«Intemperie» sigue en silencio el trabajo creativo de Eduardo Stupía

Estrenado cine Gaumont de Buenos Aires
Retratar el espacio de trabajo del artista plástico argentino Eduardo Stupía es lo que se propuso el realizador Miguel Baratta en un nuevo documental, esta vez de marcado acento contemplativo y sin un guion previo. El propósito del director fue escenificar en una película el transcurrir del tiempo dentro de ese lugar en el que su protagonista parece estar dibujando uno de sus collages.
«Intemperie» es un filme algo atípico ya desde su concepción, que nace desde la admiración hacia uno de los artistas de Argentina más apreciados, que ha visto mostradas sus colecciones en diferentes lugares del planeta. Y la impresión que uno tiene al verlo es que el realizador le dejó total libertad a su personaje para hacer lo que quisiera mientras él grababa las imágenes. Por eso tal vez esté destinado a sus seguidores o a curiosos de su obra.
En un determinado momento, la película muestra una entrevista que le hace el realizador y que se complementa con el resto de las imágenes de este film de observación.
Miguel Baratta responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Hay un orden dentro del desorden de Eduardo Stupía?
Sí y no. En cada una de las veces en las que íbamos con el equipo a grabar al taller, encontrábamos un nuevo orden (o un nuevo desorden), pero que daba cuenta de que no había un lugar especifico para cada cosa, sino que la lógica de ese lugar es que los materiales tengan una circulación permanente. Entonces, las cosas están en orden cuando están en movimiento.
– ¿Es ahí donde él vive o simplemente es su estudio de trabajo? ¿Y este film sólo lo podrías haber hecho en ese lugar y no en otro?
El taller es sólo un espacio de trabajo, Stupía no vive allí. Por eso él habla de «lo que pasa en el taller» y en ocasiones lo compara con «la vida real».
Esa dimensión en la que él ubica lo que sucede en su universo de trabajo le imprime algo especial a la película que personalmente creo que no podria suceder en ningún otro lado, sumado a la belleza del lugar.
– Me encanta la idea de pasar horas en un museo o sala de exposiciones, pero ¿somos conscientes de la cantidad de tiempo que le pueda dedicar un artista a su trabajo?
Siempre me resultó interesante saber qué había del otro lado, en el taller. Recuerdo un video documental sobre Antoni Tàpies en el que él, antes de comenzar a volcar material sobre el cuadro, camina alrededor del mismo, estudiándolo con mucha concentración.
Ese mundo introspectivo siempre me generó muchos interrogantes. Particularmente con este documental noté que el momento de la creación es un tiempo suspendido, extraño, en que no rige la misma lógica habitual.
– ¿Por qué decidiste filtrar la imagen en ese tono pastel?
La película pudo haber sido blanco y negro. Lo consideramos seriamente, pero finalmente nos pareció un poco obvio. Terminamos decidiéndonos por este color desaturado, con negros muy apagados, que resulta más sutil y delicado, a la vez que le imprime cierta aridez a la imagen.
La película se grabó en jornadas muy aisladas entre sí, lo cual dificultó un poco la uniformidad visual, ya que hubo jornadas en verano y otras en pleno invierno. Así que también, a la hora de definir el acabado de imagen tuvimos que tener en cuenta la mejor opción para dar uniformidad a todas las tomas.
– ¿Crees que el mundo de un artista como Stupía sólo lo puede llegar a entender él mismo?
Los mundos creativos son mundos muy internos, personales y generalmente son cerrados, herméticos. En el caso de Stupía, esto no es así, en el sentido de que él es muy abierto a su sociedad, siempre participa de charlas, festivales, seminarios y demás actividades que lo ponen en contacto directo con el público. Y en esos encuentros siempre es generoso y cero enigmático. De hecho, en la entrevista del documental, da cuenta clara de los elementos personales que rondan alrededor de su obra. De todas maneras, aunque él tenga esa disposición, siempre hay cosas que funcionan simbólicamente y está bien que así sea.
©José Luis García/Cinestel.com