Eduardo Gómez: “Sin duda el ser humano no tendrá la última palabra”
Estreno en Argentina
“La Conquista de las Ruinas” es un filme documental del director boliviano Eduardo Gómez que pone en contraste varias perspectivas alrededor de la idea de qué es este mundo y cómo debe ser habitado.
La película analiza distintos puntos de crucial interés en esta época actual en la que vivimos. Por una parte está la sustentabilidad de los recursos planetarios, -aquí convenientemente expuesta por el paleontólogo Sebastián Apesteguía-, y por otro la muchas veces no explicada tendencia a moverse del territorio en flujos migratorios que son continuos y que en su mayor parte buscan un incremento de los ingresos económicos familiares.
Como diría Apesteguía, cada día representa un reto preservar la “memoria profunda” del ser humano.
Y Gómez intenta hacer reconocibles algunas obviedades que a menudo se pasan por alto.
La película ha sido filmada en un elegante blanco y negro que refuerza la percepción de transversalidad que el realizador quiso proponer, pues además él puso mucho cuidado en que la presentación se rigiera por esas directrices.
Comienza por la extracción de piedra en una cantera en un territorio con abundantes restos fósiles, y avanza por otros lugares como un barrio privado que ha sido construido sobre un antiguo cementerio de los pueblos originarios, o el levantamiento de un mastodóntico edificio en la ciudad de Buenos Aires.
Entre las personas que aparecen en esta coproducción entre Bolivia y Argentina, están el obrero y agricultor Juan Cuevas Brañes, los indígenas Reinaldo Roa y Santiago Chara, y el también obrero de la construcción Mayko Crispin Méndez, quien tuvo que migrar de Bolivia a la Argentina.
Eduardo Gómez responde las preguntas de Cinestel:
– Una de las principales cuestiones del documental es porqué la gente emigra del campo a la ciudad. ¿Crees que el dinero y la codicia podría ser quizá el motivo fundamental?
Hay quienes eligen migrar a la ciudad porque no tienen suficientes recursos económicos como para permanecer en el campo y los obreros del documental que se dedican a la construcción, tuvieron que migrar para mejorar sus condiciones de vida básicas.
Por otra parte, hay quienes como Juan, que es el obrero que trabaja en la cantera en Cochabamba, también tienen la oportunidad de migrar en algún punto de su vida, puesto que muchos de sus amigos migraron a Argentina pero deciden quedarse en su pueblo. En el caso de Juan, para él la ciudad es un ambiente convulso, discriminador y muchas veces injusto, y no quiere vivir eso fuera de su país, estando lejos de su familia. Tiene que trabajar mucho más para mantener a su familia y privarse de muchas cosas.
– Hablas en la película acerca de las grandes transformaciones que ha ido sufriendo el planeta a lo largo del tiempo. ¿Consideras que esos cambios no han sido muchas veces lo suficientemente meditados por la población afectada?
Muchos de los cambios sufridos por el planeta estuvieron marcados por largos períodos de tiempo. En algunas de esas etapas la furia de la naturaleza fue implacable para definir la supervivencia y transformación de las especies y el hábitat. Sin embargo, en el documental, Sebastián Apesteguía reflexiona sobre lo que le estamos haciendo a la tierra, ya no de forma pasiva, sino de forma consciente. Y lamentablemente mucho de ese daño consciente a la tierra lo estamos realizando sin pensar que los efectos colaterales no tardarán en hacerse visibles.
– Disfrutamos de la naturaleza, pero elegimos ir a vivir a una ciudad. ¡Qué paradoja!, ¿verdad?
En muchos países sigue siendo una constante. Sé que los motivos pueden ser variados. En países donde las conexiones de transporte son óptimas, las barreras disminuyen y el equilibrio laboral se distribuye de mejor manera, dando pie a la descentralización.
En muchos aspectos es inevitable la centralización del espacio público y por ende la concentración de población en una ciudad, pero creo que eso puede cambiar en la medida en que las nuevas formas de trabajo donde la virtualización de las operaciones no requiere estar físicamente en un determinado lugar puede ayudar a desconcentrar aquellas ciudades que por estar sobrepobladas generan muchos problemas medioambientales.
– ¿Tareas como la del paleontólogo Sebastián Apesteguía podrían ayudarnos también a descifrar errores del pasado?
Yo creo que sí. En el documental observamos de cerca muchas de las funciones que realizan los paleontólogos. Sin embargo, existe retroalimentación entre personajes, que, sin ser explícitos, se cuestionan entre sí de forma indirecta.
Pienso que si observamos la importancia de rescatar especies extintas hoy en día puede ayudarnos a reflexionar sobre lo que puede suceder con nosotros en la actualidad. Muchas de las especies que nos antecedieron están en los museos. Los dinosaurios están reproducidos en los parques o juegos de atracción, de hecho, están muy insertos en la cultura popular. Sé que humanamente es casi imposible tomar conciencia de esos lapsos de tiempo, que fueron millones de años entre una etapa y otra, y todas ellas están hoy en día dispuestas como información al alcance de nosotros.
Cada uno puede atribuir la conexión que requiera con ese pasado. Pero considero que las palabras de Sebastián son más sentenciosas cuando dice: “Cada momento en la tierra tuvo su flora y fauna característico, con sus propias reglas, y las mismas dan paso a otro momento también con sus propias reglas. Nuestro momento en el planeta está siendo signado por todo lo que le estamos haciendo a la tierra. Ese signo, ¿cómo lo verán los paleontólogos de acá a quinientos o mil años? ¿Cuál va a ser la evidencia de nuestro paso?” Sin duda el ser humano no tendrá la última palabra.
– ¿Y por qué le dijiste no al color en esta película mostrada en blanco y negro?
Desde el comienzo se decidió manejar en blanco y negro, priorizando la estética de la fotografía; primeramente, fue porque las canteras de piedra caliza son espacios blancos, donde la tierra y la polvareda son constantes. En “La Conquista de las Ruinas” trabajamos el blanco y negro para darle un nuevo sentido a la imagen de forma que ésta dialogue con los personajes y resaltar los contraluces altos, simetrías determinadas por las luces y sombras, o donde la arquitectura expresa una sensación laberíntica equilibraba a la sensación de encierro y misterio de la cantera.
©José Luis García/Cinestel.com