Entrevista a Ricardo Íscar, un referente en el documental español
FIDBA de Buenos Aires
De origen salmantino, Ricardo Íscar lleva muchos años viviendo en Barcelona, donde es profesor de Guión y Realización de Documentales en la Universitat Pompeu Fabra, además de disponer de una extensa filmografía como director que abarca temas apasionantes abordados con profundidad y con especial relevancia en el encuadre.
Su pasión por la fotografía nació desde muy joven cuando, siendo estudiante de Derecho, instaló un laboratorio de revelado en unos baños del domicilio de sus padres. Aunque se licenció como jurista, se apartó por voluntad propia de su tradición familiar en la abogacía para abordar de lleno su predilección por la imagen en movimiento y la creación dentro del género documental.
Ricardo Íscar es este año miembro destacado del Jurado de la Competencia Internacional en una nueva edición del Festival de Cine Documental de la ciudad de Buenos Aires (FIDBA).
Su influencia ha sido reconocida por la nueva generación de documentalistas catalanes, muchos de los cuales han participado en sus clases como docente, tanto de documental como de fotografía. En el año 1994 se diplomó en la Academia de Cine y Televisión de Berlín, donde a su llegada le impactó una charla del cineasta de origen austríaco Fred Zinnemann («Sólo ante el peligro» 1952), además de haber estudiado antes en otros centros como la Academia de la Imagen de Madrid.
En Berlín estuvo viviendo 10 años y fue allí donde comenzó a hacer cortos de ficción que le ayudaron a encontrar un lenguaje personal y propio, tras lo cual se pasó al cine experimental y a continuación al documental, en el que ahora es toda una eminencia.
«El cine documental -nos explica- era la manera en que yo podía tener un mayor control de la herramienta, pudiendo llevar al mismo tiempo la cámara y dirigir. Los equipos eran muy reducidos. No estábamos sometidos a la jerarquía clásica de la ficción, y el documental me permitía acercarme a la realidad, verla con un marco más preciso y poder expresar lo que yo sentía a través de ello».
«Asimismo, -continúa- sentía que el proceso era mucho más creativo que en la ficción, ya que no estaba sometido a un storyboard o a leyes muy rígidas, puesto que en el proceso de hacer un documental, la labor de creación no acababa una vez rodada la película, sino que seguía durante el montaje hasta el final, hasta que se estrena».
Cine centrado en lo social
La filmografía de Ricardo Íscar tiene un fuerte sentido social y él reconoce que «algunos de esos temas son asignaturas pendientes que uno lleva detrás de ellas desde hace años, y en cuanto ves una oportunidad, te enfrentas a ellos». Sin embargo, siempre hay espacios en la vida para el descubrimiento repentino de algo interesante a partir de una imagen o una noticia. Tomar nota de datos y realizar una primera investigación es primordial para este realizador, «y si tengo medios puedo llevar a cabo una investigación más profunda que puede llegar a durar un año» -nos comenta-.
Esas notas y algunos dibujos sirven para un posterior guion que será la puerta para tratar de conseguir alguna subvención que ayude a terminar el trabajo, normalmente en su caso, de largometraje. A sus filmes les dedicaremos una nota específica en Cinestel un poco más adelante.
Festivales de cine documental
Ricardo Íscar percibe una cierta sensación de glamour dentro de los festivales de cine documental que se hacen ahora en España, donde piensa que hay gente que ‘se pasea’. «Cuando empezamos -recuerda-, pues éramos muy pocos, todos nos conocíamos y éramos los currantes, es decir, los trabajadores del cine, e incluso cuando yo vivía en Alemania me gustaba ir a los festivales de cine documental porque veía a gente vestidos de pana, no gente con traje y corbatas».
A Íscar parece que no le gusta que puedan haber festivales con el solo objetivo de premiar las películas y en ese sentido, sus festivales ideales serían aquellos «en los cuales no hubieran premios, sino que el hecho de ir a un festival fuera ya en sí mismo como el mayor premio».
También aboga porque estas plataformas físicas de exhibición fueran un «festejo en donde los directores se pudieran encontrar sin ninguna competencia y pudieran hablar de su trabajo y de las obras y hacer evolucionar el cine. Lo que pasa es que los premios -añade- también es verdad que ayudan a determinados autores y determinadas obras a poder seguir haciendo».
Igualmente, el realizador piensa que los festivales están cobrando mayor importancia a medida que los modos de exhibición se han acercado a modelos digitales, siendo una de las pocas oportunidades de ver determinadas obras en pantalla grande.
¿El visionado online ayudará al documental?
¿La proliferación de plataformas de Internet favorece la difusión del cine documental? Ricardo Íscar piensa que sí, que las películas están hechas para ser vistas y que han de ser difundidas. «Otra cosa diferente -opina- es que haya plataformas digitales ilegales que no estén abonando los cánones que tienen que pagar, porque el público tiene que poseer el derecho a ver las obras de la manera más fácil. Lo que pasa es que la gente que emite esas obras tiene que tener la obligación de pagar un tanto a las sociedades de autores, para que ese dinero llegue de una manera o de otra a la creación, y no se pierda».
¿Es aburrido el documental?
En un debate del reciente DocsBarcelona se planteó la pregunta de que si determinados públicos perciben siempre al documental como algo aburrido. Ricardo Íscar cuenta a Cinestel que en el supuesto de que el documental no te cuente algo bien contado, con sus trucos narrativos y visuales, podría llegar a ser algo aburrido, y que la ficción «tiene más trucos para defenderse» cuando el fondo de una historia pudiera estar siendo poco interesante.
«De hecho, -asegura Íscar- nosotros podemos ver películas muy aburridas de acción, y creo que el 90% lo son, pero ya solamente viendo los efectos especiales o los de sonido o fotografía, uno las puede tragar. El documental se hace normalmente con muy poco dinero, muy pocos medios, y es mucho más puro en ese sentido, no tiene esos mismos efectos o tantos trucos, y por lo tanto, si normalmente el documental es bueno, se hace normalmente mucho más duro ese trabajo. En cualquier caso, tanto en la ficción como en el documental, grandes y buenas obras no hay tantas».
«Yo creo que -añade- muchas veces las televisiones o el Estado olvidan su papel de tener que dar un servicio público que implica no dedicarse a entretener ni a seguir un camino fácil, sino a construir una sociedad mucho más culta y educada y mostrar determinados valores. Y si las televisiones lo olvidan y se dedican al entretenimiento, el documental no tiene nada que hacer. Es decir, siempre hay dinero para talk-shows, para programas informativos, para cualquier otro tipo de cosa,… y lo último es siempre la cultura. Y muchas veces este tema incluso está mal visto, se cree que es algo elitista». El realizador dice observar en este sentido un importante bajón en el nivel de atención que ha tenido en los últimos años la televisión pública de Catalunya en su relación con los documentalistas locales.
El esfuerzo hacia lo creativo
Uno de los hándicap que podría llegar a confundir a determinados espectadores a la hora de decidirse por intentar acercarse al universo documental podría ser su desconocimiento respecto a la existencia de un factor creativo más allá del informativo que siempre proliferó en las cadenas televisivas hasta hace un tiempo. Si bien en el reportaje periodístico, lo que prima es la información, Ricardo Íscar destaca la emoción como el factor principal en el documental creativo.
«No necesariamente en el cine, -nos cuenta- cuando empezamos un documental, los cineastas sabemos exactamente a dónde vamos a llegar, sino que el hecho mismo de rodar es una exploración, como decía Flaherty. Un buen reportaje se puede ver en el cine. Lo que sí estoy seguro es que los documentales cinematográficos sí que han de verse en la televisión, porque ese medio es un pilar fundamental para la producción del documental. Sin la televisión, los cineastas, los que nos dedicamos al cine de lo real, no podemos tirar adelante porque el dinero de los fondos públicos no es suficiente. Se necesita el concurso de ambos».
Íscar recuerda que en España hace unos veinte años se quiso diferenciar el reportaje televisivo del documental cinematográfico de creación. «Son diferentes, porque el documental cinematográfico tiene una mirada muy subjetiva, tiende más hacia las emociones y tiene otro tipo de enfoque que se basa en otra serie de reglas en donde ya no importa tanto la información. Curiosamente, los británicos tienen una tradición de cine documental previa al reportaje televisivo, porque la BBC fue en parte fundada por gente que procede del mundo documental, como Rotha o Cavalcanti. Es decir, primero se creó el documental cinematográfico y luego vino el reportaje televisivo».
«En Gran Bretaña -continúa- el documental creativo siempre ha estado ahí. Ellos saben distinguir entre el documental sobre animales estilo National Geographic que la BBC es una experta haciéndolos, de los trabajos de investigación y reportajes comprometidos, o de los trabajos de creación que son documentales al estilo clásico, cuyo fin es social o bien creativo, de autor. Y uno como autor también debería de poder desenvolverse en varios campos».
©José Luis García/Cinestel.com