Entrevista a Pablo Malo sobre su película «Lasa y Zabala»
Fueron unos sucesos graves acontecidos a inicios de los ’80, cuando ante la gran presión que ejercía ETA en forma de atentados terroristas con unos cuarenta muertos al año, el estado español decidió «saltarse a la torera» la ley y comenzar a hacer su propio terrorismo en sentido inverso, es decir, contra miembros de la banda y militantes o simpatizantes del entorno abertzale vasco. El donostiarra Pablo Malo presenta en su nueva ficción una historia basada en hechos reales, documentados y juzgados, a partir del caso de dos jóvenes refugiados vascos, Joxean Lasa y Joxi Zabala, que un día de 1983 desaparecieron de Bayona (Francia) sin dejar rastro, precediendo a una oleada de atentados que fueron reivindicados por los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación).
Aunque se sabía el secuestro, se tardó diez años o más en conocerse con exactitud lo que había pasado. Fue en 1995 cuando el inspector de policía de Alicante Jesús García reabre el caso al hallar los cuerpos de los dos chicos secuestrados que habían sido enterrados a cal viva bastante tiempo atrás. Los cadáveres fueron trasladados a Tolosa para ser enterrados en medio de una gran tensión con la Erzaintza (policía vasca), e inmediatamente se inicia la acción judicial que apunta al coronel de la Guardia Civil (un cuerpo de policía español mitad civil mitad militar) Rodríguez Galindo y al exgobernador civil Julen Elgorriaga. Unax Ugalde es el actor que da vida al abogado de los parientes y amigos de los dos fallecidos.
«Lasa y Zabala» es una película rigurosa en el tema que trata y muy respetuosa con el dolor de las víctimas y familiares de cualquier posición o lugar. En esta ficción, el tono narrativo de carácter dramático ha procurado ser fiel a la descripción de los hechos reales y aborda temas tan oportunos como las secuelas psicológicas que padecen los torturadores al cabo de un tiempo. El director, Pablo Malo, responde a las preguntas de Cinestel:
– Tu película es un alegato en contra de la violencia pero también en contra de la venganza. ¿Ojo por ojo,… y el mundo acabará ciego?
Hombre, nosotros está claro que lo que no hemos querido hacer era una película trinchera o barricada. Uno no se tira un año y medio de su vida preparando una historia con un productor y con un guionista para que luego se utilice como un arma arrojadiza. Hemos buscado sobre todo ese equilibrio en el hecho de contar una barbaridad como el caso de Lasa y Zabala, pero teniendo muy en cuenta que aquí han sido 50 años de un conflicto en el que hemos vivido barbaridades por todos lados, y esta película lo que quiere es poner un poco el acento en eso precisamente.
– ¿Cómo se hizo la investigación? ¿cuánto tiempo os llevó? y ¿qué partes habéis tenido que dramatizar en el guión a partir de vuestra interpretación de los hechos?
El proyecto a mí me llegó de encargo a través del productor que ya llevaba bastante tiempo pensando en hacer, no sabían si una película o un documental sobre el caso Lasa y Zabala, pero también se estaba buscando un poco el momento. Entonces, desde que se decidió que fuera una ficción, me parecía que había ahí una historia para hacer un thriller político realmente apasionante, y a partir de eso empezamos a investigar, tanto desde los resúmenes del sumario que se nos facilitaron como de un montón de gente con los que estuvimos en todo momento a lo largo de un año y medio.
Lo que había que hacer en definitiva era discriminar, y en ese sentido al final hubo que hacer un puzzle para saber qué dejábamos dentro y qué se quitaba de una historia tan compleja como ésta, en la que intervino tantísima gente por todos los lados y con una duración de tiempo tan larga. Entonces, al final lo que sabíamos muy claro es que nos teníamos que centrar básicamente en el sumario, pero que había algunas cosas que teníamos que dramatizar y hay un par de hechos muy puntuales que están dramatizados precisamente porque no estamos hablando de un documental. Aunque parezca curioso y en algunos momentos delirante, la verdad es que muchas cosas que ocurrieron fueron tal y como se cuentan en la película, y unas cuantas más las hemos tenido que dejar fuera por aquello de que una cosa es que sea real y otra cosa es que sea verosímil.
Teníamos que buscar un personaje que nos llevase a lo largo de la historia y pensamos en un principio que podría haber sido el que para mí es realmente el héroe de esta película que es Jesús García, el policía de Alicante. Lo malo es que ese hombre entraba en el año ’95, pero como esta historia empieza en el año 1983, el único personaje que podía acompañarnos a lo largo de todo ese arco dramático era el del abogado; y eso es lo que se decidió hacer.
– En cuanto a las escenas de torturas que contiene el filme, dijiste en el Zinemaldia de Donostia que ciertas cosas muy repulsivas que ocurrieron, no las quisiste poner. ¿En este caso se podría afirmar que esa realidad macabra supera a la ficción?
Sí, absolutamente. Por respeto a los dos asesinados, a sus familias y al espectador, y porque no queríamos cargar las tintas en ningún sentido, hemos querido ser muy escrupulosos a la hora de contar esta historia. De hecho, se habla de que las torturas en el film son muy brutales y salvajes, que son visualmente muy potentes, que es lo que yo como cineasta iba buscando. Nos hemos cortado bastante y hemos dedicado apenas unos minutos a lo largo de la película, pero no hay que olvidar que sobre estos chavales se calcula, por lo que nos contó gente que estuvo en la investigación, que pudieron pasar cuatro o cinco semanas hasta que ya los cuerpos dijeron basta y no aguantaron más. No hemos querido recrearnos en eso porque tampoco pretendíamos que la película fuese una galería de horrores. Esa no era nuestra intención, sino simplemente la de contar la historia desde el punto de vista más aséptico posible.
– ¿La aparición de los GAL fue directamente un revulsivo para que algunos jóvenes decidieran adherirse a ETA y a su entorno?
Sin lugar a dudas. Yo creo que la creación del GAL fue una torpeza y un error absoluto, fruto también de la desesperación porque no hay que olvidar y ponerlo en el contexto, que en aquellos años ETA estaba atentando prácticamente cada tres días. Estamos hablando de lo que se llamó «los años de plomo» y lógicamente, pues todo esto tuvo que suponer un revulsivo para mucha gente porque con ello pensaron que lo que se estaba haciendo en la llamada guerra sucia, no tenía nombre; estas cosas no se podían hacer así y esto fue un absoluto error.
En este país hemos atravesado 50 años en los que se ha pasado francamente muy mal; aquí ha habido cientos y cientos de muertos y lógicamente este tipo de cosas lo último que hicieron fue ayudar a que todo se fuese acabando y, de hecho, ya vemos cuándo ha terminado, que desgraciadamente ha sido hace muy pocos años.
– ¿Te fue complicado encontrar, por la gravedad de las escenas, a actores dispuestos a encarnar a guardias civiles torturadores?
Pues francamente, no. Sí hubo algún actor con el que me apetecía trabajar y seguramente por incompatibilidad de fechas, no pudieron estar en la película. La verdad es que las opciones primeras que íbamos teniendo nos iban diciendo que sí cuando conocían quiénes estaban detrás de la película, en el sentido de que sabían que no iba a ser una película ni maniquea, ni se iban a crear aquí discursos ni soflamas, ni tampoco se estaba intentando hacer una película ideológica porque no era el caso; con todo eso, lo cierto es que se fueron apuntando con muchísima rapidez.
Me gustaba gente como Francesc Orella al que había visto en películas como «Smoking Room» y en algunas otras más; me encantaron sus trabajos y quería contar con él. O Pep Tosar, que estaba en la serie «Crematorio»; o Ricard Sales que lo conocí hace unos años; también Oriol Vila que borda un personaje espectacular, y los estoy muy agradecido tanto a ellos como a los cincuenta y tantos actores que salen en la película. La verdad es que todo el mundo se involucró muchísimo y desde que veían la versión del guión que les íbamos pasando, se daban cuenta de que realmente estábamos contando una historia basada en hechos reales y que eran incontestables en ese sentido.
Tal vez tuve más problema a la hora de hacer un casting tan global, que al final parecía una colección de cromos, porque había un montón de caras por todos lados, había que rellenar un montón de policías, de gente de Bayona, de otros personajes como la familia, y realmente el puzzle fue complicado de armar pero yo estoy feliz del resultado con los actores y así lo he comentado a la gente cuando hemos visto acabada la peli.
– En la reconstrucción de época me he fijado sobre todo en los automóviles, en donde sale un coche como el Renault 12 que en aquella época debió de ser como de gama media-alta. ¿Cómo los conseguiste para la película?
Hubo un trabajo muy serio de documentación y sabemos que los coches en los que estos chavales fueron secuestrados eran precisamente un R-12 blanco y un Talbot Horizon. También sobre el automóvil en el que ellos iban a montarse cuando fueron secuestrados, hay vídeos y documentos gráficos que nosotros conseguimos que muestran que era un R-4, y el que utilizamos hubo que pintarlo también de verde y se le puso la misma matrícula. Es decir, hemos intentado ser lo más fieles posible a lo que ocurrió en aquellos años y ahí ha habido un trabajo de Peio Villalba y su equipo, con quienes siempre suelo trabajar en dirección artística, que me iban poniendo una serie de coches y de motos delante, e intentamos acercarnos lo máximo posible a cómo fue aquella realidad tanto en los años 83 y el 85 como en el 95, que también sale en una parte de la película y ya los modelos de entonces habían cambiado.
El trabajo de reconstrucción y de ambientación en ese sentido ha sido brutal; han sido unos meses de muchísimo trabajo intentando ser lo más exacto posible a lo que fueron aquellos años.
– A Jaime Rosales que con su mejor voluntad hizo una película sobre este conflicto, le llovieron las críticas por todas partes. ¿Sientes que en algún momento te ha ocurrido algo parecido?
Bueno, afortunadamente yo creo que poco a poco la sociedad se va normalizando y vamos entendiendo que ya no estamos en lo que era años atrás. Por supuesto que hay que pasar página, siempre y cuando se hayan leído las páginas. Yo soy partidario de que esto no se caiga en el olvido, ni por un lado ni por el otro, porque el asunto ha generado muchísimo odio y sufrimiento, ha habido como te decía antes, cientos y cientos de muertos, y lógicamente esto va a tardar unas cuantas generaciones en que vaya suavizándose y que los extremos se vayan, no sé si acercando, pero por lo menos sí normalizando las cosas y pudiendo mirar hacia adelante, hablando y dialogando que es de lo que se trata.
En ese tema, sé a qué te refieres. Fue una película también criticada porque la forma de rodar que tiene Jaime Rosales es un poco más extrema cinematográficamente y hay gente que quizá no está de acuerdo con ello. En lo que a nosotros respecta, hemos tenido comentarios también en torno a cierta descontextualización de la película, de que no se cuenta todo, de que no se narra todo, y ahí realmente yo me quedo un poco perplejo porque haces una película sobre el conflicto vasco, sobre aquellos años, y parece que tienes que hacer «la» película o el «novecento», y eso es imposible porque son 100 minutos y nosotros nos hemos tenido que centrar en un caso muy concreto. Si hubiésemos empezado a contar el contexto de los alrededores, seguramente habrían sido anécdotas y también tal vez se nos habría criticado por no haberle prestado suficiente tiempo. Entonces, no se podía hacer de otra manera si lo que queríamos era centrarnos única y exclusivamente en este caso que de por sí era lo suficientemente complejo.
– ¿Y los distribuidores han mantenido el formato del audio original en español y en euskera o te van a destrozar un poco la película exhibiendo copias enteramente dobladas al castellano?
Pues finalmente hay doblaje. A ver, la distribución y la forma que tiene aquí la gente de ver las películas sigue mandando y yo por lo que sé van a salir unas cuantas copias con toda la parte del euskera doblada al castellano, porque parece ser que si de por sí es difícil llevar a la gente al cine, si ya encima cuando una persona habla en euskera le pones un subtítulo en castellano parece que eso retrae más a la gente a acercarse al cine. Entonces, decidieron que se va a estrenar en las dos versiones, pero bueno, salió tan bien parada la película en el Festival de San Sebastián cuando se pasó hace unas semanas en la sección oficial, y por fortuna hemos tenido unos comentarios tan buenos de la película y se habla que cinematográficamente es un filme muy potente, que los distribuidores se han animado a lanzar más copias. Yo creo que va a estar en toda España y espero que por lo menos en las grandes ciudades, en las capitales, se pueda ver en las dos versiones.
– Corroborando eso que decías respecto a la potencia y la claridad narrativa de «Lasa y Zabala», es casi obligado preguntarte si tienes proyectos para hacer otras películas distintas en un futuro.
Para mí esta es mi tercera película. «Frío sol de invierno», que es donde yo me estrené, es un drama bastante intenso; la segunda, «La sombra de nadie», fue una peli de suspense y ésta ha sido un thriller político, así que me gusta mucho saltar de género y rodar historias de personajes y trabajarlas visualmente, porque yo siempre pienso que cuando alguien paga una entrada para ver una película y está eligiendo la tuya y no otra, le tienes que dar un plus de calidad, y yo siempre me he obsesionado mucho con que las películas básicamente no aburran y que lo que cuenten sea lo suficientemente interesante como para que te merezca la pena pagar la entrada.
Mi intención es que la siguiente no vaya de política, que no tenga nada que ver ni con el maltrato ni con las torturas, ni con los asesinatos, porque a mí psicológicamente, después de un año y medio preparando una película y estando todo el día familiarizándote con temas tan desagradables, sí me gustaría cambiar de género y no sé si hacer una película de amor y lujo, pero sí por lo menos una historia más positiva y más luminosa que ésta que yo creo que es una película absolutamente necesaria. Creo que la gente que vaya a verla va a ver sobre todo una ficción cinematográfica, un thriller político, pero no hay que olvidar nunca que está basada en un hecho doloroso y real.
©José Luis García/Cinestel.com