Modalidades migratorias en el Festival de Cinema Jueu 2021

Las condiciones de la migración y por ende, las de la diáspora judía, han sido muy diferentes según el momento o la época en que han ocurrido. La reciente edición del Festival de Cine Judío llevada a cabo en la Filmoteca de Catalunya, reflejó en las películas mostradas esta problemática que está tan ligada al desarraigo, el exilio y las vanguardias artísticas de entreguerras.
“La Palabra Tabú” (Das Unwort), de Leo Khasin, inauguró esta 22ª muestra de cine, una comedia nada ortodoxa sobre un antisemitismo latente que sucede en las escuelas alemanas.
Las soluciones a aquellas circunstancias que poseen un carácter conflictivo y la vida de los refugiados y supervivientes de las contiendas bélicas, conformaron los ejes principales sobre los que se basó la programación de este año 2021.
Tanto el extrañamiento como la amenaza de alienación estaban presentes en una buena parte de las películas vistas en este Festival, aunque también hubo otras propuestas distintas como puede ser la comedia “A Tramway in Jerusalem” del notable cineasta israelí Amos Gitai, quien siempre tiene un estilo incisivo altamente recomendable para ver.
Y de entre los variados productos cinematográficos que el Festival de Cinema Jueu presentó para la ocasión, llama poderosamente la atención el relevante contraste que pudimos hallar en dos de sus sesiones acerca de los sentimientos y la actitud de diferentes personas migradas, tanto en lo que se refiere al espacio que los acoge como a la mirada que ellos tienen con respecto a ese pasado que ya dejaron atrás en sus respectivas vidas.
Una de ellas es una producción rodada en 1980, “Bruxelles-transit”, en la cual una pareja mantiene una profunda añoranza por la tierra que los vio nacer, mientras que la otra fue una sesión doble alrededor del movimiento anti-arte dadaísta y su complejo encaje en la realidad de su época. Tanto “Un été à la Garoupe” como “The Zurich Chronicle” destilan la necesidad de romper con un pasado sobre el que ellos consideran que fue bastante traumático.
“Bruxelles-transit”
Película dirigida por el guionista y actor belga Samy Szlingerbaum, “Bruxelles-transit” es una mirada retrospectiva a la llegada a Bélgica de sus padres procedentes de Polonia vista a través de los ojos de su madre, quien aquí está representada por una joven actriz que combina las escenas de una dificultosa cotidianidad con reflexiones en off efectuadas en yidish, pues toda la película fue rodada en ese idioma.
Szlingerbaum asume que sus progenitores tal vez no tenían la intención de integrarse en la sociedad belga, posiblemente porque ellos llegaron en el año 1947, una vez acabada la II Guerra Mundial, de modo que eran reacios a aprender el idioma francés. Y siendo como él era, discípulo de Chantal Akerman (ella produjo la película), “Bruxelles-transit” también sigue un estilo visual cercano a la realizadora.
De hecho, en el filme predominan las imágenes nocturnas o diurnas con luz tenue (sólo en la última imagen se percibe el reflejo del sol), mientras que en ocasiones la cámara opta por subrayar algunas distancias, al tiempo que se proyectan planos largos similares a los de la filmografía de Akerman.
La nostalgia por el lugar que ocupaba esa familia en el pasado es una constante es este film. Sus padres trabajaron duro montando inicialmente un taller clandestino en un sótano para poder sobrevivir. Y uno de los mayores logros de esta película es la presentación de escenas en las que se ve la ciudad de Bruselas, pero se escucha música tradicional polaca, en unas imágenes que ponen en valor la melancolía y la pena por todo aquello que dejaron atrás. Inclusive la madre canta en algunos momentos algunas canciones. Y en una secuencia concreta se escucha que a la llegada del matrimonio a su destino final “llorábamos más que hablábamos”.
“Un été à la Garoupe” + “The Zurich Chronicle”
Una película que literalmente contrapone esa idea nostálgica de fondo que subyace en “Bruxelles-transit” es “Un été à la Garoupe”, otro de los trabajos vistos en el Festival de Cinema Jueu. En este filme de formato documental sus protagonistas son un grupo de artistas que prefieren ignorar su procedencia personal y familiar y adentrarse en la continuación de lo que se denominó el movimiento Dadá o dadaísta, una corriente intelectual, literaria y estética de vanguardia que proponía la negación de todo y la destrucción por la destrucción.
Verdaderamente aquella tendencia había acabado tiempo atrás, así que quienes aparecen en el film lo que hacen es sentar las bases del surrealismo a partir de los preceptos que ellos habían asimilado del antiguo dadaísmo. Entre quienes seguían esa tendencia se hallaban Salvador Dalí, Pablo Picasso, el poeta Paul Éluard y su mujer Nusch, Roland Penrose, Lee Miller y Dora Maar.
En el grupo también estaba Man Ray, un cineasta a quien Kodak le había prestado una película de nueva producción y una cámara para que las probara, así que se dispuso a rodar imágenes con todos esos amigos tan nihilistas o más que él. Y eso es lo que acaba siendo “Un été à la Garoupe”, un retrato de puros inconformistas que querían desafiar al pasado.
El denominador común de todos aquellos judíos que participaban en esta nueva tendencia artística es que rechazaban su pasado y su procedencia. Se habían cambiado su nombre y apellido de nacimiento y nunca hablaban de su ascendencia judía, posiblemente por temor a ser apartados o repudiados y tal vez como consecuencia directa de un ayer traumático que pretendían olvidar, pues las imágenes captadas datan de 1937.
“The Zurich Chronicle” es la otra película que también presentaron en la misma sesión Enrichetta Cardinale (Dart Festival) y Daniela Rosenfeld, la directora del evento. Se trata de una historia irónica y divertida que repasa los inicios del movimiento Dadá en la Suiza neutral, concretamente en la ciudad de Zurich, a donde llegaron los tres artistas fundadores procedentes de Rumanía: Tristan Tzara, Marcel Janco y Arthur Segal, quienes pertenecían a la clase burguesa.
Mediante una presentación tan desenfadada que desconcertó a una parte del público presente en la Filmoteca, el documental explica cómo fue la raíz del dadaísmo de modo que se pueda llegar a reconocer el puente existente con el posterior surrealismo. Y es que ambos movimientos comparten una crítica a la razón en la que todo es ilógico, irracional y superficial.
Rosenfeld se preguntaba en la Sala Chomón cómo definir la absurdidad: “¿Es una religión, una cultura, una etnia…? Es muy difícil definirlo, y más en aquella época de entreguerras y en la actual también”.
©José Luis García/Cinestel.com