«La Guerra de Manuela Janković» de Diana Cardozo; tragedia y secuelas

México es un país que está soportando en los últimos tiempos unos graves sucesos derivados de la acción del narcotráfico. La directora mexicana de origen uruguayo Diana Cardozo se distancia en su nueva película de esta tragedia concreta, trasladándose a lo que ocurrió en los Balcanes hace muchos años para representar las secuelas traumáticas internas del ser humano tras una experiencia tan negativa y los efectos que eso produce tanto en la vida más íntima como a nivel de las relaciones sociales. Ambientada en 1991, Manuela trabaja como cocinera y vive con su abuela, una inmigrante serbia que huyó a México durante la II Guerra Mundial.
Manuela (Karina Gidi) creció envuelta por los recuerdos y las heridas de su abuela, quien contrajo un trauma psicológico crónico durante y después de las hostilidades. En ese triste año, el conflicto de los Balcanes irrumpe con crueldad e intensidad a 11.000 kilómetros de distancia y la locura de la paranoia se asienta en torno a estas dos mujeres, apoderándose de ellas a medida que la contienda continúa al otro lado del mundo, en la vieja Europa.
La película comienza con breves imágenes de una narración periodística por televisión acerca de un bombardeo en la ex-Yugoslavia, señalando ahí la poderosa influencia que tienen las informaciones rápidas y sin profundidad en muchas personas que tal vez precisarían de un análisis más completo para entender lo que están viendo que sucede a tanta distancia. Esa inmediatez, reiteración insustancial de términos y brevedad de las noticias, provoca en los televidentes con menos amplitud de miras dos tipos de reacción: la de la banalización de los hechos con comentarios superfluos al respecto, o la del miedo y espanto si es que en su pasado atravesaron por un mal trance parecido. Este último es el caso de Manuela y de su abuela.
Karina Gidi ha hecho un trabajo admirable de adaptación a su papel de Manuela, una mujer joven a quien los temores transmitidos a consecuencia del grave conflicto interno que padece su vieja acompañante le han hecho anclarse en un pasado que no vivió, pero cuyas secuelas le han sido transmitidas por su antecesora a quien cree que ahora, a través de esa actualidad que les «amenaza», ha llegado el momento de terminar de comprender del todo. Sin duda, la nieta también está contaminada por ese pánico, lo que le provoca cobardía social y mantener un comportamiento infantil en algunas parcelas de su vida.
Nuestra pura dinámica cronológica sugiere ciertos pasos que van más o menos evolucionando según la edad, pero en ellas dos esto parece haberse estancado; la nieta está sobreprotegida y la señora mayor le ha traspasado sus traumas emocionales, lo cual suele conducir hacia la locura casi sin poderlo evitar. El tiempo para ellas se ha detenido y la directora Diana Cardozo lo evidencia a través de la identificación que ambas tienen con los objetos y prendas de aquel complejo pasado europeo. Solamente un tardío primer coqueteo amoroso para Manuela puede llegar a arrojar algún tipo de esperanza en el desarrollo de esta historia, en un intento que le ofrecen las circunstancias de descubrir las posibilidades que tiene de comenzar de una vez por todas a construir su personalidad propia.
Una guerra lejana en el tiempo y la distancia son el pretexto que Cardozo utiliza en esta película para hablar de lo que está ocurriendo en el México de nuestros días, de modo que los espectadores mexicanos puedan tener una mejor perspectiva de lo que sucede cuando un país parece ingobernable y de los graves tormentos físicos o morales que crean un sentimiento de desamparo, bloqueo y vacío emocional que impide transitar otros caminos por temor a que golpes parecidos vuelvan a suceder en un futuro.
Mima Vuković Kurić encarna a la abuela y es una actriz serbia de teatro que hasta ahora estaba retirada de la actuación en protesta por las guerras. Completan el reparto de esta interesante película que obtuvo el premio al mejor filme en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato, Carlos Corona, Kristyan Ferrer y José Caballero. Ricardo Garfias fue el responsable de la buena disposición de cámara que acompaña todo el relato. «La Guerra de Manuela Janković» es una película que explora sentimientos esenciales y una autoestima dañada.
©José Luis García/Cinestel.com