“Las Furias”, de Tamae Garateguy, es una historia de amor y perdición

Estreno en Argentina
Si bien es muy habitual en el mundo del cine que los directores barajen varios proyectos al mismo tiempo de cara al futuro, no lo es tanto que dos actores les cuenten que han imaginado una historia para llevarla al cine y, ni mucho menos, que esa sugerencia acabe siendo plasmada en la pantalla.
Eso es justamente lo que le ha pasado a la realizadora argentina Tamae Garateguy, quien un día recibió la proposición de la actriz Guadalupe Docampo y el actor Nicolás Goldschmidt para desarrollar este relato de represión, tensión y venganza en un entorno cruel e inhóspito.
“Las Furias” cuenta la historia de un joven Huarpe destinado a ser el líder de su comunidad, que se enamora de la hija de un terrateniente blanco del pueblo con la que no le queda otro remedio que huir ante la oposición de las familias a ese hecho, en un camino sin rumbo repleto de violencia.
Con la participación de actores de la talla de Daniel Aráoz, Juan Palomino y Susana Varela, la realizadora desarrolla su pasión por el cine de género a través de un guion de Diego A. Fleischer en el que aparecen con mucha fuerza temas como la histórica discriminación que padecen los pueblos originarios de América y el de la lacra de la discriminación de género.
La directora y el guionista del film responden las preguntas de Cinestel:
– ¿Los actores principales se basaron en alguna experiencia previa suya, tal vez teatral, para proponerte esta idea?
Garateguy: Los actores principales se conocieron en “Mujer lobo” y se pusieron de novios. Juntos, emprendieron un viaje a Mendoza y fue entonces en donde conocieron a los Huarpes y su cultura. La relación de amor entre ellos, y la experiencia de este viaje, fueron el primer puntapié para la idea. Luego, ellos me convocaron para dirigir la película, y entonces llamamos al guionista Diego A. Fleischer para que armase un libro cinematográfico combinando la historia de amor que traían Nicolás y Guadalupe, con el cine de género sangriento que me caracteriza.

La directora Tamae Garateguy y el guionista Diego A. Fleischer
– Los demonios y fantasmas internos parecen ser una constante en todos los personajes del film. ¿La veis como una película sobre los límites de la represión y la influencia que en ellos tiene el sadismo?
Fleischer: Sí, en la idea original, los dos amantes eran separados por el abuso del poder de una clase social a otra, y por la tradición del pueblo Huarpe. Pero cuando me puse a escribir, quise darle más interés dramático a la película: propuse el conflicto familiar del abuso sexual del padre sádico hacia su hija. El abuso de Alfredo (el dueño del pueblo) hacia su propia hija, le dio un rasgo más pasional a todo el relato y acentuó el conflicto del poder. Esto permitió que la historia sea todavía más profunda: el conflicto familiar íntimo sucede en paralelo al conflicto social épico.
Garateguy: De esta manera, los trastornos -fantasmas y demonios- afloran en los personajes como marcas de sus propios pasados. Metáfora también de los pueblos originarios reprimidos. Todos estos trastornos íntimos me permitieron abordar la película no solo como una fábula social, sino también como una exploración psicológica de los personajes.
– ¿Y pensáis que este tipo de película puede llegar a ser visto de una manera diferente a como las veía el público de hace unas cuantas décadas?
Fleischer: Como la idea es un relato muy clásico: un amor prohibido negado por sus familias (como en Romeo y Julieta), busqué la manera, desde el guión, de desarmar el relato lineal. Hice cambios temporales alternando pasado y presente para romper la estructura convencional del relato, y de esta manera tener la posibilidad de hacer una película más dinámica y no tan clásica.
Garateguy: Esto me permitió que el argumento fuera abordado desde una perspectiva más postmoderna. De ahí, y sumando decisiones estéticas relacionadas con explorar el pop, el western y el melodrama, considero que el publico puede ver esta historia clásica desde una perspectiva más actualizada.
– Seguramente una de las partes más complicadas de esta producción haya sido la de una creación de atmósferas acordes a lo que se está contando. ¿Fue duro el camino hasta lograr terminarlo?
Garateguy: Acá hubo fuerzas de la naturaleza que jugaron a mi lado. Pareciera como que la intensidad de la historia es justamente la atmósfera de los cambios climáticos. Hubo que vencer tormentas de polvo, tormentas eléctricas, falta de aire por la altas alturas, calor extremo y frío. Pero justamente la película habla de eso: las emociones de los personajes se refleja en las emociones de la naturaleza. Es su particularidad y lo que la hace diferente. Desde producción, fue todo un desafío, el rodaje fue una aventura, parecía un deporte de alto extremo.
– ¿Y te quedaron fuerzas para seguir rodando pelis tan ambiciosas, en el buen sentido de la palabra?
Garateguy: ¡Obvio! El cine es mi pasión. ¡Estoy en la pre-producción de “Hombre Perro”, que también va a ser filmada en un entorno natural extremo en el norte! Más precisamente en Jujuy.
©José Luis García/Cinestel.com