«La Sirena y el Buzo» navegan entre la ficción y el documental. Entrevista a Mercedes Moncada

Estrenó en México la directora nicaragüense Mercedes Moncada su último trabajo, «La sirena y el buzo», una historia de fantasía que adquiere cierta complejidad porque propone un lenguaje nuevo cercano al documental sin serlo y exige al espectador saber situarse muy bien dentro del contexto que plantea la película.
Moncada sintió la necesidad de crear algo distinto y original, algo que no tenga precedentes en el cine y para ello además se acercó a los pobladores de la costa atlántica de su país.
-¿Qué es lo que quería contar respecto a los miskitos?
Es una historia sobre el universo en el imaginario miskito.
Yo soy del Pacífico de Nicaragua, que es la parte blanca, la parte criolla, la parte donde llegaron los españoles y la parte dominante en la cultura en Nicaragua que todo el mundo conoce desde Somoza a Sandino, terremotos, huracanes y esa es la parte dominante.
Entonces quería completar el retrato del país e incluir a los otros. La costa atlántica es donde no llegaron los españoles, donde llegaron los ingleses, donde siguen conviviendo diferentes culturas y donde mucha gente no habla español. Fui al área donde viven los miskitos y en el primer rodaje me encontré con el funeral de un buzo que se había ahogado pescando langostas y lo que la gente comentaba alrededor en ese funeral era que se había muerto porque se había encontrado debajo del agua con una sirena.
Durante ese viaje para mí fue una convivencia realmente extraordinaria con gente que curaba con magia, veía duendes o hablaba con sirenas, algo completamente extraordinario y se me ocurrió que la mejor manera de hacer un documental sobre ello y de aproximarme al imaginario era haciendo un cuento y eso es «La sirena y el buzo».
– Se podría decir entonces que es un documental basado en la observación y un poco en la imaginación también.
Así es. Es unir la interpretación del Universo con el imaginario miskito. Y lo que intentábamos mi equipo y yo fue realmente concentrarnos en que cuando el espectador se pusiera frente a la pantalla sintiera esa atmósfera y que estaba en un viaje en la costa atlántica de Nicaragua, en un sitio donde habitan sirenas.
– ¿Nos queda mucho por conocer de Nicaragua?
La relación de los miskitos con el país ha sido bastante complicada. De entrada porque la costa atlántica antes de la revolución nicaragüense ni siquiera existía prácticamente, no había accesos allí y luego por el conflicto entre la revolución y la contra en donde los miskitos se vieron pillados. De hecho todavía hay un proceso pendiente en la navidad roja donde murieron mucha de esta gente por ser desplazados a la fuerza.
Luego, toda la costa atlántica, no solamente los miskitos, empezaron un proceso bastante interesante de autonomía que se sigue desarrollando en un proceso complejo.
– ¿Por qué dividió usted el documental en diferentes edades? Cada capítulo pertenece a una edad que va de los 8 años a más adultos.
Ése fue un recurso formal para poder integrar a todos los personajes en el personaje del protagonista, porque a través de la observación y del recurso del documental, uniendo todas estas partes de estos personajes construimos a un solo personaje que es Simbad, este ser que empieza la película cuando está muerto y luego su alma es transportada al interior de una tortuga que se la come una mujer embarazada y de esa manera llega nuevamente a la vida.
Entonces todos estos procesos de este alma de Simbad son contados con diferentes personas.
– Dentro de la película se puede presenciar un parto auténtico y real. ¿Cómo rodó esta esta escena? ¿Fue sencillo o complicado?
Rodar el parto no fue complicado. Además fue un parto bastante bonito. Yo iba a este hospital tras un parto para que naciera Simbad y conocimos a esta chica maravillosa, guapísima, superfuerte,… toda una leona, y entonces le conté la historia un poquito antes de que empezara con los dolores tremendos, lo aceptó y nos pusimos ahí.
Para mi eso ha sido una de las cosas más curiosas de «La sirena y el buzo» porque la película se ha proyectado en muchos sitios, pero cuando la he proyectado en Europa he notado que la reacción al parto del público es que se sienten intimidados frente a otros lugares del mundo en los que es un hecho más natural.
©José Luis García/Cinestel.com