«No soy Lorena» de Isidora Marras; un despiadado acoso telefónico

Isidora Marras es una realizadora chilena que hasta ahora había rodado dos cortos y que hace frente a su primer largo de ficción cuya presentación a nivel internacional se produjo en el Festival de Toronto. «No soy Lorena» cuenta con la coproducción de Argentina y es una historia con muy buenas actuaciones, entre las que se incluye la de la actriz más carismática del cine chileno actual, Paulina García, y la de uno de los actores argentinos más multidisciplinares como es Lautaro Delgado, junto a la de la actriz protagonista Loreto Aravena, quien hasta ahora había hecho más televisión y teatro que cine, pero que encaja a la perfección en ese personaje que está presente en la práctica totalidad de las escenas de la película.
El argumento del filme está muy a tono con una situación que traspasa fronteras y que a mucha gente le ha pasado. Por ese motivo, el público va a conectar rápidamente con el tema. Olivia es una chica de 21 años que se dedica a actuar como actriz en representaciones teatrales y que comienza a recibir cada vez con mayor insistencia comunicaciones telefónicas en su terminal móvil celular, tanto escritas como de voz. Preguntan por una misteriosa desconocida llamada Lorena Ruiz, quien parece que mantiene la tira de deudas pendientes, pero como Olivia no tiene ni idea de quién es la tal Lorena, así se lo hace saber a sus interlocutores, quienes desconfían de ella porque para las compañías de ejecución de cobranzas por impago, el número de teléfono móvil es un detalle primordial a la hora de perseguir a los deudores, y piensan que la que les habla al otro lado es Lorena que se dedica a mentir para evadir responsabilidades.
Olivia convive con varios infortunios simultáneos que comienzan con el quiebre reciente de una relación sentimental de años con Mauro (Lautaro Delgado), director de la obra de teatro que prepara, siguen con una enfermedad degenerativa de Eleonora (Paulina García), su madre, y, por último, con el abrumador acoso de las empresas de cobranzas que buscan a Lorena Ruiz.
En esa tesitura, su realidad diaria comienza a ser desesperada, en particular en lo que concierne al despropósito de tener que ir desmintiendo a todas horas la identidad que le están intentando atribuir y, como es lógico por su juventud e inexperiencia en el tema, la angustia le apremia a tomar decisiones muy precipitadas que tal vez en lugar de contribuir a una aclaración de todo este entuerto, ayuden a enredar todavía más el curso de algo tan disparatado e inadmisible.
Isidora Marras prefirió el uso de la cámara en mano para dar mayor relieve a un tema, el del atosigamiento multimedia originado por las bases de datos con errores persistentes, que atenta directamente contra la intimidad de las personas, y el guión tiene varios puntos que el espectador acabará relacionando, como puede ser el factor de que la madre con Alzheimer por desgracia sobrelleva el olvido que Olivia desearía para sí en algunos momentos del día por el acoso injusto que está sufriendo, pero que al mismo tiempo tiene que prescindir de la deseable ayuda de la progenitora en este tema porque ya no la conoce a ella. En cierta forma, está bastante sola y eso acentúa su vulnerabilidad frente a los imprevistos.
La directora aseguraba que eligió la actuación como mundo profesional de la protagonista por el hecho de que el conflicto interno es mayor ante este problema en alguien que trabaja con la identidad, como son los actores. Precisamente, se da la circunstancia de que el personaje que menos dificultades de ese tipo tiene en la película es un travestido vecino de Olivia, Rosetta, interpretado por Maureen Junott.
«No soy Lorena» es una película en cuyo subtexto se defiende el concepto de la identidad y personalidad propia de cualquier individuo frente a las amenazas de homogeneización existentes, y para subrayarlo en algún momento del film podremos leer en una computadora «Overthinking kills your happiness» (El pensamiento excesivo mata tu felicidad). Justamente en contra de ese dogma está esta película que también se esfuerza por ubicar la historia en un contexto muy actual, llegando a mostrar a la protagonista en las manifestaciones estudiantiles que se llevan a cabo en Chile.
©José Luis García/Cinestel.com