«Loreak» de Jon Garaño y Jose Mari Goenaga; lo que no se suele decir con las palabras

Los ramos de flores siempre han sido empleados para intentar transmitir aquello que no sabemos decir con palabras. «Loreak» es una gran película que nos descubre todo ese mundo a veces maravilloso y otras triste, de sensaciones que no se pueden explicar pero que tenemos la necesidad de transmitir a alguien. La entrega o el envío de flores siempre está acompañada de un mensaje oculto de impresiones que ni se hablan ni se escriben y que sobre todo, son de reconocimiento hacia el receptor, sea vivo o esté muerto. En la película es Ane quien el jueves de cada semana y a la misma hora, recibe un ramo de algún desconocido.
Ane es la primera sorprendida por los misteriosos envíos. Se asegura de que no son ni de su marido ni de gente muy cercana, lo que le genera alguna sonrisa y cierta incomodidad, pues yendo por la calle o en el transporte hacia o desde el trabajo siempre está pendiente de las miradas cruzadas que se producen, tratando de identificar en ellas al remitente.
«Loreak» precisamente significa ‘flores’ en vasco y tanto los ambientes familiares del filme como el clima, son muy característicos del País Vasco. Por otro lado, los realizadores han dotado a la película de una extraordinaria dirección de actores, en especial las tres actrices, todos eukaldunes, aunque para la distribución española fuera de Euskadi se han confeccionado copias en su mayoría dobladas al castellano.
Respecto al desarrollo del argumento, lo que se puede contar es que se trata de una historia de ida y vuelta, siempre con los ramos de flores de por medio, o de anverso y reverso, según se mire. También que hay dos mujeres más, Lourdes y Tere, que se van a ver sorprendidas por esa misteriosa aparición regular. En el trasfondo de toda la historia se encuentra, primero la incapacidad que muchas veces se tiene de tener una comunicación más fluida con la pareja, incluso para decirle frases tan gratificantes como ¡te amo!; y segundo la escasa iniciativa que se suele tener para reinventarse cada cierto tiempo, que aquí tal vez está reflejado en el hecho de que ninguno de los numerosos ramos que se ven en el film son del mismo color.
Otras de las intensas reflexiones que contiene este relato intimista tienen que ver con lo efímero de nuestras vidas y con la memoria y su fecha de caducidad, con el miedo a olvidar, y por extensión, con el miedo a ser olvidados, muy bien expresado en el personaje de Tere, interpretado por la actriz Itziar Aizpuru, que es la más mayor de las tres. En las dos tramas del film, las flores suponen el verdadero desencadenante de la acción y la emoción, y hacen que hagamos un repaso sobre nuestra realidad y nuestros sentimientos.
©José Luis García/Cinestel.com