«The Good Son» de Shirly Berkovitz; una liberadora necesidad de mentir
Abrió DocsBarcelona.
Algunas veces sucede que los clichés sociales se apoderan tanto de algunas personas que suelen ser incapaces de aceptar que un familiar directo como puede ser un hijo, tenga la oportunidad de realizar un deseo o un sueño celosamente guardado durante años. La no existencia de una mirada directa entre unos parientes que prefieren mirar al otro miembro de la familia a través de lo que interpretan desde la mirada de los demás, provoca realidades como la que expone la israelí Shirly Berkovitz, una documentalista que con este trabajo se ha implicado tanto a nivel personal y emocional que casi puede decirse que sin la presencia de ella, toda la resolución de este conflicto humano e interior no habría sido la misma.
«The Good Son» (El Buen Hijo) es una película que tiene varias capas que conviene ir descubriéndolas cada espectador por su cuenta y que se relacionan con la emotividad de las personas y la búsqueda de la personalidad y los gustos de uno mismo. Or es un chico de 22 años que decide cumplir un sueño a cualquier precio porque nunca se ha sentido realizado. El principal obstáculo para lograrlo es la postura de su padre, muy conservador en sus ideas, así que a él no le queda otra vía que mentirle para poder liberarse, pero ese trance le va a provocar un cargo de conciencia tremendo. Nunca supuso que habría de llegar a ese extremo, pero la necesidad de tomar la vía más adecuada en su vida lo obliga con mucha pena a faltar a la honestidad hacia su familia.
Durante su permanencia en DocsBarcelona, una Shirly Berkovitz muy satisfecha con el resultado del documental nos respondió a algunas preguntas:
– ¿Cómo llegarte a esta historia? ¿A través de un guión previo?
Me enteré de los propósitos de Or porque él contactó conmigo unos años antes para explicarme qué es lo que pretendía hacer respecto de la cirugía estética. Él quería que yo me uniera a su viaje porque realmente estaba decidido a hacerlo y me pidió que lo plasmara en un documental para atravesar su problema y poder ayudar a otras personas de la comunidad que puedan tener su propio sueño y quieran cambiar algo importante en sus vidas. Me dio miedo su propuesta pero él en realidad fue quien propuso la idea original, y en la práctica también es el director porque fue quien creó la idea y yo fui lo suficientemente loca como para seguir ese camino y hacerlo juntos hasta el punto de que vendí mi coche, dejé a mi perro con los vecinos, y pedí permiso en mi trabajo para que me dejaran libres dos meses. Viajamos juntos con muy poco equipaje que se perdió tras el vuelo y tuve que dormir acostada en un sofá en el bullicioso hospital de Bangkok. No envié a nadie a reclamar ese equipaje perdido.
De todas formas, yo sí que había escrito un pequeño esbozo del guión y mi propia sinopsis. En ese momento pensé que la única razón por la que otras personas darían su apoyo a esta película sería que pudieran visionar una primera parte con el rodaje de escenas que él mismo había grabado de sí mismo para que pudiéramos llegar hasta la tercera etapa de la producción. Desde el principio creí en esta historia y estuve muy implicada en toda ella, incluso para ayudar a pagar al doctor en Tailandia.
– ¿Nos estás contando dos historias paralelas entonces?
Hay que reconocer que sí porque siempre detrás de la escena, cada director tiene sus propios problemas y conflictos e inevitablemente eso emerge durante el proceso, incluso si tienes problemas de bilingüismo en el país que estás visitando y además se te presentan los problemas externos al lugar de rodaje. No es fácil.
– ¿Por qué dedicaste la película a tus padres?
Buena pregunta. Nadie me la preguntó antes. Me conmueve que me la hagas. Fue porque esto es eventualmente una historia sobre amor, sobre la tristeza, sobre secretos hacia los padres. Quiero decir que yo tengo también secretos hacia mi madre que nunca le pude contar porque me siento avergonzada de compartirlos con ella, y seguro que mi madre también tenía secretos con respecto a mi abuela. Todos tenemos algunos secretos que evitamos decir y así es como el mundo puede continuar funcionando. ¿Por qué actuamos así? ¿Porqué tenemos miedo de compartir? ¿Por qué a veces tenemos temor a mirar a los ojos de la gente que amamos? Padres, hermanos, pareja,… Porque nosotros tenemos miedo del qué dirán.
Tal vez yo no me casé, tal vez no tuve éxito en mis negocios de alta tecnología, pero esto es algo que yo quiero entregar a mis padres como un regalo porque es una historia que está muy conectada a lo que es la familia, con el perdón, con la compasión,… y yo realmente quise que mis padres fuesen a veces capaces de ser como los antiguos padres, y realmente lo son, lo han hecho muy bien hasta ahora para aceptarme como yo soy y quizá tengan con «The Good Son» algo más que aprender. Si yo pongo algo encima de la mesa, que no me lo rechacen por norma, porque yo seré capaz de venir el próximo mes y presentarles a alguna chica. Que me acepten como soy y eso es algo que yo les recomiendo también a todas las familias.
– Or es ahora una mujer incluso en el aspecto legal. ¿Cómo está aceptada la transexualidad en Israel?
Es probable que hayas escuchado algo acerca de la cantante Dana International que ganó en el festival de música de Eurovisión en 1999, hace ya algunos años. Ella fue la primera que puso este tema sobre la mesa y fue muy comentado no sólo en Israel sino en todas partes. El hecho es que en nuestro país la mitad de la comunidad son judíos ortodoxos que también son conservadores. Eso es difícil y es lo que hace esta materia mucho más complicada de compartir porque cuando eres un ortodoxo y además tu padre quiere que vayas a la sinagoga los viernes por la noche, él probablemente se sentirá orgulloso de su hijo si éste ha estudiado en la Universidad de Oxford, o si ha retornado comprometido con una chica, pero en el caso de la cirugía de cambio de sexo, el padre se instala en un sufrimiento producido por sí mismo.
En este caso de Or, yo fui la única que sabía lo que iba a hacer en su viaje, e imaginé que al regresar como mujer a su país existiría esta situación de rechazo a ir juntos a la sinagoga el viernes en la noche. Seguro que pensaría: «Mi «nueva hija» me robó 3.000 euros y ahora que ha retornado como mujer sin su voz grave de siempre, tiene que tomar medicinas con hormonas». Éste es un problema y en las sinagogas para los ortodoxos es malo porque ellos no aceptan este estado de cosas y además son gente muy homofóbica. Si tu vas a tu madre que es ortodoxa a decirle que eres lesbiana, no vas a tener un buen trato. Por tanto, a veces es preferible llegar un día y decir: «¡Sorpresa! Lo hice». En lugar de tener que soportar ese tipo de tratamiento de los padres.
©Original en inglés y traducción, José Luis García/Cinestel.com