Entrevista a Natalia Smirnoff por su película “La Afinadora de Árboles”

La alta calidad a nivel interpretativo es uno de los rasgos distintivos de la filmografía de Natalia Smirnoff como directora. Sus películas son seguidas por el público que las conoce bajo esa premisa. Y su tercer largometraje de ficción, “La Afinadora de Árboles”, nos lleva a recordar cuan difícil suele ser para cualquier creador el desafío de mantener las cotas de interés en el receptor de una obra.
Paola Barrientos, Marcelo Subiotto, Diego Cremonesi y Violeta Postolski son algunos de los intérpretes de esta historia sobre la necesidad de buscar espacios donde reinventarse para seguir haciendo frente a los intensos retos que nos propone la vida.
Y en ese reencuentro con la naturaleza, la realizadora reconoce que el film está de alguna manera escrito en clave taoísta, en un intento de dejarse fluir del mismo modo que ocurre con el agua como elemento principal para existir.
El soltarse uno mismo es un proceso que tiene mucho que ver con el taoísmo y con procurar no virar a contracorriente. “A medida que uno va dejándose llevar y correr esas ideas que bajaron o esa imaginación que uno tiene, se va conformando algo más verdadero en sí mismo”, – reconoce a Cinestel-.
En una pequeña parte, el film cuenta también con no-actores en una locación que es en la realidad un taller de apoyo para jóvenes de una iglesia, donde se les enseña distintas disciplinas del arte, además de proporcionarles una merienda como aportación debido a algunas etapas de crisis a nivel económico.
Al ser una coproducción con México, la película tiene algunas escenas rodadas allá, justo donde se llevó a cabo toda la postproducción del sonido.
– Clara, la protagonista, decide cambiar de aires cuando es premiada por una obra. ¿Pueden los premios abocarte a una crisis de creatividad?
No es la premiación en sí, sino el efecto posterior a un premio, y sobre todo cuando es un premio muy importante, lo que hace es un poco crear una fantasía y unas expectativas de los demás hacia uno mismo, y también al premiado le provoca un estado de pérdida de tierra, de obnubilarse consigo mismo. No porque el premio sea malo, que obviamente está buenísimo y es genial ganar premios. Me ha pasado y puede ser que haya gente que es como si ya no fuera el mismo ser humano.
– Pero quizá en algún punto casi el problema es que se ha colocado el listón demasiado alto o el público tiene otras expectativas…
Empieza a haber una expectativa sobre vos mismo y una serie de exigencias que muchas veces no son necesariamente creativas ni tan generadoras de cosas, pero sí de cargas.
– Y también a veces es cierto que hay gente a la que le cuesta reconocer lo difícil que es llegar a tener ideas…
A mí me parece que muchas veces se terminan produciendo repeticiones de versiones de lo mismo, justamente porque no se llega al momento de generar nuevas ideas. Y lo que las genera suele ser el tiempo libre. Se puede forzar, pero solo hasta un punto, porque hay algo de la creatividad que no es manejable.
Sí que cuando alguien va adquiriendo oficio y demás, hay procesos que se pueden acortar cuando uno va aprendiendo a manejarse, y de alguna forma eso produce la posibilidad de una mayor creatividad en menor tiempo.
Como ejemplo de eso está la cantante Julieta Venegas, sobre la que recién leí una nota en la que dice que se vino a la Argentina a dejar de cantar y ya no hace más shows, no está actuando, porque se había secado. Eso es muy común, y la película habla un poco de ese proceso de secarse; cuando algo termina de secarse.
– Hay otro tema en el film que es el regreso de Clara a su pasado, intentando recuperar ciertas sensaciones y momentos perdidos, que me gustaría que comentaras.
Sí, eso es algo como de lo esencial de uno mismo. Vendría a ser como si yo te dijera que todos estos premios u expectativas sobre sí misma están buenísimos, pero empiezan a girar en redondo sobre eso, y va perdiendo la esencia de ella en el camino sobre quién es y qué es lo que quería hacer.
Hay algo del calorcito humano de ciertas cosas que están en la infancia. Yo leí una nota de Lucre (Martel) que justamente dice que en Salta a ella le salían todas las creatividades juntas, y que en Europa no podría. Algo de ese calor esencial está impregnado en el cuerpo de uno, pero en ese punto para mí uno hace contacto con lo universal, y por eso es tan importante. Más allá de con uno mismo, con la esencia universal del niño que todos somos.
– Los personajes principales de tus películas siempre tienen de un modo u otro una conexión bastante estrecha con los oficios. ¿Es importante para vos el destacar cómo influyen los oficios en la parte más íntima y personal de los protagonistas?
Los oficios sería algo que me apasiona en sí mismo, y también tiene que ver con mi idea del taoísmo o del resultado, en el sentido de que el oficio es el proceso; es ese acto de hacer versus el producto, que es como el resultado.
En general no nos detenemos tanto a ver los oficios o cómo se hacen las cosas, sino que tomamos el producto cerrado. Y a mí siempre me parece super interesante pensar algo que por ejemplo es loquísimo, y es que la mayor parte de las personas no sabe que un fruto es el producto de una flor en un árbol. Osea, que la naranja que comés, que la mandarina, el limón o la manzana son flores que se convirtieron en fruto. Y es loco pensar que la mayoría de personas come todo el tiempo fruta sin tener ni idea de qué proceso pasó para que eso se convirtiera, por ejemplo.
Y algo de eso es lo que el oficio encierra. Es como ese arte oculto donde algo se transforma y pasa de una forma a otra. Y para mí hay algo del misterio de la vida encerrado en ello.
Después por otro lado, en realidad tanto en “Rompecabezas” como en “El Cerrajero” para mí los oficios tenían algo más metafórico. En “Rompecabezas” había algo de la figura de armar el orden, y en “El Cerrajero” estaba la llave que abría puertas o cerraba la cerradura que te dejaba adentro o afuera. Y había algo que ese oficio tenía, una metáfora bastante directa con lo que se estaba contando.
En el caso de “La Afinadora…”, la ilustración no tendría necesariamente una metáfora así. Tendría más que ver con un oficio de crear, pero sí yo conecto el dibujo con algo que es totalmente artesanal y además creación pura de ese alma.
Qué está pasando en el cine
– Aprovechando el tema de las coproducciones, ya que esta película ha contado con el Imcine para su desarrollo, también te quería preguntar que hacia dónde ves que va este cine que tiene que convivir con otro más comercial, para que podamos seguir viéndolo y disfrutando de él.
Yo sobre esa pregunta de qué está pasando y sobre el futuro, y ya que vos que me decías antes de la entrevista que habían pasado más de 10 años desde la última vez que hablamos, en este tiempo que pasó cambió muchísimo el panorama. Se pueden hacer muchísimas más películas gracias a las posibilidades técnicas de lo digital, y eso es genial, con muchos menos medios, lo cual arma una pluralidad de voces más sencilla.
Lo que no está resuelto aún es la distribución de esa cantidad de películas, aparte de que los cines cada vez tienen menos espectadores. Y para colmo, como todo embudo, también las majors que antes se ocupaban de un tipo de cine, se meten en este otro tipo de cine, hay confluencias,… que algunas producen cosas muy buenas, como lo que pasa con las series, en algunos casos de televisión, con grandes directores,… pero también mi sensación es de que hay un peligro de pérdida de cantidad de historias variadas; como que cada vez más se está necesitando un thriller o algo así para cualquier cosa. Se apunta a un género y otro tipo de historias van bajando, y eso no me parece que está bueno. Uno sigue necesitando mucha variedad de pensamiento.
– Por otro lado, es fácil que puedas estrenar una película en algún momento en que coincida con un tanque de Hollywood con 200 salas. ¿Esa es otra complicación a tener en cuenta?
En Argentina está casi imposible. No entregan salas y si es cine independiente, mucho peor. Yo casi te diría que es pensar que ya la distribución en cines no es la base, lo cual puede ser triste o no, porque uno hace las cosas para la pantalla grande, donde la experiencia de la película es una muy diferente a la que una pueda ver en su casa o en una plataforma, pero no se puede pelear contra lo que es y mejor es que exista esa distribución.
Lo que no noto todavía es que las plataformas estén logrando que esa diversidad se sienta. Netflix, que es la más fuerte, se está apuntando a producciones que ellos manejan y entonces se vuelven más mecanismo de poder. Los festivales están vinculados a películas y entonces también se convierten en mecanismos de poder. Entonces se desvía un poco el sentido de la fiesta de presentar diversidad de voces, nuevos pensamientos, nuevos carriles,… cuestiones de lenguaje. Por decirlo de otra forma, ese panorama se va volviendo cada vez más selectivo.
©José Luis García/Cinestel.com