«Leviatán» de Andrey Zvyagintsev; la corrupción aniquiladora

La arrolladora propuesta del cineasta ruso Andrey Zvyagintsev nos muestra la gravedad de la corrupción política en Rusia. Al margen de que esta película ganara el premio al mejor guión en Cannes 2014, «Leviatán» es un retrato cáustico sobre una sociedad moralmente en quiebra y en descomposición. Mordaz de principio a fin, la historia nos muestra un tranquilo y pacífico dueño de un taller de coches en una localidad cercana al mar de Barents. Cerca del taller está su casa en la que vive junto a su joven esposa y su hijo de un matrimonio anterior, pero la codicia del alcalde de la ciudad no los va a dejar en paz.
Ese político local se ha propuesto nada menos que quedarse con el negocio de Kolya, con toda la parcela y con la casa que están en un entorno natural admirable. Como le ofrece dinero por todo ello y no lo acepta, el alcalde emplea métodos claramente mafiosos para conseguirlo, primero con la acción de una justicia simulada, pero más tarde con otros sistemas más expeditivos por distintas circunstancias que van apareciendo paulatinamente a lo largo de la película. El director ruso subraya de una manera sublimemente irónica el concepto de «celeridad» que se aplica en el juzgado para resolver estas cuestiones, lógicamente en sintonía con ese sistema tan perverso y en favor de los intereses del político corrupto.
«La vida del hombre es solitaria, pobre, malévola, bruta y corta», proclamaba el filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679) en el libro que da título a este filme, donde hacía referencia a Leviatán, el monstruo bíblico de poder descomunal. Zvyagintsev parece aquí estar aplicando esa premisa como si con ello tratara de entender el comportamiento podrido y corrupto de determinados políticos, mientras procede a mostrarnos la inutilidad de la resistencia popular en un Estado y unas leyes que figuran, pero cuya ausencia real se hace notar.
El pequeño empresario mecánico forma parte de una familia de personas corrientes que sólo aspiran a vivir una vida lo más normal posible, con sus momentos buenos y sus peleas, aunque casi todos fuertemente subyugados por la influencia de enormes cantidades de alcohol, un vodka que se aplica en las situaciones más inverosímiles.
«Leviatán» es una película convincente y certera formulada desde la denuncia, donde queda implícita la necesidad de establecer mecanismos para luchar contra la corrupción. El filme combina el drama trágico con el suspenso, apostando por el fuera de campo para dos secuencias cruciales y exhibiendo algunas pinceladas sobre lo que significa para según quién el fervor religioso, así como el papel de los abogados en este tema y el cuestionamiento de la fidelidad amorosa asociada en este caso a momentos de naufragio social familiar.
Tanto al principio como al final de las 2 horas y 20 minutos de duración, vemos el mismo escenario de la bahía con esqueletos de ballena tan descompuestos y podridos como lo pueda estar el Estado ruso que refleja el realizador en el film.
©José Luis García/Cinestel.com