“Legítima Defensa”, de Andrea Braga; corrupción y agroquímicos
Estreno en Buenos Aires
Desde que el director Andrea Braga estaba comenzando a diseñar en su cabeza cómo sería su ópera prima en largometraje, siempre tuvo claro que esta primera historia que iba a contar a través de la pantalla tenía que tener una estructura policial, un género de ficción al cual adora.
Pero cuando estaba empezando a crear los personajes en los primeros borradores del guion, en una llamada su madre desde Italia casualmente le comenta que la noche anterior había visto un programa televisivo de aquel país en el cual se comentaba los graves problemas que los agroquímicos estaban causando en la salud de las personas que viven en determinadas zonas de Argentina. Y así, aleatoriamente, ese breve comentario maternal fue el disparador para organizar el trasfondo de “Legítima Defensa”.
La película es un drama subyacente en el cual Eduardo (Alfonso Tort) es un fiscal que regresa a su pueblo natal para investigar una serie de asesinatos. Lo esperan dos viejos amigos, Paula (Violeta Urtizberea) y Ramiro (Javier Drolas), actual comisario de la población. A medida que la investigación avanza, descubren un sistema corrupto basado en el abuso de agroquímicos.
El realizador ubica el relato en un lugar imaginario llamado Morante, eligiendo así un ámbito rural con el que enfatizar el contraste entre la metrópoli desde la cual procede el protagonista con el pueblo al cual llega, en su sentido más criollo, como se dice en Argentina, sin que se llegue a remarcar demasiado en el film la policía, sus uniformes, los marcos y las jurisdicciones. Sí que hubo por parte de Braga un notable trabajo al trasladar al film la música pensada y compuesta para la ocasión por Mariano Barrella, tras haber escuchado de Andrea las emociones que le creaba cada algunos momentos que definitivamente salen en la película.
Andrea Braga estudió en la Escuela de Cine de Eliseo Subiela, donde ahora trabaja como docente, y en cierto modo este filme es también un tributo y una devolución a lo mucho que le ha dado ese centro educativo. Las películas de Subiela siempre fueron muy seguidas por los espectadores de los cines en Barcelona y Braga trabajó con él como ayudante de dirección en uno de sus documentales, además de participar también activamente en algunos talleres de cine del fallecido cineasta y de conservar una gran amistad con su hijo, Eliseo junior.
“La trama de la película es una escusa para poder contar lo que más me interesaba, que era los vínculos entre los tres personajes centrales de la historia, y me parece que llegué a un buen punto, -nos cuenta Andrea-. Yo estoy bastante satisfecho de lo que fue esa mezcolanza entre la trama policíaca con personajes que tengan matices, sus propios conflictos internos y que puedan tratar de resolverlos.”
– “Legítima Defensa” es una película seca y oscura, misteriosa, de investigación y de búsqueda. Para mí esa oscuridad que planteas denota tu amor por este género de cine, al tiempo que permites que broten las disparidades. ¿Era esa tu intención?
Sí, sí, siempre lo tuve claro. Ocurre también en la literatura, pero el cine está ya hace más de diez años abrazando este género desde una profundidad y tridimensionalidad que se le da a los personajes que en otras épocas no era tan así. Y el policial moderno tiene ese trabajo de personajes que el cine de antes quizás no tenía, lo cual está pasando igual con otros géneros como el de terror, en el que algunas películas también ahora se basan en la construcción de los intérpretes del film y en su psicología. Además hay algunas comedias que no son sólo el gag, sino que se basan mucho en el conflicto y la personalidad de los protagonistas. Sin la intención de generalizar, hay ese cine y le queda muy bien esa profundidad.
Yo justamente siempre quise hacer una película así, oscura y seca, como vos bien decís, que está basada en cierto cine de tipo europeo que a mí me gusta mucho y que no tiene sólo que ver con la puesta de cámara o cómo se cuentan las escenas desde la cámara, sino de por sí tiene que ver con el flujo de información, de qué manera se va midiendo y soltando la información para que el espectador pueda entender qué es lo que está pasando. A mí me gusta definirlo como un tipo de cine que se cocina a fuego lento, en el que están todos los elementos sobre la mesa y de a poquito se va entendiendo cómo se van atando las situaciones para enlazar la trama al unísono.
– Y entre los ingredientes que contiene la película, yo encuentro uno que no es banal, y que ya podemos ver desde el principio, en el cual observamos que el protagonista mantiene una relación tirante con su hija, al tiempo que regresa al pueblo luego de haber estado largamente ausente, con la intención de intentar resarcirse de sus problemas personales del pasado. ¿Ese intento de sanación personal con qué intención lo incluiste en el filme?
Como decía, la oscuridad y la psicología de la película está reflejada en el personaje del fiscal. Él es un tipo bastante esquivo y hermético, -de alguna manera como lo es la peli-, pero yo siento que el gran desafío fue que el espectador empatice con un tipo así, porque finalmente demuestra que tiene sensibilidades, lo cual se revela por un lado con la hija y por otro lado con su historia del pasado, en relación a su madre, a qué pasó con ese trauma que no pudo resolver nunca y de repente, veinte años después, se siente convocado a volver a su pueblo natal, a abrir la casa que fue su casa y a encontrarse con lo que queda, que quizá será parte un poco de su recuerdo, de su trauma, que era lo que arrastraba su historia personal con esa carga de la figura materna.
Lo más importante es, yo creo, que esto sucede en el presente narrativo del personaje, quien decide volver y no es por casualidad. Evidentemente hay homicidios que están ocurriendo, pero el grueso del film lo forman esos momentos en los cuales él tiene que volver a enfrentarse con su pasado porque es ahora cuando se pueden encontrar las respuestas; veinte años atrás esa respuesta no la hubiera podido encontrar nunca. Entonces para mí eso es algo muy fundamental que me interesaba remarcar, ya que es la motivación principal por la cual el tipo decide tomar una decisión tan atrevida, de alguna manera.
Y un poco lo del hermetismo igual le pasa con la hija, como decís, en esa relación tan peleada en una edad de la hija particular, claramente, con un matrimonio donde están separados los padres, pero sin embargo en esa distancia y en esos malentendidos entre el padre y la hija, él mismo le dice a ella que es la figura que representa el amor en su vida; entonces ahí hay algo que me parece que tiene que ver con los límites que uno tiene, porque ciertas cosas uno las suelta cuando no está frente a esa persona, cuando hay una distancia de por medio, y me gustaba que el personaje tuviese esos límites emocionales.
– Igualmente se encuentra en el trasfondo de la película el tema de los agroquímicos, con todo el problema asociado que la industria química provoca, entre otras cosas con afectación a la fertilidad humana. ¿Te acercaste más porque indagaste en lo que tu madre te comentó acerca de aquel programa televisivo italiano?
Sí, porque son cosas que acá no se hablaban tanto. Que dos tipos italianos se hayan tomado un vuelo y después de 14.000 kilómetros pusieron frente a una cámara una situación que es muy grave, me hizo pensar profundamente. Y ahí empecé a investigar más por interés personal, encontrándome con números devastadores en relación al abuso de los agroquímicos en Argentina, mucho más que cualquier otro país.
Acá los pesticidas no están prohibidos y el gran problema es que tampoco están controlados, mientras que en otros territorios del mundo, sí. Entonces ahí empecé a preocuparme, a investigar y a leer testimonios verídicos de casos de gente que está muriendo o que están pasando por un montón de situaciones deplorables de gente alrededor o cercana. Y esos testimonios fueron los que me hicieron hacer el click y pensar que era material para ir a lo hondo, así que lo incluí como el contexto dramático de mis personajes.
– De hecho, los personajes que interpretan Javier Drolas y Violeta Urtizberea son una pareja que no tiene descendencia, y veo que la película insinúa que la querrían tener pero no lo consiguen por ese grave problema sanitario, lo cual también le pasa a mucha otra gente que vive en ese pueblo imaginario. ¿Lo pensaste así o he sido yo quien lo ha visto de esa manera?
Eso es totalmente así.
– Y por otra parte, a mí hay una conversación que me llamó mucho la atención y que es cuando alguien invoca a Dios para agradecerle que a él y a su familia no le pasen los problemas que generan esos fertilizantes químicos. ¿Para vos eso tiene que ver con que la gente que vive ahí poco puede o quiere hacer al respecto de esta amenaza permanente?
Lo captaste perfecto. Esa era un poco la lógica de ese texto. Y también está esa cuestión de decir “hasta ahora tuviste suerte si no le pasó nada a tu familia”, más allá de creer o no creer en Dios, porque realmente es aferrarte a algo sobre lo que el humano no tiene el control y, sea religioso o no, estás hablando de algo que es incontrolable.
Ese momentito de la película también me pareció interesante porque es una de las pocas escenas en donde sentimos o le doy voz a una persona del pueblo, que vive en el pueblo, que quizás no está de acuerdo con lo que está pasando, pero tampoco está en contra. Por ejemplo, él menciona que su hermano trabaja para la cerealera y nunca le pasó nada, con lo cual hay algo que tiene que ver con generar el trabajo, que esos emprendedores ayudan al pueblo a salir adelante, y entonces no se preguntan tanto cuál es el peligro de todo esto. Así que me pareció interesante poner en el guion una escena así, y me parece que es la única, así que le diste en el clavo en ese sentido porque es la única secuencia en donde realmente se abre la puerta hacia un punto de vista que no habíamos escuchado hasta ese momento en la historia.
©José Luis García/Cinestel.com