«Lincoln» de Steven Spielberg, la quintaesencia de la política

Sus medidas políticas dieron como resultado la abolición de la esclavitud directa por razones de color de piel. Abraham Lincoln, el decimosexto presidente de los Estados Unidos de América, es un personaje difícil de abordar cinematográficamente por su estilo sobrio, moderado y parco pero Steven Spielberg ha logrado encajar en esta película que transcurre en los últimos cuatro meses de su vida, uno de los momentos más decisivos de la nación mostrando el mundo de la política tal cual era y en parte sigue siendo en nuestros días.
En «Lincoln», Spielberg ha reinventado su estrategia fílmica. Aquí ya no son las imágenes lo más destacable como pudo ocurrir en «Tiburón», en «E.T.» o en otras de sus películas como las de Indiana Jones, sino que las palabras y su significado cobran más importancia que la recreación de época del siglo XIX.
A principios de 1865, la Guerra Civil estadounidense se acercaba a su fin mientras el recién elegido presidente se aferraba muy convencido a su idea de que era necesaria la aprobación de la decimotercera enmienda constitucional que debería permitir la abolición de la esclavitud que existía en los estados del sur del país dividido.
Pero la política es lo que es y mientras los sureños querían forzar un acuerdo de paz que les permitiera también acceder al Congreso para votar la reforma constitucional, para el presidente Lincoln era prioritario aprobar en primer lugar la enmienda.
Los del sur amenazaban con la secesión y con no firmar la paz si se aprobaba la propuesta y Lincoln, al norte, pretendía someterla a votación lo antes posible. Era el pez que se muerde la cola.
Paralelamente, el presidente libra una batalla interna, incluso dentro de los propios republicanos, para convencerlos de que voten por su iniciativa.
Spielberg nos muestra en «Lincoln» cómo en aquella época ya funcionaba la corrupción y la compra de votos, aspecto que parece inseparable de la política y que perdura en el tiempo.
El cineasta ha reconocido que tuvo que depurar al máximo lo que quería contar durante los doce años de preparación del film. Decidió apoyarse en el terreno dramático y los cuestionamientos morales se convierten en puntos de inflexión para la trama, por eso «se olvidó» de tocar en la película el conflicto principal que enfrentaba al norte y al sur: la imposición de aranceles aduaneros de los estados del norte que gravaba y perjudicaba las compras a Gran Bretaña que hacían los estados del sur.
Al no mencionar esta política proteccionista, se convierte en una película parcial pero interesante si se quiere conocer el contexto de lucha estratégica, de fuerza de persuasión para aprobar la enmienda.
Toda guerra lleva inevitablemente asociadas las dudas morales.
El hijo del presidente, Robert Lincoln, decide alistarse en el ejército a sus 21 años de edad tras ver a unos soldados volcando en un foso extremidades mutiladas de combatientes. Abraham Lincoln carga con el drama de ver a un miembro de su familia involucrado en la contienda, algo que muchos mandatarios no permitirían porque siempre han pensado que la guerra deben de hacerla los demás.
También vemos a su hijo menor, Tad, un niño frágil y solitario por el que se dice que el presidente sentía un cariño profundo y bromista.
De lo que se denomina «retórica política» destaca el uso que ya entonces hacía Lincoln de todo un repertorio de anécdotas, casi siempre de cosecha propia o proporcionadas por asesores, para tratar de encandilar a su auditorio, ya fuera en una platea o para un grupo reducido.
Esta forma de hacer política creó escuela y muchos otros mandatarios con esa capacidad la han seguido. En Europa es conocido el caso de quien fuera presidente de Cataluña durante 23 años seguidos, Jordi Pujol.
Queda por último, una reflexión interesante sobre una realidad social que el cine de Hollywood casi siempre se resiste a retratar. Thaddeus Stevens, el personaje que interpreta Tommy Lee Jones, se emociona cuando la enmienda es definitivamente aprobada y pide llevarse prestado por un día el texto original a su casa.
Lo que se ve cuando llega a su hogar constituye una sorpresa para el espectador que quizá pasaría más desapercibida si el cine norteamericano no fuera tan prejuicioso como es porque se trata de una situación que, sin razón alguna, los productores USA no consideran «normal» ni adecuada para el cine que les gusta promover.
©José Luis García/Cinestel.com
©fotos, David James (DreamWorks) gentileza de Twentieth Century Fox