«La Jaula Dorada» de Ruben Alves; los arraigos y los desarraigos

Es un actor francés de ascendencia portuguesa y ahora se ha atrevido en el terreno del guión y la dirección con esta comedia costumbrista, «La Jaula Dorada», que es un ensayo en toda regla sobre los pros y los contras de haber emigrado, la necesidad de mantener los vínculos logrados en el lugar de destino y la estabilidad familiar. Su estreno en Francia provocó una formidable reacción de la crítica ya que es una historia que versa sobre un matrimonio que lleva 30 años viviendo en un buen barrio de París. Él es un encargado de obra sin parangón y ella la portera del edificio en el que viven. De repente, tienen la ocasión de regresar a Portugal en las mejores condiciones.
«La Jaula Dorada» desarrolla lo que es el poder alcanzar un deseo soñado durante mucho tiempo pero con el inconveniente de haber instalado fuertes vínculos con personas del país de recepción. Tras su presentación a los medios en España, conversamos con el director en diálogo para Cinestel:
– ¿La película nace de experiencias personales que tú has vivido?
Sí, más que personal mía, cuento la de mis padres porque esa es la vida que ellos han llevado desde que llegaron a Francia con toda la historia de una emigración ocurrida en los ’70 cuando en Portugal había una dictadura. Todo fue muy complicado y se tuvieron que integrar mucho en el país de una forma muy discreta, pero integrándose tanto que casi se anula un poco la parte portuguesa de su vida. Entonces, esa devoción por el trabajo, por el patrón, es la vida que llevan muchos emigrantes portugueses y también no portugueses. Obviamente, esta película está dedicada a mis padres, tiene coincidencias pero no es autobiográfica.
– Los protagonistas del film ya han formado raíces en Francia y tienen dificultades para regresar a Portugal. ¿Crees que es algo muy común entre las familias emigradas?
Sí, yo pienso que es algo que tienen en común todos los emigrantes. Cuando tú te quedas en un país durante treinta años, después es muy difícil regresar porque tú has hecho hijos y los hijos ya son franceses, por ejemplo aquí en este caso. Entonces, siempre está el deseo de volver a tus orígenes, a tu tierra, pero también está el hecho de que culturalmente ya te sientes francés. Esas son las complejidades de los emigrantes, pues nunca te sientes bien del todo en un lugar; ahora bien, en este momento de la globalización, pienso que cada vez es más importante la identidad, y las personas están defendiendo eso.
– La familia de la película sufre el falso cliché que se tiene en Francia respecto a que los portugueses son albañiles y porteras, y eso ellos lo ven con cierto complejo, están algo acomplejados.
Sí, sobre todo en el caso de los hijos, el tener que decir que tu madre se dedica a hacer limpiezas, por ejemplo. Pero para mí, la manera de demostrar que se tienen valores es más importante que todo lo demás, porque ellos están luchando por la vida con sudor y con trabajo de las manos, porque no tuvieron acceso a los estudios muchos jóvenes de los ’70 en Portugal. Ellos han trabajado todo eso para dar una vida mejor a los hijos y para que hoy puedan ser una nueva generación de abogados, médicos u otra profesión. Esta vida de lucha es lo más importante para los dos y es verdad que la comunidad portuguesa tiene ese antecedente de la época de la dictadura de que no debían de hacer ruido, no expresar mucho, y entonces se quedan como en devoción con los patrones. Quizás demasiado.
Las nuevas generaciones no entienden eso. La hija no entiende por qué su madre no se afirma más y es interesante descubrir por qué este pueblo es así. Quizás el pueblo español es un poco más orgulloso a la hora de afirmarse sin complejos. Afortunadamente, en Portugal ahora las cosas están cambiando en ese sentido.
– ¿El hecho de que puedan regresar a Portugal porque tienen una seguridad económica, lo escribiste en el guión para subrayar que si se fueron de allá era porque necesitaban vivir económicamente mejor?
Claro, porque ellos además estaban procurando una libertad tanto económica como intelectual. Y la encontraron. Por eso la película se llama «La Jaula Dorada», porque ellos viven en un pequeño piso bajo, como una jaula pero que para ellos es dorada. En esta jaula les permitieron tener una vida económica más agradable y ellos están en devoción con esa situación.
– Especialmente el padre tiene un gran apego por su trabajo e incluso parece que en un principio le va a costar tener que dejarlo.
Sí, pero al mismo tiempo él está mucho más ligado con su tierra, Portugal, que la madre. Ella quizás está más acostumbrada a Francia porque también como mujer trabajó mucho más con las patronas ya que en este caso, los hombres de las obras se relacionan más con los de otras nacionalidades, árabes o españoles o africanos, y por eso ellos no están tan integrados con la cultura francesa. La madre tiene más relación con la patrona que sólo habla francés, quizás se ha acostumbrado mejor, y entonces en la película él siente muchos deseos de volver y al mismo tiempo dejar a su patrón. Ella también quiere volver, pero al mismo tiempo cada vez más está dudando al respecto.
– Ambos miembros del matrimonio son portugueses, pero cuando están en Francia emplean el francés para hablar entre ellos. ¿Por qué?
Es porque ellos siempre se quisieron identificar más con Francia que con Portugal. Eso depende de dónde tú te quedas y con quién te relacionas. Si estás siempre con portugueses alrededor, es diferente. Ellos viven en un barrio muy ‘chic’ de París y entonces ya están muy integrados y hablan francés siempre con los hijos, aunque de vez en cuando hablan un poco de portugués. Cuando tienen una emoción muy grande, hablan portugués, pero ellos se han integrado tanto que hablan mucho más en francés. Eso es una realidad, aunque quizá hay otros que hablan más portugués. También hay quien hace una mezcla de ambos idiomas, pero eso no es bueno para hacerse entender.
– Noté al ver la película que has puesto mucho interés en reflejar la rica gastronomía y eso es algo que abre los ojos a todos los espectadores, y lo mismo ocurre con el vino.
Exactamente, porque eso es algo que es vital para los portugueses, así como el bienestar con la familia también lo es. Siempre en la mesa, quieren cenar o comer una buena comida, pero juntos. Nunca se come una cosa en solitario. Siempre juntos. Y la madre prepara todas las mañanas la comida casera que todos se llevan. Es importante eso en Portugal y yo pienso que también en España y los latinos y mediterráneos en general. Quería reflejar la importancia de la buena comida casera, pero también el hecho de compartirla. Es un placer, como ocurre también con la música y el fado concretamente en la película, que es muy importante para los portugueses.
– ¿Y las referencias al bacalao, que según tengo entendido, sólo se come en Portugal y España, es un poco para mantener la importancia que se le da a esa gastronomía?
Eso también, e igualmente jugar con el cliché de que si la francesa pensaba ir a comer bacalao con certeza y también la película juega con los clichés que los portugueses ven acerca de los franceses. El bacalao como comida es un patrimonio de Portugal y con estos detalles se dicen muchas más cosas en la película.
– Respecto a los actores, me da la impresión de que te has fijado mucho en que su fisionomía encaje en la familia. ¿Fue así?
Sí, era importante para mí hacer una obra con mucha verdad y por eso luché para juntar a todos los actores antes de empezar y nos quedamos dos días trabajando sobre las escenas más importantes para crear una familia. La fisionomía claro que era importante, pero yo pienso que más que la fisionomía es si tu puedes sentir orgánicamente que somos como familia, eso yo creo que el público lo siente a través de la cámara y se trabajó mucho en este sentido. En el aspecto cinematográfico, no me gusta ceñirme a un género concreto como podría ser el drama. Para mí, la vida es pasar de un sentimiento al otro. Ahora estamos aquí riendo y un minuto después podemos estar llorando porque ha acontecido un acontecimiento muy grave.
©José Luis García/Cinestel.com