«Marea Baja» de Paulo Pécora; enigmas y misterios en el Delta
Con «Marea Baja» el realizador y cronista cinematográfico argentino Paulo Pécora da un paso adelante muy importante en su búsqueda de narrativas que representen un atractivo para el público y nos presenta un compacto thriller con una notable interpretación de sus actores principales. La acción discurre en el misterioso y enigmático Delta del Paraná donde un delincuente, impecablemente interpretado por Germán de Silva, busca refugiarse en algún rincón poco accesible de esa zona, huyendo de los cómplices de un robo que lo buscan para cobrar su parte del botín.
«Necesito saber lo que me rodea», dice en algún momento el fugitivo que está tratando de pasar al Uruguay con el dinero pero que en ese intervalo se detiene unos días en un caserío rodeado de vegetación donde teje una extraña relación con las mujeres que lo alojan al alquilarle una de las habitaciones. Susana Varela y Mónica Lairana son las actrices que completan el trío principal de una película que se ha sido requerida para su exhibición en una holgada lista de festivales entre los que encontramos el de Karlovy Vary y los de Beijing (China), Goteburgo (Suecia), Fesaalp de La Plata, Sanfic de Chile o Leonardo Favio de Bolívar, entre otros.
Indagamos más acerca del filme en diálogo para Cinestel con el director y guionista, quien nos habla sobre esta obra tan relevante dentro de su carrera en el cine:
– «Marea baja» se acerca al llamado cine negro. ¿Lo planteaste de esta manera desde el inicio del proyecto?
Desde el comienzo pensé en el policial negro como un punto de partida y un marco general para narrar esta historia. Quise captar y transmitir la atmósfera densa y pesimista propia del “film noir”, en especial la de filmes como «Rififí» o «Casta de malditos», donde a pesar de haberlo planeado a la perfección, a los protagonistas todo les sale mal. El policial negro era el mejor marco para una película áspera y seca como esta, que indaga en la parte oscura del ser humano, en la violencia gratuita y en la ambición sin futuro.
– Germán de Silva desarrolla con acierto ese personaje tan complejo, callado e incluso paranoico, que en todo momento piensa que hay que huir de la muerte. ¿Su veteranía como actor fue crucial para un trabajo tan creíble?
Es una película misteriosa y climática, con pocos diálogos, que omite adrede mucha información. Por eso necesitaba actores con el talento y la experiencia de Germán de Silva, Susana Varela y Mónica Lairana. Para darle cuerpo a estos personajes ambiguos e intrigantes. A Germán lo había visto en “Las Acacias”, de Pablo Giorgelli. Me gustaba su rostro, su sequedad, pero especialmente su capacidad de aludir al pasado oscuro de su personaje sin decir casi nada. Todo lo lleva en su mirada, en la forma de moverse y en pequeñísimos gestos.
– La complicidad entre los tres actores principales es fundamental a la hora de abordar en el film unos determinados juegos o fases de atracción sexual y el resto de elementos del relato. ¿Cómo lo trabajaron entre ellos para conseguir esa compenetración?
La idea era seguir siempre en la línea de la ambigüedad y la incertidumbre. Que nadie supiera quién es ese hombre ni qué busca allí, en medio de la nada. Quiénes son esas mujeres y por qué viven solas en mitad de la selva, qué tipo de vínculo o secretos las unen. Y a partir de esas dudas fue surgiendo a la vez la idea de que eran tres seres endurecidos, parcos, inexpugnables, pero que a la vez buscaban una leve posibilidad de afecto o satisfacción sexual en el otro, sin mostrarse nunca tal cual eran, sin saber nunca quién es el otro.
– Durante la película van apareciendo imágenes en primer plano de insectos, que son los verdaderos colonizadores del delta del Paraná, y cuya vida ordenada por unos códigos concretos contrasta con una actividad humana que se antoja más libre pero que al mismo tiempo tiende a ser mucho más confusa y caótica. ¿Era eso lo que querías reflejar con la presencia de hormigas y gusanos en el film?
Los insectos son los verdaderos habitantes del Delta, son los que gobiernan desde las sombras todo el ecosistema del lugar. Durante los 10 días de rodaje tuvimos que enfrentar una plaga de mosquitos y, especialmente, de gusanos que acá llamamos “gatas peludas”. Yo quería poner en evidencia la presencia de esos y otros insectos, quería mostrar la naturaleza en toda su dimensión salvaje. Y así, además de poner en imágenes a hormigas, avispas, abejas, gatas peludas, mosquitos y grillos, también usamos todos sus sonidos para generar un clima ominoso, amenazante.
– Como da a entender un tic-tac que se escucha en una de las escenas, ¿los personajes de «Marea baja» están más pendientes de lo que puede estar por venir que del mismo presente?
Ese tic-tac funciona casi como si se tratara de una cuenta regresiva, el reloj que está marcando el paso del tiempo y la llegada de un final inevitable. Se trata del tic-tac del destino que envuelve a los protagonistas y del cual no pueden ni podrán escapar. Por eso elegí también el policial negro como un marco para Marea Baja, por la forma en la que la fatalidad determina las acciones y el futuro de los personajes.
– ¿Es la primera vez que trabajas con efectos FX? ¿Cómo fue esa experiencia durante el rodaje y la posproducción?
Es la primera vez que trabajo con efectos FX de manera profesional, con un asesor que pasó dos días en el rodaje enseñándonos a preparar y disparar las armas que usaban los protagonistas, y especialmente cuidando que todo saliera bien y no ocurriera ningún accidente. La experiencia fue muy buena por suerte, el resultado visual de los disparos es muy verosímil y las armas que conseguimos colaboraban con el look atemporal que buscábamos para la película.
– ¿Piensas seguir alternando los formatos de corto, medio y largometrajes en un futuro?
Sí, de hecho ahora estoy editando un nuevo cortometraje llamado “Mujer100cabezas”, filmado en Super 8 milímetros en base a los collages surrealistas de Max Ernst. Y este año también terminé mi largometraje documental “Amasequenalo”, sobre el rodaje de la película “Los Dioses de Agua”, de Pablo César, en Angola y Etiopía. La idea es seguir haciendo todo tipo de películas siempre, sin ceñirme a ningún formato en particular, porque todas las películas -sean cortos, medios o largometrajes- me dan la oportunidad de probar y aprender algo nuevo.
©José Luis García/Cinestel.com