Grupo de cineastas europeos firman el manifiesto «La excepción cultural no es negociable»

Un grupo de cineastas europeos se aliaron para exigir que el cine y la cultura queden excluidos de las futuras negociaciones de un tratado de libre comercio entre Europa y los Estados Unidos. Encabezada por los hermanos belgas Dardenne, a la iniciativa se unieron por ejemplo Almodóvar, Haneke, Sorrentino, Loach, Mihaileanu, Costa Gravras, Trueba, Tavernier y extra-europeos como Salles, Lynch y Campion.
Los firmantes aluden a la presentación prevista por un comisario europeo, Karel de Gucht, de un borrador para su aprobación que creen que «pisotea» la excepción cultural al incluir a los servicios audiovisuales y cinematográficos en las negociaciones comerciales Unión Europea-Estados Unidos que comenzarán durante el verano boreal.
El comunicado continúa diciendo textualmente lo siguiente: «Están ya olvidadas las apasionadas palabras del Presidente Barroso del año 2005: “en una escala de valores la cultura va antes que la economía”. También lo están las declaraciones de amor al Cine del Presidente Barroso cuando los directores se vieron forzados a defender el Programa MEDIA. ¿Y qué ha sido del eslogan de la Comisión “Europa ama al cine”?
Unos pocos meses antes de que termine su presidencia, no entendemos qué huella quiere dejar el señor Barroso en la historia europea. Hasta el momento, desafortunadamente, predomina la imagen de la renuncia cultural. Parece tambien que ha olvidado su propia lección de no hace tanto tiempo: “la cultura es la respuesta a la crisis”.
Seamos francos: el mandato de negociación propuesto es una renuncia. Es una capitulación y un punto de ruptura.
Hace 20 años, la voluntad común de apoyar la creación y promover su diversidad se forjó aquí en Europa.
La cultura está en el corazón mismo de los ideales de la identidad europea.
Hace 20 años, la excepción cultural irrumpió en la escena internacional, llevando al reconocimiento de un estatus específico para las obras audiovisuales ya que no son bienes como los demás y por lo tanto deben ser excluidos de las negociaciones comerciales.
Hace 20 años, gracias a la excepción cultural que surgió de la batalla de los acuerdos del GATS, a la creación y a la diversidad lingüística se les concedió el derecho a continuar beneficiándose de las reglas dirigidas a protegerlas y apoyarlas.
El resultado es positivo: la diversidad cultural es ahora una realidad en la mayoría de los lugares de toda Europa. Es lo que permite los intercambios y el entendimiento mutuo y es también un vector para el crecimiento y la creación de empleo.
La Europa que nosotros amamos trabajó duro para conseguir que la Convención de la UNESCO sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de 2005 se hiciera realidad. La Europa que nosotros amamos ratificó posteriormente esta Convención junto con otros 126 países de todo el mundo. La Europa que nosotros amamos es admirada en todo el mundo porque inició y apoyó esta gran iniciativa.
Con la adopción del mandato de negociación, que reduciría la cultura a nada más que a una mercancía, la Comisión Europea (excepto los tres Comisarios que votaron en contra) ha abandonado su posición a favor de la excepción cultural, yendo de esta manera en contra de sus propios objetivos y de sus previos compromisos, y demostrando una nefasta duplicidad.
Nosotros rechazamos esta Europa que está dispuesta a abandonar los principios de la Convención, y en particular el principio de la soberanía cultural de los Estados.
Frente a los Estados Unidos donde la industria del entretenimiento es la segunda mayor fuente de las exportaciones, la liberalización del sector audiovisual y cinematográfico llevará a la destrucción de todo lo que hasta ahora había protegido, promovido y ayudado a desarrollar las culturas europeas. Esta política, junto con la concesión de ventajas fiscales excesivas a los campeones digitales estadounidenses, sorprendentemente parece como un deseo consciente de llevar a la cultura europea al borde del desastre.
Aquellos que, en el nombre de Europa, hayan aceptado esta renuncia serán siempre culpables a los ojos de la historia. La diversidad cultural no debe ser solo una herramienta de negociación. Debe seguir siendo una ambición, una demanda legítima, y un compromiso.
¡No es demasiado tarde!
Nosotros continuaremos luchando por la capacidad de Europa de escribir su Historia desde la perspectiva de la diversidad de sus pueblos y culturas; y por la capacidad de los ciudadanos europeos de encontrar respuestas complejas y profundas a los retos actuales.
Los firmantes, originarios de todas partes de Europa, hacemos un llamamiento a los Jefes de Estado europeos para que apoyen la exclusión de los servicios audiovisuales y cinematográficos de las negociaciones comerciales UE-EEUU».
(La lista de firmantes se puede consultar aquí). (cba/rbc)