“La Rebelión de las Flores” pone el foco en las mujeres indígenas
Estreno en Argentina
Perciben desidia del Estado e indiferencia de parte de la sociedad. Son las mujeres indígenas que habitan el actual territorio argentino y que en octubre del 2019 deciden expresar su enojo a través de una ocupación pacífica del Ministerio del Interior, reclamando el cese del Terricidio en sus comunidades al considerar necesario recuperar un modo de habitar donde la reciprocidad y la solidaridad entre los pueblos y la naturaleza sea una necesidad urgente.
“La Rebelión de las Flores” es un film que sigue los once días de protesta que llevaron a cabo en la ciudad de Buenos Aires estas integrantes de las comunidades de los pueblos originarios. María Laura Vasquez las acompañó como directora de este documental que explora aquello que es una demanda ancestral que tiene como fin recuperar la gestión de sus vidas colectivas.
Los procesos emancipatorios que estas agrupaciones milenarias de personas desarrollan desde hace mucho tiempo, se han encontrado siempre con un escollo difícil de esquivar: los dogmas del modelo capitalista neoliberal. Algunas mujeres que aparecen en este documental lo hacen de manera anónima por razones de seguridad al considerar que “han recibido amenazas por los sistemas represivos regionales como consecuencia de su militancia como activistas, así como intra-comunitarias procedentes de otros líderes hombres dentro de sus comunidades”, según nos cuenta la realizadora. En Argentina hay 36 naciones originarias, entre las cuales se habla 27 lenguas diferentes.
La directora responde las preguntas de Cinestel:
– Al hecho de que los problemas de estas comunidades son muchas veces desesperantes, se añade la problemática de que no son solucionados por quienes podrían y deberían hacerlo. ¿Podría resumirse así la esencia de tu documental?
Sí, claramente aparecen los representantes del Estado Nación con una falta absoluta de voluntad política de escucha y de resolución desde el primero al último. Igualmente es una historia que se repite por todo el continente y si nos extendemos hacia atrás, desde la llegada de los colonizadores, se ha invisibilizado e ignorado completamente cualquier tipo de reclamo de estas naciones que anteceden con 14.500 años de vida en este territorio.
– Es curioso porque, saliendo un momento de la película, está el caso de Milagro Sala a quien aun cuando la visita el presidente, su situación jurídica no varía sustancialmente. ¿Quiere eso decir que el discurso político no se traduce después en hechos legislativos que ayuden a identificar mejor este tipo de discriminaciones?
Existe una posición demagógica de, en el mejor de los casos, ser amable, pero después no hay medidas concretas y ahí aparece Rita Segato, que es una feminista muy famosa a nivel mundial, a apoyar la toma y ella dice claramente que si hay voluntad política, más allá del rol que cada funcionario tenga, las cosas se destraban. De hecho, ninguna de las medidas que se plantearon como resolución futura o que se prometieron solucionar, se cumplieron. Cambiando de gobierno tampoco, la situación es peor ahora que en ese momento en que se registró el film.
Y es que yo creo que más allá de lo que políticamente y a nivel de acciones legales estas mujeres logran, lo que me parece interesante de la película es la voluntad de actuación ejecutiva de este grupo personas que, como bien se menciona en el filme, a las mujeres originarias les cuesta proyectar y alzar la voz, expresándola colectivamente frente a un Estado Nación tan opresor, tan violento. Y eso es un hecho político muy importante.
– También yo veo necesario resaltar el hecho de que esta situación no es algo nuevo, sino que es un gran problema que se lleva arrastrando desde hace mucho tiempo y por tanto, que viene de muy lejos.
Así es. Creo que los orígenes de la opresión, como decía anteriormente, vienen ya con la llegada de la colonización hace 500 años. Pensemos que en las mujeres originarias existe todo un genocidio sobre el que casi nadie habla, históricamente se ha invisibilizado que millones de personas originarias que estaban en estas tierras fueron asesinadas, o a través de los trabajos forzados o a través de la aniquilación, para poder ir ganando territorio. Y las mujeres han sido las más maltratadas en todos los sentidos, porque podemos decir que la violencia sexual, las violaciones de los cuerpos de muchas de las mujeres originarias, pueden sumarse a todas las otras formas de violencia, instalación del patriarcado,… podríamos discutir si existía o no, pero esta forma de patriarcado occidental-europea no aparecía de esa manera y eso también se incorporó, de una manera más o menos profunda, a las comunidades originarias.
– ¿Y en el fondo de este problema también estaría el hecho de que las élites quieren construir mega-proyectos turísticos en esos territorios?
Sí claro, es otra nueva forma de despojo. Tanto antes como ahora hay terratenientes para la producción de agricultura, para la ganadería, para quedarse con tierras, y a esto se le suma un saqueo de las riquezas naturales en formas extractivistas, el cual comienza a ocurrir ya desde el inicio de la colonización, pues el capitalismo se pudo desarrollar casi a partir del oro latinoamericano. Entonces eso sigue, pero con diferente formato que tiene que ver con empresas mineras o hidroeléctricas que devastan los territorios.
Durante la pandemia todo eso se intensificó y ahora está peor que en la época en la cual la cámara nuestra lo registró, cuando quizá ese hecho sanitario debería de haber sido un llamado de atención a la sociedad o a los poderosos de claramente darnos cuenta que estábamos haciendo algo mal, pero desgraciadamente eso no ha pasado.
– En el largo tiempo que te ha llevado hacer esta película, ¿has comprobado si existe algún tipo de acciones de estos terratenientes para dividir a la población indígena, como ocurre en otros sitios donde se intenta incentivar sólo a una parte de ellos para desunirlos?
Este tipo de acciones existen todo el tiempo adentro de las comunidades, ofreciéndoles unas cosas a unos y negándoselas a los otros, pero la verdad es que entre comillas, eso sería como “lo más suave”, pues lo que está sucediendo realmente es una absoluta criminalización de la protesta y básicamente los terratenientes salen a matar.
El nivel de sicariato que sufren las comunidades originarias es grande y ahí está el caso de Santiago Maldonado, quien no era indígena pero que estaba apoyando al pueblo mapuche, o el de Nahuel, que sí era un habitante de los originarios, pero en realidad todas las semanas existen actos de sicariato, se criminaliza absolutamente la protesta de los pueblos originarios, acusándolos de subversivos, de violentos y justificando así una violencia extrema y todo lo que tiene ver con la violencia sexual hacia las mujeres originarias que producen los mismos terratenientes.
– Resulta curioso ver cómo el lugar en el cual se encierran esta mujeres es el denominado Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda, ante lo cual no sé que tiene que ver una cosa con la otra, es decir, la seguridad con las rutas o la gestión de los permisos para construir casas. ¿Por qué ocurrió esta diversificación en una misma cartera ministerial?
Lo que ocurrió fue que el gobierno de Macri hizo una reestructuración de los ministerios bastante particular y unió estas cosas, como bien vos decís. Desaparecieron Ministerios como el de Cultura, que se unió con Educación y pasó a ser una Secretaría, y si bien creo que ningún gobierno argentino ha tenido voluntad política alguna en modificar las políticas hacia los pueblos originarios, el gobierno de Macri fue especialmente cruento.
– En ese sentido, no quisiera olvidarme de una cosa, que es que en Argentina está el Gobierno Federal con sede en Buenos Aires, pero después también están los Gobiernos de las distintas Regiones, y lo que sí se percibe, en cierta forma, es que es como si se fueran pasando la pelota. ¿No hay una coordinación efectiva entre las administraciones para solucionar estos problemas que afectan a argentinos?
En eso tienen mucho que ver internamente las dinámicas del gobierno y que se justifica en la falta de acción y de voluntad ante situaciones tan urgentes, que es lo se percibe en la película. Este tema de jurisdicción territorial es de un cinismo y de un nivel de indiferencia tremendo.
– Hay un dicho sobre que una imagen vale más que mil palabras, pero yo diría que aquí ocurre al revés en una de las últimas secuencias de la película, donde el sonido cobra un valor superior. ¿Era esa tu intención?
Bueno, esa es una escena que soñé. A mí me parece que a veces sueño cosas que me gustan, y esta me gustó como idea porque retomaba un poco el objetivo primigenio de la protagonista, que tiene que ver con luchar para que su nieta pueda nacer en territorio recuperado, pero también es una llamada a la esperanza después de que la película es tan dura, de que somos capaces de volver a pensar en un nuevo renacimiento, con otro vínculo con la naturaleza, construyendo otro tipo de proyecto civilizatorio, y me pareció que eso implantaba una mirada energéticamente diferente para poder terminarlo.
Además, es muy importante dedicarle esta película a mis hijos. Creo que a las nuevas generaciones, estos asuntos ya los están traspasando, y los va a traspasar fuertemente. Y todo este tema de la vida y del agua, como vinculada con la maternidad, está anclado dentro de todo el relato.
©José Luis García/Cinestel.com