“La Casa de Wannsee”; identidad y resiliencia frente a la diáspora
Estreno en Buenos Aires
Tras haber visto su anterior filme, “Lea y Mira dejan su huella”, proyectado durante cinco meses consecutivos en el Malba de Buenos Aires, la productora, guionista y directora, Poli Martínez Kaplun regresa a la gran pantalla con “La Casa de Wannsee”, una película documental en torno a las memorias de una familia judía alemana.
Al parecer, la directora nunca fue consciente de que sus ancestros habían pertenecido a la religión judía, pues ella no lo es. Pero la decisión de su hijo de hacer su Bat Mitzvah, ha puesto sobre la mesa esta cuestión que irremediablemente los lleva hasta la figura de su bisabuelo Otto, un filósofo judío alemán laico, perseguido por el nazismo.
La película indaga sobre lo ocurrido para que distintas partes de la familia hayan tomado caminos distintos a partir de la diápora padecida a consecuencia de la segunda Guerra Mundial.
80 años después de aquella barbarie, la realizadora se arma de valor y visita la casa de su abuela en la calle Wannsee, justo a pocos metros de donde se decretó la Solución Final para todos los judíos de Europa.
“La Casa de Wannsee” lleva consigo un minucioso trabajo de recopilación, selección y estudio de material acerca de los orígenes de esta familia, así como de las consecuencias de la persecución y la masacre, y sobre cómo se transmiten las secuelas de este trauma de generación en generación.
Poli Martínez Kaplun responde las preguntas de Cinestel:
– Tu nuevo documental posee un gran apoyo de las imágenes, tanto en foto como en fílmico. ¿Fue importante este factor para terminar el proyecto?
Sí, fue muy importante apoyarme en estas imágenes para sumergirme en la historia de mi familia. Mi tía vivió 50 años en Suiza, junto con mis abuelos, muy lejos de nosotros, que vivíamos en Buenos Aires. Cuando dejó de trabajar, hace unos 8 años, ella vino a vivir a Buenos Aires. En su mudanza trajo todos los objetos que habían pertenecido a mis abuelos, entre ellos decenas de fotos y rollos de películas.
Mi bisabuelo, que era alemán, debía tener una de las primeras cámaras de fotos que surgían a la venta en Alemania. Él era aficionado a la fotografía. En sus álbumes encontré fotos de 1890, 1900… Fotos domésticas, en su casa, a su perro, en la nieve, en los paseos… Es decir álbumes de familia como tenemos hoy en día. Lo insólito es que las fotografías de esa época son en su mayoría de estudio, de retrato.
Esto me permitió ver cómo eran los interiores, qué muebles tenían, cómo se divertían, quiénes eran sus amigos. Luego vino la Primera Guerra Mundial, en 1914 donde él participo como oficial del ejército alemán. Luego vino la asunción de Hitler. También está en sus fotos la campaña política de los años 30, con las esvásticas en los carteles de la vía pública.
Luego las fotos en Alejandría, donde mi abuela se exilió para huir de la cacería que comenzaba en Alemania a los judíos
En Alejandría están las imágenes de la guerra ya desatada y también las fotos de familia. Ahí nacen, entre el 39 y el 44, mi madre y mis dos tías. También hay rollos de películas de esa época, porque mi abuelo ruso, que se casó con mi abuela alemana, era aficionado al cine y filmaba y filmaba
Yo restauré todo ese archivo, lo digitalicé. Tanto las fotos como las películas, que las convertí y luego las escaneé. Mucho trabajo arqueológico sobre las imágenes que me permitieron volver literalmente al pasado y a la forma de vida de mi familia antes y durante la guerra.
De ese modo tuve manera de conocer su vida, su historia y así contrastarla con “la gran historia”; todos los sucesos históricos que trascurrieron en el Siglo XX. La gran integración que tenían los judíos en la Alemania de preguerra, en ese gran período de oro de entreguerras. Luego, la Segunda Guerra, el genocidio de los judíos,…
Todo esto lo fui contrastando con el presente de mi familia. Con mi madre y sus dos hermanas: ¿Qué sabían ellas de toda esa historia? ¿Cómo sus padres y sus abuelos habían vivido la guerra y cómo habían sobrevivido al genocidio?
La historia a través de las imágenes tenía la oportunidad de conversar con el presente; con un presente donde cada una de ellas representaba en su subjetividad el pasado de la familia.
– Tal y como confirma la conversación final, la situación creada antes y durante aquella guerra fue traumática para muchas familias como la tuya. ¿Es el miedo y el instinto de supervivencia lo que lleva a las personas a tomar según que decisiones?
Sin duda fue traumática para todos los que la vivieron. Los jerarcas nazis tomaron la decisión de exterminar a todos los judíos de Europa en la célebre “Conferencia de Wannsee”, esto fue a pocos metros de la casa de mi abuela. Con esa decisión, se vivió la masacre que conocemos. Seis millones de personas, entre ellos 1.500.000 niños, exterminados en los campos de la muerte.
Algunas familias tuvieron el impulso y también los recursos para poder salir antes de la racia. Ese fue el caso de muchos judíos alemanes que fueron testigos de la campaña política y el ensañamiento de Hitler hacia ellos y luego lo que fueron las “Leyes de Nuremberg”, sancionadas en Alemania en el año 1935, donde los judíos pasaban a ser considerados “parias”.
Muchos protagonistas de esa historia han escrito libros y dado entrevistas sobre lo que vivieron, pero esto empezó a suceder bastante después, unos 20 años después. Lo que había sucedido era demasiado horroroso, inhumano, indecible.
La mayoría de los que sobrevivieron pudieron sobrellevar el presente y su futuro silenciando el dolor. Encerrándose en su silencio, porque lo que habían vivido era demasiado terrible para poder transformarlo en palabras.
Muchos sobrevivientes han callado, nunca más hablaron y de ese modo también, intentaban proteger a sus hijos del dolor. El trauma, quedaba encapsulado.
Lo que yo descubro en mi película y salgo a buscar, es la trasmisión de generación en generación de lo que fue esa vivencia. Cómo incluso aunque no haya habido palabras, las experiencias han encontrado sus recursos para colarse, para trasmitirse
– Tu película analiza la experiencia familiar en el transcurso de un largo tiempo. ¿Tuviste que indagar intensamente sobre todo lo sucedido?
Sí, toda la película es una gran investigación sobre la vida de mis bisabuelos antes de la guerra, algo que las fotos me ayudan mucho a desentrañar. Viajé luego a Berlín a conocer su casa, su ciudad. Busqué a sus amigos por internet. Hoy incluso estoy muy conectada con el hijo de quien fuera el novio de mi abuela, con quien ella se iba a casar antes de que empezara la persecución a los judíos. Su novio pertenecía a la nobleza alemana.
Cuando empezaron a sancionar las leyes de Nuremberg, se prohibía a los alemanes arios casarse con alemanes judíos. A este hombre la familia lo saca de Alemania y mi abuela no lo vuelve a ver. Con toda la investigación que comencé con la película, lo encontré y le escribí, y ahora estamos muy relacionados. Él no conocía esta historia de su padre, quien nunca le había contado que estaba por casarse… Le tuve que mostrar las fotos de mi abuela con su padre para demostrarle que mi historia era real.
Ese poder tienen las fotos. Están ahí y su huella es terminante; no es una interpretación. Es un fragmento de vida capturado.
Ver las fotos, nos devuelve vida
– ¿Y crees que ese dolor que supone sufrir una diáspora no es sencillo explicarlo en palabras?
Exacto. Poner en palabras el dolor, el trauma, es un enorme artilugio de la psiquis, que no muchos pueden lograr. Cuando se logra poner en palabras, en literatura, en poesía, el trauma tiene oportunidad de trasformarse, de encontrar otras representaciones, incluso de desaparecer.
La expresión artística es un gran recurso para poder deshacerse del trauma. No surge como una necesidad de “hacer arte”, surge como necesidad de expresar algo que de otro modo está encerrado en un dolor muy grande. Expresarse es salir de ese trauma… Y así muchos artistas son gente que ha sufrido mucho y que ha encontrado una ventana para salir de ese sufrimiento…
Para mí hacer la película, por ejemplo, fue un modo de mover ese silencio en mi familia, ese dolor que estaba como encapsulado y que se trasmitía, a ciegas, de generación en generación.
Expresarlo, trabajarlo, ponerlo literalmente “en foco” creo que de algún modo, nos cura a todos.
©José Luis García/Cinestel.com