«El Futuro» de Luis López Carrasco; lo pendiente siempre es venidero

Esta es una película de ficción tratada casi como un documental que trata de hacer memoria y emerger ciertas ideas de prosperidad y cambio que circulaban entre los jóvenes de la España de principios de la década de los 80. Luis López Carrasco, co-fundador del colectivo audiovisual Los Hijos, nos traslada a un Madrid del año 1982 en el que todo estaba por venir, todo era futuro. Sin embargo, ese futuro parecía acercarse a una enorme velocidad, como un agujero negro que devoraba todo a su paso. Los dos o tres primeros minutos del filme guardan poca relación técnica con el resto, aunque sí que están emocionalmente ligados al momento.
Con una imagen en negro, escuchamos el discurso que Felipe González hizo el 28 de octubre de aquel año nada más proclamar su victoria en las urnas que lo llevaría a la presidencia del gobierno, cargo que mantendría durante catorce años ininterrumpidos. Sin reconocer demasiado el porqué, los ecos de esas palabras también resuenan en la situación en la que se halla España en el presente, pues está hablando de «superar la crisis», pide más oportunidades para todos y cosas por el estilo.
Lo que hace López Carrasco a continuación es sumergirnos en una de aquellas fiestas en un piso (departamento) cualquiera que en las noches de los fines de semana se prolongaban hasta la madrugada. Algo parecido a lo que hacía Almodóvar en sus películas ambientadas en aquella popular movida madrileña pero de una forma que deviene como más casera e incluso desordenada, donde escuchamos música de grupos como Aviador Dro, que se entremezcla con los típicos comentarios que se solían hacer en esas reuniones. Está la chica que se interesa por una droga postcoital, otra que piensa que sentirse superior no es malo y hasta vemos fumadores mamando teta de la de verdad, todo en medio de cócteles de lo más diverso, con presencia de gente con distintos gustos sexuales.
Aunque rodada en la actualidad, el realizador ha empleado equipos de filmación de aquella época en 16mm. La estructura del film no tiene parecidos a lo que es el cine actual, quizá un poco sí al documental, y algunas imágenes ralentizadas de los rostros de esos chicos y chicas son de lo mejor de la película por el simple hecho de decir tantas cosas sin hablar nada sobre su forma de ver la vida y el momento que se vivía. El franquismo ya se había acabado, la democracia había sobrevivido a un intento de golpe de Estado y se respiraban deseos de libertad para lograr un mundo mejor. Entre las conversaciones también escuchamos alguna sobre el horroroso terrorismo vasco en plan ciertamente surrealista, como casi todas las demás.
La decoración y el vestuario son todos de aquella época, las lentes, los peinados,… En «El futuro» lo más importante es la mirada, esa visión de que con una victoria electoral ya se había alcanzado el máximo de la aspiraciones de toda una parte progresista de la sociedad y el pensamiento de que todo a partir de entonces iba a venir rodado hasta terminar consolidándose. El momento elegido para reflejar la fiesta es importante y no parece casual, y es que en un momento de euforia como ese, el pesimismo y los reproches siempre quedan aparcados creándose una imagen idealizada de lo que está sucediendo y lo que está por suceder. La película también sirve para comparar posturas entre las generaciones sucesivas y la que retrata el film acerca de temas como la política, el sexo, las drogas y la manera de divertirse. En qué ha cambiado y en qué se parecen.
Se habló de los jóvenes de los ochenta en películas de aquel momento, no sólo de Almodóvar, sino en otras como «Arrebato» de Iván Zulueta, un film considerado de culto, y lo que después ha ocurrido es que esta década no ha vuelto ha ser tratada con tanta frecuencia en el cine español. Interesante que lo haya hecho Luis López Carrasco en un momento en el que el país está sufriendo importantes retrocesos en muchos temas.
©José Luis García/Cinestel.com