«Desde Allá», de Lorenzo Vigas; influyente desigualdad económica

León de Oro en la 72 Mostra de Cine de Venecia
Era la primera vez que una película rodada en Venezuela participaba en la sección oficial de este importante evento cinematográfico italiano, y el jurado presidido por Alfonso Cuarón le otorgó el máximo premio. Lorenzo Vigas, hijo del reconocido pintor y muralista venezolano Oswaldo Vigas, presentó una ópera prima en largometraje de ficción cuyo guión había recibido el asesoramiento del mexicano Guillermo Arriaga. Junto a la productora venezolana, Michel Franco también es coproductor de esta historia de carencias emocionales que involucra a un hombre mayor (Alfredo Castro) y a un chico joven (Luis Silva).
Armando es un hombre rico de mediana edad que trabaja como protésico dental y que convoca a chicos jóvenes a su casa para solamente observarlos a cambio de dinero. De forma violenta, un día conoce a un matón callejero llamado Elder sobre el que se fascina y lo invita repetidas veces a su domicilio, llegando a tener con él una inesperada intimidad.
Vigas admitía en Venecia estar obsesionado con historias que tienen que ver con la paternidad tras haber empezado con su cortometraje «Los elefantes nunca olvidan». «Desde Allá» es el segundo filme de una trilogía acerca del tema, y sobre ello explicaba el realizador que «venimos de un continente en donde el padre no está presente, en las casas hubo uno pero se fue y quizás mi obsesión tiene que ver con eso. La gente me pregunta si yo tuve una relación difícil con mi padre, pero fue todo lo contrario, tuvimos una relación muy buena. Lo que sucede es que hay algo sobre esta relación arquetipal en Latinoamérica que me atrapó».
La película es también una historia de contrastes, en especial los económicos, con un mundo que aparenta ser estable en el caso de Armando (Castro) y otro sumamente violento de Elder (Silva) en la calle, a donde los jóvenes tienen que salir a buscarse sus oportunidades. En ese sentido, Elder encuentra en Armando la posibilidad de recibir todo aquello que nadie le ha dado. «Para mí era muy importante -comentaba Vigas- que en la película pudiéramos ver todos los estratos sociales y económicos de Venezuela, de Caracas, y ahí se ve desde los lugares más pobres, los ‘bloques’ que son esos edificios de interés social, hasta los lugares más pudientes de la ciudad. Está todo».
Preguntado sobre si quiso centrar el relato en la homosexualidad, Lorenzo Vigas respondió que fundamentalmente se trata de un filme sobre carencias emocionales: «Yo pienso que si una señora de 60 años le hubiera ofrecido a Elder todo lo que le ofrece Armando, y le hubiese cuidado y desafiado de esa manera, Elder se hubiera enamorado de la misma forma de esta señora de 60 años. Principalmente es una película sobre carencias afectivas que todos tenemos, pero que quizás en este momento en Venezuela son más marcadas por todo lo que está pasando. En todo caso, yo creo que sí venimos de países en donde todavía hay un estigma en el tema de la homosexualidad y somos sociedades bastante machistas».
«Desde Allá» es un drama sobre la supervivencia, la protección, el amor, el temor y la conexión emocional con los demás «en un país donde todo es lo contrario, -puntualizaba el director-, donde la gente se agarra, se aprieta, se grita,… parecido un poco a Italia, venimos quizá un poco de aquí, pero nosotros somos aun más: la música suena muy fuerte, todo es apretado y el contacto físico es muy importante. Por eso para mí era fundamental hacer en Venezuela una película sobre una persona que no se deja tocar y que tiene esa incapacidad de vincularse emocionalmente con la gente que lo rodea, y el título tiene que ver con esa distancia».
El productor venezolano Rodolfo Cova tuvo que asumir su parte de financiación del filme en las condiciones de inflación más alta del mundo y contaba en la Mostra que en el país «básicamente de mes a mes cambia todo, es imposible prever nada en la situación actual, y particularmente en la película Lorenzo quiso filmar en la ciudad sin intervención, rodando en los espacios reales sin controlar la gente o el tráfico de vehículos, sino que se filmó tal cual como eran los lugares. De alguna manera hubo que mimetizarse y mezclarse en la ciudad para poder filmarla sin que la gente supusiera mayor problema. Eso fue lo complicado, más allá de la parte económica en la que por supuesto afectó muchísimo una inflación que hoy en día debe de estar sobre el 200% al año, pero mas o menos nos fuimos adaptando y logramos sacar la película en las nueve semanas previstas».
©José Luis García/Cinestel.com