel ofrece su visión desde una posición clave del cine mexicano actual:
«En este momento tenemos un cine mexicano muy plural. El año pasado se hicieron 112 películas, una cifra que apenas alcanza para el tamaño de nuestra nación pero que está muy alejada de las cifras de la crisis que vivimos en los años ’90s. Entonces tenemos un cine que está elevándose muchísimo en la producción gracias a las nuevas tecnologías y a las políticas públicas de impulso, y afortunadamente al tiempo que se impulsó el acercamiento a este tipo de expresión, también se crearon opciones múltiples de acceso a los recursos públicos y desde ese momento se pulverizó la expresión de un mosaico de la nación. Hay películas de autor para un público muy exigente, muy educado, con ciertas pretensiones, que más o menos tienen un promedio de 100.000 espectadores por título, y hay otro tipo de cine más comercial que tiene entre 300.000 y 400.000 espectadores por película».
«Nunca el documental mexicano había estado tan fuerte. Puede parecer poco, pero el número de espectadores promedio está en este momento creando la cultura de acceso al documental en sala y nos vamos acercando a unos 20.000 espectadores por título con sus grandes blockbusters que fueron «Presunto culpable» y «De panzazo», de ahí que la media la estamos manteniendo en alrededor de 18.000. Entonces tenemos una producción muy plural».
– Hay diversidad de opiniones en cuanto a si una obra cinematográfica tiene necesariamente que dar dinero en taquilla o no. ¿Cómo lo ve usted?
Pues mira, acuérdate que el pecado original del cine era haber nacido bajo la necesidad de expresarse con una industria cultural en la que tenías que tener un sector de servicios de producción, de distribución y de exhibición que necesitaba de grandes inversiones, por eso el pecado original era meter un capital y reproducir el mismo.
En el siglo XXI eso ya no es tan necesariamente cierto porque las nuevas tecnologías permiten que un cineasta se exprese con una camarita de 5.000 dólares con muy buena calidad, si sabe manejarla, y con otros 5.000 dólares compre una computadora, el programa,… y ya logró expresarse, y ya con las nuevas tecnologías, la red, el DVD o la copia de BlueRay y distribución directa también permite que parte de ese imaginario circule. No es tan masivo todavía porque es un reflejo de la sociedad mexicana donde un 30% de la población tienen computadora y acceso a la red, nos falta cubrir el 70% del mercado, pero ya las posibilidades tecnológicas permiten que el que se quiere expresar en imágenes en movimiento, lo haga sin necesidad de grandes recursos.
Obviamente siempre habrá películas producidas a la vieja usanza y capturadas en digital y reproducida su circulación en la misma cadena productiva del siglo pasado. Todos podemos coexistir, esa es la ventaja; antes no podíamos coexistir porque si no entrabas en la cadena de la reproducción del dinero, te quedaban los circuitos marginales que hoy son bastante importantes y en ocasiones captan más público y recursos que los originales hechos exclusivamente para el comercio.
– ¿Si se abaratan los costes técnicos, eso significa que la entrada a las salas tendría que ser también más barata, o no tiene nada que ver?
Sí tiene mucho que ver, es una lógica muy buena, pero curiosamente vamos en contra de lo que dice el desarrollo del mercado. Los proyectores cada día son más baratos, las máquinas de filmar cada día son más baratas, la circulación al ya no tener que hacer una copia en 35mm es cada día más barata, entonces en la ecuación todo es más barato. Si me suben el precio del cine es simplemente a consecuencia de la acumulación de capital por los empresarios de las salas. Has de saber que va muy poca gente al cine, aunque hablemos de números maravillosos en México de 226 millones, en realidad comparado con el número de habitantes y con los de otros tiempos, estamos teniendo aproximadamente una cuarta parte de los potenciales que existen.
Entonces, nuestros empresarios están ganando por el margen de ganancias: bajo costo y precio alto, por lo que ellos están acumulando el capital de una manera que les ha permitido expandirse, como les ha sucedido a Cinépolis y Cinemex, y ¿quién paga esto?, el espectador. Has de saber que ahorita en nuestro país solamente hay salas montadas como tales, lo que ustedes conocen como multi-pantallas, en 150 ciudades. En los años ’80s teníamos salas en 2.300 localidades. Por eso estamos siguiendo un modelo de explotación neoliberal que solamente beneficia a los que están sirviendo a una clase media con alto poder adquisitivo y dejando fuera del mercado a las clases populares, aunque la nueva tecnología podría incluirlas si hubiera una política pública al respecto.
– Dicen los más mayores que cuando apareció la televisión enseguida se pronosticó que la radio iba a desaparecer. Ahora con las nuevas tecnologías también hay quienes opinan que las salas tenderían a desaparecer. ¿Cree usted que con la irrupción de los nuevos sistemas seguirán existiendo las salas igual que ocurrió con la radio?
Siempre que hay catastrofismo se les olvida de que las sociedades acostumbran a tomar lo mejor de cada producto cultural porque es lo que les gusta. El cine como punto de reunión y de convivencia social no va a desaparecer nunca porque es un rito tanto heredado, como una necesidad social para sociabilizar. Parémonos a pensar en el número de años que tienen los que más asisten a este espectáculo y que son los que están buscando su pareja, su gusto por la vida, su vocación. Estamos hablando de gente de 13 años a 23, más o menos. Ése es el gran grueso del público que tiene que salir a sociabilizar y uno de los lugares por excelencia son las salas de cine.
Entonces, ese rito de consumo ahí va a seguir existiendo, pero también va a haber ese otro núcleo de consumo que es a través de las redes y otras muchas opciones para aquel que decida consumirlo así y lo único que se abren son más fuentes de ingresos potenciales para un mismo producto o para productos diferenciados, porque por ejemplo, tú puedes hacer productos ya para la red con otro tipo de extensión que no puedes hacer para una sala porque si llegas a una sala con una película de cuatro horas por muy buena que esté, te quiere matar el exhibidor ya que dirá que en lugar de dar cuatro funciones solo podrá dar dos y me reduces los ingresos de las palomitas. En cambio, a un consumidor adicto de imágenes en movimiento le dices que va a durar cuatro horas y media y te dirá que perfecto, me programo, la bajo, la solicito, la veo tal día en que no hay nadie en mi casa, y puede ver una película de más de tres horas, cuatro, cinco o seis seguidas, que esto ya se nos da la posibilidad por la captura del HD de que pueda ser sin cortes.
– En la década de los ’90s hubo mucha menos producción del cine mexicano y parece que tuvo que ver con la política de aquellos años más que con el cine en sí. ¿Los que llevan la política deberían de entender mejor lo que es el arte cinematográfico?
Los mexicanos lo llamamos la gran traición al cine mexicano y fue una política implementada a finales de los ’80s y principios de los ’90s y cuyos efectos desastrosos se dieron en toda esa década. El promedio de producción anual era de 16 películas al año, cuando una década antes hacíamos entre 80 y 90 largometrajes en 35mm y otro tanto en 16 o video. De repente esa política pública consistió en extinguir una ley de fomento al cine para estar en los tiempos de la globalización y, siendo consecuentes con la petición de la MPA y del poder norteamericano, dejaron el cine mexicano a las fuerzas del mercado y le quitaron la responsabilidad al Estado nacional en su obligación de impulsar este vehículo de expresión.
Las consecuencias las vivimos los cineastas. Nos silenciaron vía la existencia de no apoyos y de la venta de la cadena productiva a la reducción de 16 películas cuando teníamos una población casi de cien millones; imagínate. Entonces, afortunadamente, algunos cineastas nos organizamos, empezamos a ser muy contestatarios y logramos revertir esa pésima ley de 1992 en el año 98. Ponerla en práctica nos llevó hasta el 2002 y ello sin repetir el vicio del priísmo que era la presidencia y las instituciones verticales. Se hizo un diseño más democrático, más incluyente, y por eso en esta primera década del siglo XXI, el 53% de los que dirigen son jóvenes de ópera prima en un modelo bastante incluyente, que tenemos un gran futuro y, como tú dices, la lección es, punto número uno: siempre tendrá que haber una política pública de expresión en cine o en audiovisual porque son herramientas tan caras que si no hay una política pública, la mayoría de los nacionales no puede contar con los equipos para producir y para editar y en su momento hasta para difundir.
Estamos viviendo un nuevo momento en el 2013 donde regresan los mismos personajes que enterraron al cine mexicano en 1992. Los nombres son los mismos y ya tuvimos ahora el primer gran recorte en la producción en este año: de 525 millones de pesos que tenía el presupuesto del Instituto Mexicano de Cine, le quitaron 175 y lo dejaron en 350 y las áreas más afectadas son las de la producción. Ya la comunidad se está moviendo y organizándose para hacerles ver que eso es otra vez la misma tontería que hace once o trece años y estamos empezando a negociar porque no sabemos si fue una venganza o una estupidez, pero lo que sí sabemos es que se afecta la libertad de expresión y el cumplimiento de los tratados internacionales como son los derechos culturales de los derechos humanos y el tratado sobre la diversidad cultural.
– ¿También hay un divorcio entre lo que es el cine y la televisión privada en México? ¿Cómo se podrían mejorar esas relaciones?
Yo siempre he sostenido que la actual sepultura del cine mexicano tiene una lápida encima y se llama televisión, porque mientras en el mundo, la televisión es una de las grandes ventanas de ingreso para la recuperación, en México, por existir un duopolio, tenemos un freno para el desarrollo. Afortunadamente, este año hubo una iniciativa para la reforma de la ley federal de telecomunicaciones, se va a hacer una recomposición del espectro radioeléctrico y se van a meter nuevos jugadores, dicen que posiblemente tres cadenas más, pero con las posibilidades tecnológicas que esto permite, yo creo que puede ser hasta muchísimo más abierto.
Si logramos que la iniciativa pase como está o un poquito mejorada, yo creo que el año 2013 será el año de un nuevo espectro de la televisión en México, donde nosotros estamos impulsando que el 50% de la producción que vayan a transmitir las empresas públicas sea adquirida de productores independientes y el 25% de la producción nacional que programa una televisora privada tendría que ser de productores independientes también. Todo esto para garantizar la libertad de expresión y el desarrollo económico. Justo estamos en esas negociaciones. Ya pasó la cámara de diputados el anteproyecto pactado y en estos próximos días existirá humo en las mismas condiciones o sabremos si va a haber un retroceso o un avance.
– Hace un tiempo hubo una protesta liderada por la Academia de cine acerca del papel de Conaculta. ¿Están mejor definidas ahora esas reglas del juego?
¿Estás hablando de un desplegado que firmamos el 2 de febrero del 2012?
– Exacto, fue en esas fechas.
Lo firmó la Academia y lo firmó la Sociedad mexicana de directores en conjunto porque mientras en el área de cine se había establecido una política de apoyos mediante concurso para que fueran democráticos, incluyentes y transparentes, se había regresado al viejo vicio de utilizar los dineros públicos de forma discrecional para apoyar a quien fuera, llamémoslo así, visto con simpatías desde el poder de Conaculta. Entonces, eso estaba creando que dieran más dinero a través de Conaculta que a través de toda la red de mecanismos que habíamos establecido la comunidad y el ejecutivo con el Imcine para hacer películas.
Nuestra protesta fue por eso y lo logramos parar porque nosotros decíamos que nos encantaba que hubiera dinero adicional, pero que se concurse, que se litigue. Obviamente eso nos creó conflictos con la señora Sáizar, pero ella estaba violando toda la normatividad al hacer ese uso discrecional. Ahora entra Rafael Tovar y de Teresa y todo tendrá que ser a base de concursos en el Instituto Mexicano de Cine. Yo creo que tienen que regresar a lo legal, a lo establecido y a lo solicitado. Si no lo hicieran, pues ya veríamos cómo tendría que reaccionar la comunidad.
– ¿Y los estudios Churubusco Azteca también forman parte de lo que es el presupuesto nacional?
Sí, los Estudios Churubusco tienen un presupuesto con el cual más o menos pagan a todo el personal y, de sus ingresos, pagan otro tipo de servicios. Ahorita están en remodelación. Ya van un año atrasados en la entrega. Todavía les faltan unos seis meses más. Tienen un sobrecosto y yo creo que no están bien diseñados para el futuro porque la remodelación consistió en el cambio de lugar del laboratorio, lo cual un asesor internacional no les recomendó que movieran porque el 35mm ya está muerto y todas las inversiones que se hagan por su traslado y actualización pues van a ser inversiones que a corto plazo no van a ser rentables.
Ellos no hicieron caso y además, pusieron una serie de servicios digitales con equipo que no es gran cosa y lo que hicieron fue poner un edificio para rentar oficinas, lo cual no es la función de un Estudio porque lo que tendría que hacer es impulsar la producción, la coproducción y todas esas cosas. Lo que más se utilizaría ahora serían los servicios digitales, entonces es un concepto un poco viejo.
Obviamente, los cineastas defendemos la existencia de unos Estudios que sean del Estado mexicano porque siempre se podrán redireccionar, actualizar y volverlos a su propósito original que es inculcar la producción. Sin Estudios Churubusco muchas películas independientes no hubieran existido, entonces en cualquier momento se terminará esta «actualización» y tendrá que regresar a su vocación original que es apoyar a la producción y no ser rentero de oficinas ni nada por el estilo. Es un nuevo momento por los nuevos avances digitales y afortunadamente nosotros apreciamos mucho a los Estudios Churubusco por lo que ha significado para el desarrollo del cine, pero creo que hay que repensarlo.
– Recientemente usted dijo que había necesidad de que hubiera una mayor sincronía política entre lo que son los cines de España y México con los de Brasil y Argentina. ¿En qué consistiría esta sincronía?
Lo sigo sosteniendo. Mira, los cuatro mercados que tú dices son el 96% de todo. Significaría, punto número uno, el autoconocernos, mas que nosotros estuviéramos muy pendientes de la exportación del imaginario brasileño, argentino, español y mexicano; tener una política de difusión constante para que cuando venga una película española, brasileña o argentina ya sepamos de su existencia, ya conozcamos a sus artistas, y esa parte del imaginario y la gente, con la misma cantidad que se aplica ahorita para la promoción y difusión, acudiría con el doble o el triple del número de espectadores. Pero no lo estamos haciendo.
Los norteamericanos nos posicionan sus películas en la industria del espectáculo con tres o cuatro años y resulta que estamos enterados que la nada chica se llama Jennifer Aniston a quien desde que tenía 16 años la conocemos, ahorita ya es una señora. Pues nosotros los mexicanos tendríamos que conocer a Maribel Verdú desde que es chiquita y a todos los actores españoles con una difusión permanente pero lo más importante sería con historias binacionales. Osea, la emigración México-España España-México, Argentina-México México-Argentina, ha hecho unos puentes culturales realmente muy fuertes, tenemos todo tipo de historias auténticamente binacionales que podemos hacer que duplique las posibilidades de recuperación en sala y en el resto de plataformas.
Si logramos empezar desde lo que se llama historias para dos países pero naturales, de repente todos los dramas que han sucedido, ahorita hace unos tres o cuatro años mexicanos que emigraban allá, antes podíamos entrar, de repente se hizo un lío con la entrada, ahorita están viniendo muchos de ustedes a buscar por la crisis de allá y se hacen historias de amor, interesantísimas. Tenemos demasiadas historias binacionales para no estarlas explotando y que fueran la columna vertebral para que se fuera creando ese conocimiento de los cuatro grandes países.
Teniendo una buena distribución y una buena aceptación, como ocurre con el cine argentino en España (yo he visto como muchos españoles solicitan las películas argentinas y las tienen como sinónimo de calidad; todo un buen trabajo por parte de Argentina. Me gustaría que lo hiciera México) de repente teniendo ya ese punto de vista a favor, lo demás viene de suyo porque su mercado y el nuestro son grandísimos, el de Brasil también es grande aunque no tanto, a pesar del potencial que tiene, y podríamos arrastrar al resto de los treintaytantos países que nos quedan en idioma español, pero necesitamos trabajar en armonía y desgraciadamente nuestra política ha sido hasta este momento asincrónica, quizás por falta de conocimiento de algunos dirigentes o porque estamos más preocupados por salvar nuestras industrias y se nos olvida que cuando nos enfrentamos a un global que no más se llama Estados Unidos, pues es un profesional en prácticas contrarias al libre comercio y en destruir las industrias nacionales, de ahí que ellos capten tanto dinero del extranjero y no compartan nada de su mercado nacional. Tienen una política muy clara y la ejecutan muy bien. Nosotros somos los que hemos fallado al no tener una política que nos una.
©José Luis García/Cinestel.com