“Irradiés”, de Rithy Pahn; imágenes de la violencia más atroz (Siglo XX)

22 Festival de Cine Judío de Barcelona
Desafiar a la violencia y a los violentos mediante el discurso cinematográfico. “Irradiés” (Irradiated) es el documental del cineasta camboyano Rithy Pahn que recién se presentó en la sección oficial de la Berlinale 2020, y que también abrió la 22 edición del Festival Internacional de Cinema Jueu de Barcelona en la sede principal de la Filmoteca de Catalunya, donde se pudo ver al realizador hablando en directo desde Camboya a través de la gran pantalla de la Sala Chomón, habilitada al efecto.
La película es un repaso a imágenes de genocidios colectivos perpetrados a lo largo del siglo XX, un periodo de tiempo de la Historia caracterizado por ese acceso al mundo audiovisual que le otorga una dimensión distinta a lo que es la transmisión de información hacia las generaciones futuras.
La tarea que Rithy Pahn ha llevado a cabo consiste en reunir secuencias sobre graves hechos consumados de crímenes de lesa humanidad, en un filme que se sostiene entre el dolor y el silencio. Aquí no vamos a ver testimonios de víctimas de la violencia, sino la crueldad misma claramente expresada sobre todo en sus consecuencias: durante el filme vemos dos hombres arrodillados al lado de un agujero en la tierra que son disparados sin piedad en la cabeza, a las que le sigue distintas imágenes, siempre mostradas con brevedad, de cadáveres arrojados, un desfile de Hitler como los captaba Leni Riefenstahl, cabezas decapitadas, cementerios de la guerra o la devastación provocada por la bomba atómica en la ciudad de Hiroshima. Es justamente el uso de la energía nuclear lo que le da el título a la película: “Irradiados”.
Y es muy probable que en el transcurso del visionado de “Irradiés” nos podamos preguntar si uno de los propósitos de Pahn a la hora de plantearse el desarrollo de esta película pudo haber sido el de tratar de hacer un contrapeso al extraordinario (y muy extenso) documental “Shoah” (1985), del realizador francés Claude Lanzmann, pues aquél estaba basado en testimonios (él pudo también conseguir que hablara un antiguo nazi) y nunca empleó imágenes directas del holocausto y sus consecuencias.
Las comparaciones son inevitables y lo mismo sucede en este caso con el documental “Noche y Niebla” (1956), del cineasta francés Alain Resnais, quien justo en el décimo aniversario de la liberación de los campos de concentración y exterminio, combinó algunas declaraciones de los supervivientes tomadas en color con imágenes de archivo en blanco y negro.
Esa película marcó un hito a la hora de intentar detener un posible avance de cualquier negación del holocausto e inclusive de la banalización del mal que tanto defendió Hannah Arendt, entre otros; al igual que ocurría con los peligros del regreso al continente europeo del antisemitismo, el racismo y el totalitarismo.
Resnais ya empleaba en aquel entonces una voz en off para acompañar determinadas imágenes del film. Era Michel Bouquet leyendo con voz neutra y calmada, los textos que había escrito Jean Cayrol para el filme. Rithy Pahn añade ahora ese estilo a su “Irradiés”, pues las imágenes del documental, tanto de esos genocidios globales del siglo XX como de los objetos perdidos y abandonados al lado de las víctimas, van acompañadas de las voces de André Wilms y Rebecca Marder, quienes en vez de describirlas se prestan a darles un sentido poético cercado por la inadmisible crueldad, pero lleno de una concepción integradora de los valores humanos y de su correspondiente amplitud de miras.
No es fácil detallar lo que uno siente al ver en pantalla semejantes consecuencias de los atropellos ocurridos. Pero entre la pesadumbre y el desaliento, quizá pueda haber una puerta hacia la esperanza con la difusión de estos trabajos que buscan concienciar al espectador en pos de un mundo mejor, más humano, respetuoso y decente.
Importante reseñar que las imágenes corren en la pantalla por triplicado y que hay una música de fondo. Hay veces que los tres recuadros simétricos muestran lo mismo, en otras el cuadrado central es distinto, y en algunas más esos tres espacios en pantalla comparten una misma imagen. ¿Es una invitación a no desviarse del tema planteado frente a los persistentes estímulos de la actual tecnología? ¿O es la constatación de que respecto a las imágenes de aquellas atrocidades, mires hacia donde mires, encontrarás la misma desidia, odio y desconsideración hacia el otro? La respuesta está en cada uno de nosotros.
©José Luis García/Cinestel.com