María Victoria Menis en «María y el araña» traza el encuentro amoroso durante un viaje

La directora argentina, egresada y docente de la ENERC, afronta su quinto largometraje con el aval de sus anteriores filmes, particularmente los dos últimos, «El cielito» premiado en San Sebastián, y «La cámara oscura» que era toda una reflexión sobre la belleza y la fealdad, cómo nos vemos a nosotros mismos y el tormento que para algunos supone verse a través de los demás.
«María y el araña» se acerca a los problemas e inquietudes de una pareja de adolescentes, en esa etapa de la vida en plena construcción.
Menis eligió filmar en locaciones diversas y disímiles de Buenos Aires tales como las calles de Puerto Madero, la Costanera Sur, el Barrio Rodrigo Bueno, la línea D de subterráneos, las calles de la Boca, los caminos de la Reserva Ecológica, los jardines y los pabellones del Museo de la Cárcova.
«Filmé la historia de una chica y un chico -cuenta a Cinestel- que tienen 13 y 17 años. Ella, Florencia Salas, no tiene ninguna experiencia en cine y el chico, Diego Vegezzi, sí que había hecho una película, así que hemos armado una producción con bastante gente fresca.
Es la historia de una chica que vive en una villa, que sería como un barrio de emergencia, que está casi en el centro de la ciudad increíblemente conviviendo al mismo tiempo muy sobre el río de la Plata en lo que acá es un barrio que comenzó hace algunos años a construirse que es muy de torres y edificios lujosos, que se llama Puerto Madero.
Toda esta zona arquitectónicamente es un lugar bastante de contrapuntos porque es una parte de Buenos Aires que es una costanera que era como de la Belle Epoque, con fuentes, plazas,… medio en decadencia. Se hizo ahí en medio Puerto Madero y al mismo tiempo sigue esta villa que está en frente de todos estos edificios, casi ganando terrenos al río.
Ella es María y después está el araña, que es un chico que trabaja en el subte haciendo malabares, disfrazado con algunas partes del traje del hombre araña. La vida de cada uno de ellos no es fácil y es su relación, cómo comienzan, se conocen y todo lo que va sucediendo en la medida que se desarrolla la película, donde ella sufre bastantes problemas en la casa y cómo él la va ayudando.
Es una película tratada como me gusta a mí ver o contar, donde no todo está a la vista, donde vas descubriendo despacito las problemáticas, hay secretos en las casas y te vas dando cuenta de lo que va pasando a lo largo de la película».
– A veces has recurrido en tus películas a personajes que se encuentran en parte en su etapa de adolescencia y sueles confeccionar los guiones junto a Alejandro Fernández Murray tratando esos temas comunes. Pienso que aquí buscáis indagar en ese momento tan complejo.
Esta es la quinta película mía y a partir de la tercera he escrito el guión junto con Alejandro. En «El cielito» no tanto porque el protagonista tendría unos 20 o 21 años y ahí nos interesó trabajar sobre las relaciones parentales con esa temática de los padres con los hijos, si un padre porque tuvo un hijo tiene realmente una noción de lo que es ser padre porque realmente reflejábamos cómo este chico terminaba haciéndose cargo del bebé.
En «La cámara oscura», que había sido la última película mía, sí es verdad que la historia arranca desde cuando es chica hasta que llega a ser una mujer más grande, pero es cierto que siempre el tema de chicos y el tema de gente joven o niños es un aspecto que en las últimas tres películas mías me interesó mucho.
«La cámara oscura» en verdad es una adaptación de un cuento de Angélica Gorodischer y en el caso de «El cielito» y «María y el araña» son guiones originales, pero nos atrae como guionistas el tema de los chicos, las miradas de los padres hacia esos chicos y la mirada de los chicos a los padres. Es un tema que me gusta.
– Habéis rodado en una villa y también en el subte. Son lugares que plantean una cierta dificultad en cuanto a seguridad y horarios de acceso.
En el caso de la villa rodamos en la misma donde habíamos ubicado a la protagonista. Tenés que relacionarte antes y arreglar producción con la gente de la villa, pero nos interesaba sacar a gente de ese lugar y un poco ellos ya se están acostumbrando a que el cine cuente historias suyas o se filmen documentales y esta gente convive más con el cine que lo que uno piensa.
No es sencillo filmar en la villa pero filmamos ahí, sobretodo porque se hace muy documental ya que vos no podés tener toda una villa a tu disposición para filmarla y decirle a la gente por donde puede o no pasar. En verdad éramos un equipo no tan grande y utilizamos las calles de la villa y casas y yo lo sentí un poco documental eso porque pasaba gente,… filmamos en la entrada de esta villa que es pequeña,…
Y en el caso del subte, se hace complicado filmar porque es un lugar donde en general no te permiten rodar mientras está funcionando, así que filmamos a la madrugada y algunas veces nos permitieron trabajar con el subte funcionando y también parecía al estilo documental, íbamos con la cámara siguiendo nosotros a los protagonistas sin que la gente se diera cuenta demasiado y tratamos de que no nos vieran pero se trata de una película en ese sentido muy de la calle; también aparece un museo, las calles de Buenos Aires y Puerto Madero…, es una película bastante callejera y aparte es como volver a Buenos Aires porque mis últimas dos películas habían sido muy de campo y ésta es totalmente urbana y con una problemática que puede estar en cualquier parte del mundo o del interior de la Argentina pero yo la situé acá en Buenos Aires.
– Ya veo que vuelves de nuevo a la coproducción con Francia y aparte inicias por primera vez con Ecuador y aunque tu relación con los franceses ya es larga, has contado con el apoyo de ecuatorianos esta vez.
Con esta productora de Ecuador es la primera vez que trabajamos. Se llama Esas no son penas y es gracias a ustedes, a los de España, porque en verdad los conocimos en Ibermedia, ese plan de ayuda que tiene España al cine latinoamericano.
Finalmente no se concretó, no trabajamos con Ibermedia, pero por esa vía los conocimos a ellos y establecimos un vínculo para hacer una coproducción.
Con Francia, los coproductores son más o menos los mismos de siempre y esta película ganó un premio al guión que se llama Fond Sud, que es una ayuda que da ese país también a latinoamérica y arrancamos con los tres países, que es una manera hoy en día, te diré, en que el cine está bastante complicado y si no se ayudan entre los países, es difícil sacar una película de tipo independiente y de arte adelante.
– Fíjate que leí hace unos días un artículo en Página 12 que reproducía unas declaraciones de Andrés di Tella en las que explicaba que mucha gente acude a ver cine argentino durante el BAFICI pero que después cuesta llenar las salas cuando se estrenan y proponía jugársela a crear nuevos espacios atractivos.
Sí, Andrés que es amigo, muy buen documentalista argentino, que además fue director del BAFICI en una época, tiene toda la razón. Es como que de pronto hay un acontecimiento como un festival y vos ves que se inunda la ciudad de gente que va a las proyecciones, un fanatismo total,… se podría decir también lo mismo del Festival de Mar del Plata, donde también hay una sección importante de cine argentino, pero después cuesta mucho, mucho, mucho, que el público vaya a las salas, sacando 2-3 películas por año que son en general coproducciones muy apoyadas por la televisión, donde se publicitan mucho, pero cuesta mucho que el público argentino vaya al cine; que no quiere decir que las películas no se vean porque finalmente se terminan viendo muchas veces por Internet o en televisión en algunos canales que las pasan, pero el público más bien te diría que en la Argentina es bastante perezoso para ver cine argentino en las salas, lamentablemente.
Siempre hay 3 o 4 películas que funcionan bien. Este año «Elefante Blanco», la película de Trapero, ha sido la que más público ha llevado pero comparativamente con la producción que hay que es muy grande, porque Argentina es un país que produce bastante y si no es de tipo industrial es de gente que lo hace por su cuenta o de equipos reducidos,… ya sabemos que es uno de los países que tiene una de la mayores cantidades de estudiantes de cine en promedio por habitante, osea que el cine es un entretenimiento y una parte de la cultura de la que los argentinos somos muy amantes pero cuesta mucho que vayan a ver cine argentino.
En realidad, creo que lo que está faltando acá es un convenio que nos falta al cine en todo el mundo que sería unas reglas más claras con Internet y creo que eso ahí sí facilitaría mucho que el público argentino se conecte pagando legalmente con el cine argentino y después lo otro es que acá en la televisión no es como en Europa donde se produce más, hay canales que coproducen; acá la televisión salvo 2-3 películas por año, prácticamente no produce cine, entonces eso limita mucho.
– En España estamos un poco a verlas venir en cuanto al cine y tanto el sector como la Academia están haciendo esfuerzos considerables de diálogo ante la situación actual que no es positiva. A fecha de hoy hay poca concreción en cuanto a lo que va a suceder.
Acá en la Argentina estamos muy atentos a la situación española en general y también mucho desde la parte del cine porque se puede decir que España en ese sentido ha sido una ayuda incondicional para el cine argentino con varios de los planes que ha tenido de ayuda oficiales, gubernamentales, y también a nivel privado con la cantidad enorme de películas de coproducción que se han hecho con España y lamentamos muchísimo la situación por la que están pasando porque realmente nos damos cuenta que el cine español está sufriendo, al igual que bastantes zonas de la cultura así como en general la población española, pero en la parte de cine, bajas muy importantes en los presupuestos y una parada bastante grande, así que esperemos que se recuperen prontamente.
©José Luis García/Cinestel.com