«Fuego» de Luis Marías; obsesión incontrolable por la venganza

Siempre es complicado tratar en el cine temas graves derivados de la realidad cuyas heridas permanecen aún abiertas, porque a menudo van a ser susceptibles de generar rechazos en determinados grupos de espectadores. Luis Marías es un reconocido guionista vasco que se ha sentado en la silla de dirección para este largometraje escrito por él con el propósito de alimentar la polémica y el debate a través de una historia que se valora como totalmente descabellada en clave de drama policial, que cuenta con una buena adaptación a su papel dramático por parte del protagonista Jose Coronado, un actor muy madurado en su estilo actoral, y que sin duda ha sido hecha para dar que hablar sobre el tratamiento de un difícil tema en España.
La película toma su eje de partida en un acto terrorista de la banda ETA que recuerda mucho sin que se haya mencionado aquí explícitamente, un triste episodio ocurrido en la realidad durante el año 1991, cuando a cualquier persona sensata conmocionó la mutilación de las piernas de una niña de 12 años al estallarle una bomba que estaba adosada al vehículo en el que viajaba con su madre al colegio. «Fuego» reproduce al principio un suceso parecido, -aquí ocurre en un garage a la salida de la escuela y la madre fallece-, y a continuación salta once años más adelante, cuando la niña ya se ha hecho adulta y está viviendo junto a su padre viudo en Barcelona, que antes era policía nacional pero que lo dejó para dedicarse a una empresa de seguridad privada.
En su hija (Aida Folch) perduran las secuelas de aquel terrible día, pero por fortuna parece haber superado el duro trauma. Su progenitor, Carlos (Coronado), que estuvo en tratamiento psicológico para intentar volver a ser la persona que era antes del espinoso incidente, simula externamente encontrarse bien, pero esa no es su verdad porque mantiene vivo el fuego de la venganza avivado por un odio que lo consume. El asesino que mató a su mujer y mutiló a su hija está ahora en la cárcel y él decide desplazarse hasta el País Vasco, donde se propone encontrar a la ex-mujer del etarra (Leyre Berrocal), que ahora vive junto a su hijo con Síndrome de Down (Gorka Zufiaurre), y hacerles pasar por algo parecido: matarla a ella y cortarle las piernas al chico.
«Fuego» es una película discutible en su planteamiento de guión porque en su pretensión de originalidad puede ser vista como un auténtico despropósito si tenemos en cuenta que en todo momento está apelando a los sentimientos y a un por ahora incurable rencor social, más que a ese trasfondo político concreto que el filme no trata. Por eso, siempre es mejor mirar esta historia desde una óptica libre de prejuicios y como lo que en realidad es: un retrato sobre esa ira siempre desmedida de alguien que se quiere tomar la justicia por su mano. Eso puede ocurrir en cualquier parte del mundo y no sólo en el País Vasco, muchas veces con una descripción de los hechos que si no los vives en persona, casi que no te los crees. De todas formas, hay que reconocer que no es fácil ni cómodo tratar un tema como éste en el que dolor y odio se mezclan, donde hay muchas heridas abiertas, y donde la venganza y la pasión pueden dar paso a una espiral de violencia que podría convertirse en un círculo vicioso.
La pérdida, el dolor y el sinsentido de la revancha provocan un cóctel peligroso impecablemente interpretado por un actor de la veteranía de Jose Coronado. Luis Marías forma igualmente parte de la producción de este segundo largometraje que ha dirigido y participan también en el elenco Montse Mostaza y Jaime Adalid.
©José Luis García/Cinestel.com