«Hotel Nueva Isla» de Irene Gutiérrez; esperando poder hacer reformas

Coordinadora de la cátedra de cine documental de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba), la española Irene Gutiérrez presentó en el Festival de Rotterdam (Holanda) un nuevo filme como directora con el aval de su amplio bagaje en el estudio y sus responsabilidades en la EICTV. «Hotel Nueva Isla» es una historia que camina entre el drama y el documental y que nos habla sobre la obstinación en la resistencia y los propósitos de alcanzar algún día el bienestar deseado por todos. La película nos muestra un edificio colapsado por abandono que es un antiguo hotel de lujo con un último habitante.
En su afán por encontrar algo valioso y dar un sentido a su permanencia allí, el morador busca una y otra vez algunos tesoros que cree que alguien pudo haber dejado ocultos en esas paredes de estilo colonial. El relato discurre pausado, como queriendo insistir en la contradicción que supone haber nacido en un país como Cuba, con un altísimo índice de alfabetización y nivel de estudios, pero en el que no hay donde tener la oportunidad de volcar todos esos amplios conocimientos en beneficio de la prosperidad de un país, de uno mismo y de su familia.
Entre las cosas que hace este singular inquilino está la de anotar cosas e impresiones en las paredes, además de ir abriendo huecos en las zonas donde cree que va a encontrar algo interesante. En «Hotel Nueva Isla» los diálogos son escasos aunque a veces al protagonista se le ve convivir con Josefina con quien duerme en una de las habitaciones y trata de enseñarle algunos conceptos básicos de la escuela a su pequeña hija Linda. También de vez en cuando lo visita Waldo, un joven con el que fuma y quien le habla sobre planes futuros para reabrir el establecimiento hotelero. Un pequeño perro es también otro de los moradores del edificio, inseparable de su dueño Jorge, sobre quien es necesario señalar que parece bastante más mayor de lo que es en realidad y eso lo vamos a comprobar al final de la película si calculamos la edad ya que falleció en 2013 y posiblemente no habrá podido ver editado y acabado el documental.
Obviamente, esta es una película que debe ser analizada más por lo que muestra que por lo que cuenta. El interior de ese edificio está lleno de escombros de obra y la mayoría de sus ventanas están rotas y muy abiertas al aire libre, algo que no se percibe en el personaje principal, que más bien parece atrapado entre esas paredes creyendo que va a poder terminar de construir su vida, pero con el handicap de no tener la posibilidad de hacer uso de las herramientas que necesitaría. El film es arquitectónicamente abierto pero el interior del personaje es claustrofóbico, cerrado y repetitivo.
Irene Gutiérrez contó con Javier Labrador Deulofeu como co-director y ambos descubrieron este hotel abandonado a su suerte durante sus caminatas nocturnas por los márgenes del barrio habanero de Jesús María. Ahí afirman que en sus moradores descubrieron la expresión callada de un país que vive en un estado de resistencia bajo un sistema que no encuentra modelo.
Durante dos años siguieron los avatares de ese edificio que si se mantiene en pie es por la robustez y calidad de su construcción. Eligieron a Jorge como protagonista del documental por ser de los últimos que iban quedando dentro de él. Con el proyecto de rodar una película intimista, elaboraron un método de trabajo que consistió en combinar una mirada documental con una técnica ficcional, de manera que el guión se escribía en función de la propia marcha lenta de los acontecimientos a través de las variaciones constantes que el día a día producía. La película es un recopilatorio sobre sus acciones de vida pero lógicamente, y esa parece ser la intención de la realizadora, es extrapolable a otras muchas situaciones que comprenden la vida de una comunidad entera en la isla caribeña.
©José Luis García/Cinestel.com