«La cebra» de Fernando Javier León, un punto de vista diferente

La película es una tragicomedia ambientada en la época de la revolución mexicana y narra la historia de Leandro y Odón, dos amigos que se encuentran una cebra que confunden con un «caballo americano» y tienen la idea de que al entregarlo serán nombrados coroneles o generales.
La celebración del Bicentenario en el año 2010 motivó un cierto auge en el cine mexicano de películas relacionadas con este acontecimiento histórico. La originalidad de «La cebra» radica en su mirada a simple vista completamente alejada de una perspectiva crítica, aunque después se demuestra que eso se podría matizar. El Festival de Lima fue el punto de partida internacional para esta producción.
Fernando Javier León dijo en Perú que «se ha dado la coyuntura en 2010 por el Bicentenario para que hubieran apoyos financieros por parte del Estado para películas que han hecho posible este nuevo auge y aparte también por las nuevas tecnologías que han abaratado los costos de ciertas partes del presupuesto que se pueden aplicar para arte y vestuario».
«Cuando empecé a escribir el guión de ‘La cebra’, yo veía que en todas las películas de los 50’s de la revolución que hacían grandes epopeyas amorosas y revolucionarias no se podían ver a verdaderos campesinos que realmente en el fondo, cuando hay una revolución o una guerra civil pues lo que tienen es hambre, entonces no están pensando en grandes ideologías, porque los intelectuales de la revolución, que siempre estuvieron detrás de los líderes, eran los que hacían este discurso de tierra y libertad y cosas por el estilo».
«Los verdaderos líderes que lucharon por la revolución eran personas normales, entonces yo pensé que tenía que escribir sobre unas personas normales con hambre en medio de la revolución.
Considero que la revolución mexicana es crítica porque supongo que ustedes saben que hay un partido que duró 70 años en el poder, el PRI, que lo que hizo fue idealizar a los derrotados. Los que ganaron la revolución para ellos no fueron campesinos, no eran de izquierda sino que eran los hacendados de derecha, Obregón, Calles,… todos ellos y en todas las películas mexicanas siempre los veíamos que se iban con Zapata, con Pancho Villa y otra vez con Zapata y otra vez con Pancho Villa, y así,… y resulta que Obregón fue el que los mató y llegó al poder y entonces mi intención con «La cebra» es contraponer todo eso que apareció en el cine. Por eso mis personajes van en busca de Obregón y no tanto por cuestión ideológica sino por cuestión de suerte».
El resultado final de la película se acerca al setenta por ciento de lo que inicialmente escribieron los coguionistas del film. «La cebra » empezó originalmente como un cortometraje con una jirafa y de ahí fue creciendo, con cambio de animal incluido. «Yo estuve diez años en un taller del maestro Leñero, -cuenta León-, escritor completísimo mexicano, y quise que fuera un burro pintado cuando vi que no podría conseguir una jirafa y una compañera de allá me sugirió una cebra».
Harold Torres, conocido por su participación como protagonista en «Norteado», alcanza su segundo protagónico y estuvo en Lima explicando en el conversatorio posterior a la proyección que tuvieron que empezar domando a la cebra en dos semanas puesto que procedía de un rancho donde nunca antes habían intentado domarla.
Respecto a su personaje lo calificó como una buena persona, quien trata de hacer todo por buena fe y cariño hacia su amigo y, de repente por las circunstancias, por este azar en el que él cree, van pasando las cosas como van pasando aunque él no buscaba nada de eso inicialmente.
En un momento dado de la película, casi como en un sueño, aparece el personaje del general Quesada, un histórico de la revolución, y toda la pandilla de quesadillistas que lo acompañan casualmente tienen nombres de varios ex-presidentes mexicanos. La intención en ese sentido del realizador era, según dijo, que «en vista de que en la vida real no hay justicia por ciertas cosas que hicieron pues yo aquí me voy a vengar como autor y entonces pensé que debían matarlos en la película. Ya que no hay justicia legal, que haya justicia poética. Entonces la intención era ridiculizar a los hombres del poder porque finalmente el poder vuelve loquitos a los poderosos» -explicó.
Fernando Javier León tiene en cartera de proyectos una película que se llamaría «Sin crímenes» y que supondría reeditar su obsesión por Obregón, cuyo asesinato fue el punto de partida del PRI.
Mientras tanto, su película más inmediata podría ser titulada «La historia de Rosita Fresita», una comedia romántica estudiantil al estilo de las de Mauricio Garcés de los años ’70s.
Vive en Madrid desde hace once años y afirma que no sería capaz de hacer un tipo de cine más personal.
No sucede lo mismo con el actor Harold Torres, que parece que hará de productor de una película a fin de año y tiene en mente ponerse a dirigir alguna película de corte independiente y de autor.
Afirma Torres que en México es un suplicio para cualquier actor que todas las subvenciones oficiales se concedan en el mismo momento del año porque eso supone que todos se dedican a hacer los rodajes al mismo tiempo y los actores tienen muchas menos opciones de participar en más de una película. (cba/rbc) (©cinestel.com)