«The Fool» (Durak) de Yury Bykov; gran corrupción en las altas esferas

Es peculiar y llamativo que en los dos últimos años diferentes jurados del Festival de cine de Locarno (Suiza) hayan decidido distinguir como mejor película a cintas tan cargadas de una gran excentricidad como son las de Albert Serra y la filipina de casi seis horas de duración que recién se llevó el Leopardo de Oro y sin embargo, otros filmes como éste del ruso Yury Bykov que arrastra una potente y certera exposición, tan solo haya sido reconocido con el premio al mejor actor para su protagonista Artyom Bystrov. El autor de la muy bien valorada en Cannes «The Major» (2013) vuelve a conmover con un relato sobre el nivel de corrupción en las esferas del poder dentro del ámbito de una ciudad cualquiera en la Rusia del siglo XXI.
Dima Niktin es un humilde fontanero quien salvo por su inusual integridad, nada hace para destacarse de la multitud hasta que una noche en un dormitorio ocupado principalmente por alcohólicos y marginados, las tuberías se rompen y lo llaman para una sencilla reparación. Durante el arreglo, Dima descubre que ese edificio de viviendas dormitorio está literalmente a punto de partirse por la mitad. Dos enormes grietas en las fachadas opuestas casi cruzan el edificio por completo y los 802 habitantes del bloque deberían de ser evacuados de inmediato, pero a nadie le importa, por lo que el fontanero se embarca en una larga odisea nocturna para informar a las autoridades, encontrándose y teniendo que luchar contra todo un sistema de burócratas corrruptos.
Bykov afirmaba que su película representa a la mayor parte de la vida rusa. Una primera conversación a solas entre el protagonista y su padre tras un acto de vandalismo callejero, nos pondrá en la pista sobre la naturaleza de lo que está contando este filme. El director funge también como editor de unas imágenes que en su mayoría son en planos secuencia muy bien estructurados y pensados. También la música es de su autoría y la única diferencia respecto a su anterior obra es que aquí ya él no actúa sino que le da todo el protagonismo a Bystrov, quien proyecta muy apropiadamente su personaje, lo mismo que ocurre con la actriz Nataliya Surkova, la alcaldesa de la población, que resulta muy convincente en su papel de una mujer que procede de las clases bajas pero que ha alcanzado las mieles del poder y lucha por mantener ese estatus, teniendo que olvidar su pasado.
«The Fool» es un drama moral muy doloroso porque aborda la confusión que en general tienen sus personajes de uno y otro nivel social respecto a lo que es el bien y lo que significa el mal. Dima es un padre de familia honesto que anhela el bien y que busca resarcir y salvar su alma en el medio de tanto hedor por escasa moral y ética. Entre las medidas que toma, está la de desoír a su madre y no implicarse en sobornos, prefiriendo estudiar para sus exámenes antes que pagar una coima o dádiva que le permitiría aprobar sin educarse.
La película refleja muy bien el ambiente sombrío y deprimente con el que cohabitan las clases bajas, pero también el de opulencia, fiestas, traiciones, corrupción y miedo que está instalado en la élite del poder político. En ambos casos es paradójico el grave problema con el alcohol que tienen, aunque algunos moradores del edificio están mezclados con otro tipo de drogas, como se aprecia entre los innumerables extras que ahí aparecen.
Respecto a valores como la corrupción y la codicia, Bykov dijo en Locarno que «la política rusa está basada en mentiras y este personaje no se ve afectado por esa enfermedad social». El título original, que en castellano se traduciría como «El Tonto» es, obviamente, una descripción sobre el protagonista que intenta que prevalezca lo que cree que es correcto, pero dentro de una sociedad que en todos sus ángulos está a la deriva. El realizador contaba que «esas personas son muy extrañas hoy en día. Los llamamos románticos, altruistas o simplemente ‘tontos’, frente al hecho de que actúan fuera de lo normal en una época en la que el cinismo, el miedo y la indiferencia se han convertido en la norma. Todavía existen los ‘tontos’ en mi país, y da esperanza».
©José Luis García/Cinestel.com