«Las Analfabetas» de Moisés Sepúlveda; curiosidad inducida

Decía Michel Foucault que la curiosidad es la base del conocimiento. Esa curiosidad siempre depende de cómo se ha desarrollado nuestro pasado, de las ideas que hemos recibido y de los hábitos y costumbres que hemos forjado y heredado. A todo ello se suman las obligaciones que nos va imponiendo la vida, unas guiadas por nuestros sentimientos y otras que no se cuestionan, forzadas por nuestras relaciones laborales. El debutante chileno Moisés Sepúlveda nos aproxima en «Las Analfabetas» al comportamiento de una mujer de 58 años que se está dando cuenta poco a poco de las ventajas de aprender a leer y escribir.
Ximena (Paulina García) es una mujer próxima a los 60 que siempre tiene que inventar escusas como la de que se dejó las lentes en casa, para que algún desconocido le lea cualquier cartel o letrero que se encuentra en la calle, circunstancia a la que ya se acostumbró pero que se comienza a repensar a raíz de las visitas periódicas que Jackeline (Valentina Muhr) hace a su domicilio, una joven profesora desempleada que trabajó en primaria y que trata de convencerla de que tome clases de lectura y escritura con ella.
Persuadirla le resulta imposible porque Ximena siempre se las ha arreglado sola si tenemos en cuenta que se trata de una mujer muy solitaria. No obstante, su reencuentro con una carta que guardaba desde la niñez como el único tesoro que le dejó su padre al abandonarla muchos años atrás, reavivará en ella esa curiosidad dormida por aprender a identificar los textos escritos.
«Las Analfabetas» participó este año en la Semana de la Crítica de Venecia donde la actriz Paly García advirtió en la presentación que con este filme se quiso que emergiera el debate en torno al analfabetismo en Chile, un problema que no está reconocido como concepto entre la población pero que, según ella, en las estadísticas oficiales se está reflejando que el 50% de los chilenos no entiende lo que lee ni tampoco es capaz de escribir un discurso coherente sobre cualquier tema.
El realizador Moisés Sepúlveda ha desarrollado la adaptación cinematográfica de una obra de teatro de Pablo Paredes con el mismo título de la mejor manera posible, pues ha contado con las mismas actrices que allí la representaban quienes se han adaptado al nuevo guión de una manera más fácil. El hecho de que las dos hayan trabajado la obra decenas de veces en un escenario, ha resuelto en gran medida la calidad narrativa forjada en una gran empatía entre ambas en su arriesgada adaptación al medio cinematográfico, aunque quizá podrían haber elegido un tono más teatral en algunas escenas para terminar de equilibrar mejor la historia. Este factor de identificación de ellas con sus personajes parece haber permitido que el director se haya dedicado en profundidad a lo que cuentan los encuadres en un entorno realista e intimista, predominando los primeros planos en el interior de la casa de Ximena.
Las escenas exteriores son casi las únicas que nos acercan livianamente a otros personajes porque el grueso principal de toda la actuación está en el trabajo de las dos protagonistas. La película nos pone sobre la pantalla como tema principal, que las personas siempre tendremos algo más que aprender y, no en vano, es la misma profesora quien también se va a ir dando cuenta de que igual a ella le faltan ciertas cosas para articular su vida dentro del universo de la sociedad que le ha tocado vivir. Sepúlveda ha pretendido asimismo que se reflexione sobre el nivel de la sinceridad de sus conciudadanos al presentar en su ópera prima a una mujer que siente la necesidad de mentir constantemente e inventar escusas para que no descubran su analfabetismo. «Las Analfabetas» recibió el premio a la mejor película chilena en el SANFIC de Santiago de Chile.
©José Luis García/Cinestel.com