“Las Puertas de Taquimilán”, de Eduardo Spagnuolo (entrevista)
La cultura mapuche y cómo ésta ha sido contada tiene mucho que ver con el más reciente estreno del director argentino Eduardo Spagnuolo, titulado “Las Puertas de Taquimilán”, una historia de ficción que reúne a dos amigos que no se han visto en los últimos diez años y que anteriormente habían tenido sus diferencias de opinión en lo que se refiere a la controvertida Conquista del Desierto, cuyo mentor fue el general Roca, y cuyas consecuencias fueron muy graves para los pueblos originarios.
Aquí Ceferino es un descendiente mapuche que quiere ver cumplida su promesa de poder elegir su forma de morir. Martín responde a aquella antigua amistad profunda tratándole de ayudar en esa cuestión, pues el internamiento de su amigo en un hospital podría impedir que se cumpla esa voluntad.
En la exposición de motivos que le llevaron a hacer esta película, Spagnuolo menciona que para estos pueblos ancestrales la vida y la muerte son parte de un mismo proceso y que si uno aspira a elegir su manera de vivir, también debería de tener derecho a elegir la manera de morir porque, según dice él, no es una decisión exterior.
El guion de la película contrapone esa atávica idea con lo que Eduardo califica como “una compulsión a mantenernos vivos que tiene nuestra cultura occidental, donde aunque sea enchufado a máquinas que lo único que hacen es mantenernos respirando o con el corazón andando mecánicamente, entramos en una especie de agonía, a veces espantosa, porque lo que Ceferino intenta es volver a estar con sus ancestros y lo intenta elegir desde el afecto y hacerlo rodeado de lo que cree. Eso es muy distinto -y la película está ambientada en la época del Covid- de la gente que se ha muerto en terapia intensiva, rodeada de unos individuos con unas escafandras tipo astronautas, a las cuales ni se les podía ver los ojos, con lo cual es una muerte de una soledad que en general no era necesaria. Uno, si no puede operarse, debería de poder elegir si se quiere ir y que esto sea respetado”.
De los dos protagonistas principales, Darío Altomaro es un actor muy reconocido en su tierra, Neuquén, donde es una figura importante de la cultura. Y Mariano Panelo, por su parte, también es neuquino y hace más de un año se fue a vivir a España. Completan el elenco Alejandra Rincón, que es quien desarrolla el crucial papel de la hija de Ceferino en ese debate entre tradición y modernidad, y Anaveli de Fátima.
Antes de estrenar el film, Spagnuolo había confesado que para escribir este relato para el cine se inspiró en el director filarmónico Daniel Baremboim, quien a riesgo de ser malentendido, armó una orquesta con músicos palestinos e israelíes, ya que entiende que las personas cuando nos sentamos y nos ponemos a hablar, exponiendo las razones, es posible que nos entendamos, siempre y cuando se logre romper la enorme grieta que les pueda diferenciar. Y en el tema de los mapuches ocurre algo parecido, pues en este caso también se intentó borrar una cultura matando a cualquier ser humano, ya sea hombre, mujer o niño/niña.
“Las Puertas de Taquimilán” es una película deliberadamente pretenciosa porque a través de sus personajes, el espectador se ve obligado a escuchar las dos miradas sobre la conquista del desierto y es posible que en una de ellas incluso llegue a pensar que el tiempo no es lineal y que a lo mejor el mundo que nos rodea es mucho más diverso que lo que se pueda pensar.
– Eduardo, todo el tiempo en la película hay ese trasfondo de confrontación entre dos miradas diferentes, con un pasado de discusiones racionales, el enfrentamiento de dos mundos, y un tiempo presente donde hay menos explicaciones y más razones del corazón, menos entender y más sentir. Ese contraste es también importante en esta historia, ¿no es así?
Es muy importante porque yo planteo que la historia entre Ceferino y Martín nace más de diez años atrás, cuando Martín era un joven porteño, pedante, yuppie,… que creía en la tecnología, en el progreso y en todo lo que nos lleva y que entendió que la Conquista del Desierto, que es cuando Roca en nombre del ejército argentino ocupa una enorme parte de la Patagonia que estaba recontra-poblada, pero la llamaron así y ya en el título se negaba la existencia de todos los pueblos originarios.
Ahí hubo un choque entre la modernidad tecnológica y armamentística que traía Roca y los rudimentos que hubo hasta esa época, que eran la lanza voladora y eventualmente algún arma de fuego menor. Y todo ello terminó siendo un cuasi genocidio, donde trajeron a los indios encadenados a lo largo de kilómetros hasta Buenos Aires y hay publicaciones en los diarios en las que se vendían indicitos o se regalaban.
En resumen, la Conquista del Desierto tuvo dos miradas, una la modernidad y el progreso, lo cual fue cierto, y otra la eliminación del otro para poder establecer la modernidad.
– Desde mi punto de vista, en el filme hay una especie de crítica a cómo se están haciendo las cosas actualmente, y en ese sentido me gustaría recomendar que se preste mucha atención a las escenas que tienen lugar en el hospital, que para mí son cruciales para entender el significado de esta historia de ficción que nos cuenta esas contradicciones entre un mundo ancestral y el actual.
Es que la situación en el hospital, que yo la ambienté en el Covid, se desarrolla en una sala de pediatría, con lo cual yo quería que esa ambientación de hospital no tuviera el despojamiento o la blancura que tienen normalmente en el cine las habitaciones hospitalarias, sino que tuviera ositos de peluche, cosas de juguetes de chicos, dibujos de niños, para transmitir lo que se juega dentro de esa sala que, vos tenés razón, es absolutamente importante porque todo lo anterior que se muestra, todas las discusiones y demás, en esa sala están ellos dos y su afecto, su capacidad de acercarse, su manera de reclamos del pasado también, pero ahí se acercan y Ceferino sale de un planteo racional y le comunica algo que a mí cuando lo sentí me impactó, que es la poética de la cosmovisión mapuche.
Bajo nuestros parámetros, esa poética es casi infantil al ver cómo cuentan lo que pasa afuera en el cosmos y cómo bajan a cuidarnos a la noche, pero es hermosa y es de un afecto y una unión del hombre con la cosmología, de lo que está ahí nomás a la vista, que hace que el clima dentro de esa habitación sea muy particular, pues está entre místico y amistoso, o sea, es una cosa intermedia.
– La película también alterna flashbacks de lo que ocurrió trece años antes. ¿Te fue complicado encontrar los puntos correctos de los scripts entre los actores?
Los intérpretes son desconocidos en Buenos Aires, pero muy conocidos en Neuquén, que es donde se filmó toda la película. Son excelentes actores y elegí que fueran de Neuquén porque, aunque los de Buenos Aires o de cualquier otro lugar del mundo podrían actuar y actúan muy bien, los de Neuquén lo que dicen inclusive en las partes en donde se habla el idioma de los mapuches, el mapudungún que empleamos en algunas entradas, lo sienten de otra manera, hay algo en el brillo de los ojos, en lo que les pasa, en el tempo con que dan la palabra, que tiene que ver con la pertenencia a ese lugar donde el cosmos está ahí, donde casi que de noche metés una mano y agarrás una estrella.
Con los actores no tuvimos ningún problema y fue un trabajo de producción en el cual filmamos primero todo lo que tenía que ver con el pasado y a continuación pasamos al presente, donde se les ve más viejos, y entonces sí que hubo un trabajo de la parte de arte, la de maquillaje, la de peluquería para que no estando tremendamente más viejos, estuvieran más viejos.
– A mí el ver “Las Puertas de Taquimilán” me produjo que cada vez más aumentara mi interés en cuanto a esta historia, pues a medida que transcurren los minutos se va haciendo más interesante y también pensé que, con la salvedad de los flashbacks que no sé cómo se harían, quizá también habría sido una muy exitosa obra de teatro. ¿Crees que se podría llevar a esos otros escenarios?
Jamás se me habría ocurrido. Nadie me lo había mencionado, pero voy a tomar la idea con tu permiso, porque personalmente yo también escribo algunas cosas de teatro, y ahí me interesa mucho la mezcla que está habiendo entre teatros y videos, o sea la participación no solamente de recursos cinematográficos, pero sí de directamente proyecciones. Entonces estoy pensando así sobre la marcha que se podría hacer una obra de teatro con la situación en el hospital y los flashbacks que fueran directamente proyecciones, tal y como se ve en la película.
Y es que además, -estoy pensándolo en este momento, la verdad que ha sido un gran disparador este comentario tuyo-, veo que además incentivaría esta cosa de los dos momentos tan distintos, un momento racional o más terrenal, por decirlo de alguna forma, y otro encierro en la perspectiva de la puerta que es una muerte, que es otro mundo y es otra manera, con lo cual, si por ahí se combinaran dos medios distintos como el teatro y el cine, sería muy interesante.
– Por lo pronto, los espacios INCAA y el cine argentino están amenazados y no se sabe lo que va a pasar, pero el cine es una industria que no puede parar, no puede detenerse, y sería interesante que las nuevas autoridades del Instituto, que no tienen experiencia alguna en cine, lo supieran. Y esta película, por ejemplo, por el tema tan interesante que plantea tendría que circular fuera de Buenos Aires.
Argentina siempre ha tenido este problema. Es más fácil estrenar en Buenos Aires y después en Madrid, que estrenar en la capital y después en Jujuy. Hay en estos momentos un ataque a las películas y las autoridades que están en el Instituto no tienen ningún interés en el cine. De hecho el interventor del Instituto te dice que él no ve cine y que no le importa, así que en este momento, los directores estamos convencidos de que hay que estrenar, estrenar y estrenar, no dejar vacíos los espacios INCAA, no dejar el lugar para que alguien diga que hay que pagar la luz y que no rinde, y mantener viva la llama de la cultura y del cine particularmente.
Esto todavía no se ve, pero este año en Argentina prácticamente no se va a filmar nada, por ahí sólo dos o tres películas, con lo cual, como la realización cinematográfica te lleva de dos a tres años, hoy no se van a dar cuenta, el año que viene poco, pero el siguiente casi no van a haber películas argentinas, lo cual es terrible.
©José Luis García/Cinestel.com