«Hermosa Juventud» de Jaime Rosales; la falta de oportunidades

El último trabajo fílmico de Jaime Rosales muestra algunas evoluciones de este realizador español pues en esta ocasión se pasa del blanco y negro al color y relega a los actores naturales a un segundo plano para situar a unos protagonistas, profesionales de series televisivas ellos, que no hacen de sí mismos y que interpretan a unos jóvenes a quienes la situación de desempleo y precariedad laboral les ha caído de lleno. La película tuvo el honor de ser presentada en la Sección Un Certain Regard del Festival de Cannes donde fue mucho más elogiada por la crítica española que por la de otros países.
«Hermosa Juventud» tiene un sólido argumento de base que va parejo a la situación de depresión, malestar, desesperanza e incomprensión de una mayoría de jóvenes españoles que en estos años no vislumbran una salida digna para su futuro. Natalia y Carlos son una joven pareja de veinteañeros que habitan en algún barrio periférico de la ciudad de Madrid, y que luchan por sobrevivir en el contexto de la crisis que vive la España actual.
Con recursos escasos y limitaciones de todo tipo, sus ambiciones se reducen a nada o a casi nada. Por un descuido, ella queda embarazada y para conseguir algo de dinero deciden probar a rodar una película porno amateur. Rosales posa aquí su foco de atención en una generación cuyos componentes, que deberían de ser los garantes de la estabilidad futura de cualquier país, están inmersos en una decepción permanente y sin expectativas a la vista que alberguen alguna pequeña señal de esperanza.
Técnicamente, Rosales además de haberse pasado al color, ha abandonado la idea de los largos planos secuencia para ofrecernos un relato más ágil que, sin embargo, no deja de ser austero en las tramas y riguroso en el tratamiento de los personajes. Igualmente seguimos viendo su preferencia por mostrarnos algunos planos en exteriores cuando está cerca el ocaso o la puesta de sol, una interesante manera de entender la calidad fotográfica, siempre que sea sin abusar como bien hace.
El mayor peso del guión recae en la actriz Ingrid García-Jonsson que ha encajado bien su personaje, en todo momento oscilando entre la simpatía y la decisión. El resto de actores profesionales también están muy correctos, en especial Inma Nieto que hace de madre de Natalia, pero también Carlos Rodríguez, el novio, y Miguel Guardiola, el padre.
El guionista Enric Rufas ha resuelto con mucho más ingenio y amplitud de miras esta película que su anterior «La Herida» de Fernando Franco, parcial y angustiante en exceso. Durante el desarrollo del filme, nos iremos dando cuenta de que Alemania parece ser el nuevo El Dorado para estos jóvenes sin un futuro claro ante la falta de estímulos para salir adelante en España.
Del total de los diálogos de «Hermosa Juventud» también es posible que notemos algunas omisiones voluntarias de ciertos vocablos que son muy comunes en las chicas y chicos de esa generación, como pueden ser «tío», «flipar», «curro», o emplear puto como adjetivo persistente o muletilla: «el puto jefe» o «la puta guita». Estas expresiones locales no existen en la película. ¿Quizá pensando en México y otros países como mercado, ya que Mantarraya es quien llevará las ventas a nivel mundial? Del mismo modo, los muchos jóvenes extranjeros que habitan las periferias de las ciudades, aquí están prácticamente ausentes. Eso sí, Rosales parece haber acertado plenamente al retratar sin agobios y con una buena administración de los tiempos en pantalla, dos asuntos diferentes que configuran las relaciones sociales de esa generación: la importancia cada vez mayor de las redes sociales para comunicarse, y otro tema que a algunos les enorgullece y a otros causa vergüenza ajena; el invento del botellón, tan español él.
©José Luis García/Cinestel.com