«Flores de Ruina» de Julio Midú y Fabio Junco; cine negro con vecinos
El interés por la política cinematográfica es en la Argentina un asunto muy serio, tanto para los ciudadanos atraídos en favor una oferta de filmes plural y democrática como para las autoridades vinculadas al cine que han sabido dar respuesta a los reclamos de un numeroso sector de la población que desea participar activamente en la vida cultural de una nación joven que busca su identidad. Uno de esos puntales es la Fundación Cine con Vecinos surgida de una idea puesta en práctica hace más de 20 años en Saladillo a través de la iniciativa de los cineastas Julio Midú y Fabio Junco que ahora nos presentan su 25º largometraje de ficción, una comedia negra con tres perversas hermanas.
Lógicamente, «Flores de Ruina» también forma parte de esta magna experiencia comunitaria y convoca en su realización a decenas de vecinos de la población que actúan en ella o forman parte del equipo de filmación, con una historia inspirada en un hecho real del pueblo donde la comunidad convivió sin saberlo con un anciano belga, ahora fallecido, sobre el que tardíamente se supo que había estado vinculado a las juventudes hitlerianas y a otras acciones análogas. Fue condenado en Bélgica pero vivió tranquilamente en Saladillo como un vecino más, entre gente que desconocía ese pasado, y donde ahora están residiendo sus cuatro hijos.
Las tres hermanas ancianas y solteras de la película viven solas en un campo y reciben la visita de un criminal prófugo de la justicia, en medio de un áspero ambiente rural. La única actriz de carrera es Ellen Wolf que está acompañada en los roles protagónicos por René Regina, fallecida a principios de 2014, a quien dedicaron el 11º Festival Nacional de cine con Vecinos. Ambos realizadores nos cuentan que coinciden en extrañarla muchísimo y responden a las preguntas de Cinestel:
– «El campo es nuestro» dice una de las hermanas al principio de la película. ¿Cómo se les ocurrió este guión de suspenso?
Surgió la idea a partir de un spot que, con fines publicitarios, hicimos para la décima edición de nuestro Festival Nacional de Cine con Vecinos, edición del 2013, con el protagonismo de Ellen Wolf, Nélida Augustoni y René Regina. El público moría de risa con ese spot y pensamos que al trío de abuelas había que darle la oportunidad de un largometraje. En solo tres semanas elaboramos un guión exprés con la intención de mantener algo de esa comicidad que se genera con las tres mujeres en pantalla. Surgió una idea conjunta que luego fuimos trabajando y corrigiendo hasta dar con el texto final de «Flores de ruina» que, finalmente, se filmó en solo 11 días en la ciudad de Saladillo y el pueblo cercano de Polvaredas, perteneciente al partido de Saladillo, en la Provincia de Buenos Aires, a 182 kilómetros de la Capital Federal.
– Muestran a esas tres hermanas acudiendo en algunos momentos a la iglesia, pero luego en el resto del film parece que ellas hacen buena la frase de «a dios rogando y con el mazo dando». ¿Cómo las definirían? ¿Se puede decir que es una mezcla de locura y codicia lo que las corroe?
Partimos del atractivo que generan tres abuelitas. Cierto aspecto maternal de tres ancianas siempre nos llevan a pensar que son indefensas y simpáticas. Nos gusta el contraste. Aprovechar esa identificación inmediata que como espectadores hacemos de «tres abuelitas». Pero estos personajes no son simpáticos, son ásperos como el ambiente rural en el que viven. El aspecto religioso solo alimenta ese contraste. Y las tres acuden a la parroquia, pero nunca las vemos rezar ni orar. Parecen sentadas solo para descansar un rato en cada visita al pueblo. Son mujeres muy grandes, solas y hermanas. No sabemos que pasó antes de conocerlas. Pero sabemos que se adueñaron del campo en el que viven, porque tal vez su destino era quedarse «en la calle». No tienen nada más que una camioneta, un rifle y una pala. Y no aparentan tener interés en el cuidado de la casona deteriorada en la que viven, con pastizales y cardones de hasta dos metros que hacen de su morada una «tapera», una cueva, un sitio para ocultarse. Ideal para el prófugo de la justicia que interrumpe en sus vidas.
– Ellen Wolf es la única actriz profesional a la que ya recurrieron en otras películas. El resto son vecinos de Saladillo. ¿Cómo fue la preparación tanto de Ellen como del resto del elenco?
Nuestro método de trabajo con los actores, actrices y/o vecinos es similar para el caso de estas experiencias comunitarias. Tratamos de no darles el texto del guión ni los diálogos. Buscamos defender la espontaneidad todo lo que se pueda. Les damos una pauta minutos antes del rodaje. Nos facilita mucho la tarea. Igualamos ansiedades, tanto en los vecinos como en los eventuales actores profesionales que trabajan juntos. Nos permite obtener, casi en un registro documental, toda la impronta y espontaneidad inicial que tienen los vecinos, y los actores, en esa primera toma en la «que ponen todo». Luchamos para conseguir lo que deseamos en la primera toma. Muy pocas veces repetimos, generalmente solo por cuestiones técnicas. Pero disfrutamos del primer impulso logrado tras la pauta única que damos antes de cada escena.
Creemos mucho en esa espontaneidad que logran los vecinos y las vecinas cuando están liberados del peso de un texto. El guión está escrito, no es de hierro, pero lo respetamos mucho. Generalmente tampoco se lo mostramos a los protagonistas. Se van enterando de la trama a medida que rodamos y nos pueden preguntar más acerca de la intriga y nos van consultando. Trabajamos con las mismas pautas tanto para con los vecinos como para con los actores. A veces, son los actores profesionales los que no pueden contener su ansiedad. Pero siempre lo resolvemos sin dificultades. Deseamos que se integren los vecinos con los actores todo lo que se pueda. Cada cual desde su lugar puede ofrecer todo lo que tiene.
– Después de veinte años con una admirable elaboración y extensión de Cine con Vecinos, ¿de qué manera forma este proyecto parte de sus vidas?
Ya es parte de nuestra vida hacer cine con vecinos. Lo disfrutamos muchísimo. La industria nos atrapa y nos interesa. Pero el cine con vecinos es algo más familiar. Parte del cariño y el amor hacia nuestro pueblo natal Saladillo y a las personas que nos acompañan y que nos vieron nacer en algunos casos. En la industria lo aprendimos todo de golpe con nuestra mega producción que distribuyó Disney y que se estrenó en más de cien salas en Argentina («Hermanitos del Fin del Mundo» con Topa y Muni). Y ahora estamos co-produciendo películas de otros, como «Soldado Argentino: solo conocido por Dios», un film sobre la guerra de Malvinas que comenzaremos a pre-producir en febrero y que se filmará en Córdoba, Bahía Blanca y Comodoro Rivadavia. Es una mega producción que dirigirá nuestro amigo cordobés Rodrigo Fernández Engler y que esperamos estrenar en octubre de 2015.
Pero el cine con vecinos también nos atrapa y destinamos varias horas diarias al proyecto integral que reúne las actividades de nuestra Fundación Cine con vecinos; las actividades para conseguir fondos para nuestro proyecto de Set Comunitario y Museo en las tres hectáreas que nos donó la Municipalidad de Saladillo en el pueblo de Cazón; y los rodajes de cortometrajes que cada fin de semana hacemos con el INCAA por distintos puntos del país. También esperamos este verano reanudar otro rodaje de un nuevo largometraje con vecinos, pero aún estamos en la etapa de las ideas.
©José Luis García/Cinestel.com